Capítulo 2

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-Charlotte ¿sabes quien es ese chico nuevo? - le preguntó intrigada Laura, una chica baja de 165 centímetros de pelo rubio teñido y una muy buena estudiante.

-No se Lau, pero tampoco me interesa... Será como los otros... Uno que sólo se va con tías que están buenas y tienen buenos pechos...

Nadie dejó de hablar de como sería el nuevo, si sería feo o guapo, alto o bajo...

-Todos a sus asientos. - Llegaba el director con un chico alto, ojos color marrón, pelo oscuro y muy atractivo.

- Buenos días a todos, mi nombre es Kevin Ston, un placer conoceros.

-Muy bien, ahora que te has presentado, id todos al gimnasio.

Al llevar un largo tiempo en el gimnasio todos le preguntaban a Kevin: ¿Dónde vives? ¿Qué edad tienes?

-Venga chicos, dejad a Kevin y preparaos para el partido de voleyball.

Voleyball, algo que definían como aburrido y peligroso, en todas las clases alguno se dejaba un diente o se lesionaba.

Iba 13-8 para el equipo de
Charlotte cuando de repente....
- ¡Aaaarg! - Charlotte acababa de caer y todos reían excepto él.

-Oye Charlotte, ¿estás bien? -Kevin, el chico perfecto, estaba junto a ella levantándola y llevándola a la grada.

Por la tarde mientras descansaba algo la interrumpió, sonó el teléfono.

-¿Si? - Su voz sonó adormilada.

-Charlotte, soy Kevin, ¿te acuerdas de que saldríamos a hacer ejercicio? Pues te espero en el parque del puente roto - Colgó.

Charlotte se quedó muda, pensando que era una broma de mal gusto, algo que ella sabía que ocurriría.

Llegó al parque y para su asombro ahí estaba él, preparado para ayudarla.

-Hola Charlotte, vamos a hacer ejercicio durante un rato.

No tuvo tiempo para contestar, la agarró de la mano y empezaron a correr. Por primera vez en mucho tiempo no hacía ejercicio, notaba como se cansaba lentamente y como si algo dentro de ella fuera feliz.

-N..no puedo más... Sigamos mañana, por favor.

-Claro, ahora ve a descansar.

Se despidieron y por el camino pensó en una cosa, nadie se había preocupado por ella tanto como él y menos aún un chico. Estaba feliz, al fin su vida iba cambiando gracias a él, pero sabía que debía seguir haciendo ejercicio.

-¡Mamá! Tengo hambre, ¿puedes hacerme una ensalada, por favor?

-S..si claro.

-Gracias. - Se fue al cuarto de baño a ducharse, mientras su madre sorprendida de lo que le había pedido su hija empezó a preparar la ensalada, nunca cenaba con tantas ganas y  tampoco había sido tan feliz. Por una vez en su vida tenía ganas de ser ella misma.

La"Ultima Vida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora