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No importaba lo delgada que se había vuelto. Ella seguía siendo la mujer más hermosa del mundo para mí, y no había nadie a quien yo quisiera más. No solo eso, no había nadie más cuya presencia​ se sintiera más correcta.

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—¿No consigo puntos por estar más preocupado acerca de tu alimentación y vestirte con colores brillantes que lo que estaba por meterte en la cama?

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—Hay tantas cosas para amar, Sage. ¿Quién puede realizar un seguimiento?

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—Lo he dicho antes y lo diré otra vez: eres un genio, Sage. Sigo encontrando nuevas razones para amarte, y no creí que eso fuera posible.

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—Sydney Katherine Sage —dijo, con sus ojos verdes llenos de amor y sinceridad—. ¿Le harías el honor a un melancólico y holgazán Moroi de convertirte en su esposa?

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—Simplemente lo sé. Y creo que no importa en qué condiciones estemos, vamos a estar bien, siempre y cuando estemos juntos.

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—¿Preocuparme por ella? Lissa, la amo. ¡No me casé con ella como una especie de broma! Me casé con ella porque la amo y quiero pasar el resto de mi vida con ella.

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—Papá—dije en voz baja—, siempre he hecho que sea una regla en mi vida no buscar peleas con niños, animales tiernos o ancianos ignorantes. Sin embargo, haré una excepción​ por ti si alguna vez tocas o insultas a mi esposa otra vez.

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Todos los juicios y pruebas rigurosas que habíamos  experimentado nos habían llevado a este momento, este momento perfecto. Estábamos  exactamente dónde debíamos estar.

Adrian Ivashkov -frases para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora