No pude.

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Se sentía como cuando una canción lenta -dulce y tímida- escala. Suben el ritmo y el volumen. Se suman instrumentos. Los golpes suenan fuerte y las cuerdas no respiran. Crece. Se alimenta cada vez más de su propia melodía y se transforma en una especie de monstruo autónomo que se inserta de a poco y vibrando en cada parte de quien esté dispuesto a escucharla. Y cuando no puede escalar más... cae. Se pierde en un vacío lleno de esperanza, para tocar fondo. Ahí se encuentra con la misma tonada limpia con la que había comenzado a ser. Se une con sus inicios y retumba de tal forma que hace temblar el piso. El efecto rebote quiebra vidrios, masas, multitudes... para estallar en gritos. Para convertirse en himno líquido del silencio más estruendoso: el de la calma amontonada, cantada y tarareada por millones, por dos, a la par.

Así se sentía -a gritos- cuando tu voz se cruzaba con mi exhalación.

Quien ahora me mira con expectativas es la razón. La misma que dijo en un pasado que tus intenciones no eran dignas. Y sin conocer más que el principio, puedo conservar sólo la incertidumbre. Lastima caer en cuenta de que nos sabía si algo iba a salir mal. Molesta no poderlo averiguar.

Soy de los que piensan mejor de lo que hacen. De los que crecen por dentro y se ahogan en la realidad. En mi cuerpo no hay espacio para uno más. En mis palabras no hay tiempo para respirar. En mi mente no hay reflexión lo suficientemente rápida. No existen los sueños confusos, ni los sentidos ocultos. Hay carne cruda, roja y pesada.

Soy de los que se animan a espiar pero no a gritar. De los que gritan por impulso. Soy de los que se quedan a esperar cuando ya no queda nada para robar. De los que se alimentan en silencio y reciben sin ladrar. Pero en los ojos del enemigo siempre hay algo más.

No es que pensemos que todo está mal. Es solo que entendemos de intenciones, de razones y reacciones. Vos y yo conocemos los dolores de los que se quejan cuando pueden. Y de quienes lo hacen un par de veces más.

Hubieras cambiado de saber que sería así? Si, y de a poco. Aceptando la niebla de conciencia que atraviesa tus ventanas. Vos y yo sabemos que, por más helada que esté la cosa, nos gusta el frío. Nos gusta salir a buscar. Encontrarnos.

Me arruinaste las vistas desde muy alto. Me sacaste los momentos de té con miel. Quizás todo lo que tenga que ver con aquella vez. Pero hay tanto más para contar que lo que dejaste en ruinas.  

Soy de los que, como vos, entiende poco y nada de todo. Somos sin querer un reflejo de algo más.

Y aun conociéndonos tan bien, no pude. Caí en el ritmo de una canción que hace mal.

Busco las palabras perfectas para describir lo poco que me queda. Quizás me baste con decir que me arruinaste entera.

Por primera vez.

No es un Poema de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora