Strong.

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Pasaron unos minutos, bastantes, y los dos seguíamos mirando el paisaje, pero el cielo empezó a nublarse, y comenzaron a caer unas gotas de lluvia. Los dos salimos corriendo hacia el coche. Entramos, y a pesar de que apenas habían sido un par de minutos, ya estábamos empapados.

-Era muy raro tanto sol en Londres en esta época del año.- dijo riéndose mientras se sacaba la cazadora.

-La verdad es que si. No recuerdo este buen tiempo en el mes de diciembre, y menos tantos días seguidos.- yo también me saqué la cazadora. El agua me había calado y tenía el jersey un poco mojado.

-Vamos a mi casa, te prepararé algo de comer.

-No es necesario Harry. Llevame a mi casa, por hoy ya has hecho suficiente.

-¿No te cansas de intentar pararle los pies a la gente que quiere ayudarte?- me quedé helada con esa respuesta. No me esperaba algo así, pero quizás tenía razón y debería dejar que me ayudasen de vez en cuando... Ya daba igual lo que yo le dijese, había arrancado el coche y se dirigía a su casa.- Avisa a tus padres o a tu hermana de que vienes a comer conmigo, y que luego yo mismo te llevaré a casa.

Sólo le sonreí. Cogí el móvil y al desbloquearlo vi que tenia varios whatsapp, llamadas perdidas, mensajes... Todo de Sam. Estaba muy enfadado por haberlo dejado de esa forma, y me decía cosas horribles. Preferí no contestarle, ya que sabía perfectamente que no arreglaría nada, sino que todo iría a peor, pero creo que Harry notó que me pasaba algo porque me preguntó que por qué me había quedado tan callada y que si no iba a llamar a mis padres. No pude contestar... Las lágrimas volvían a mi. Era increible como cada vez que Sam aparecía en escena yo siempre acababa destrozada.

Harry paró el coche y sin decir ni media palabra me abrazó. Intenté separarme, pues sabía que si me abrazaba lloraría aún más, pero él me abrazó mas fuerte aún. Hundí mi cara en su cuello y lloré, lloré sin pausa. En un momento dado él se separó de mi.

-No sé lo que ha pasado, y no quiero presionarte para que me lo cuentes. Cuando estés preparada sabes que estaré aquí para escucharte, siempre. Mientras, sólo tienes que ser fuerte. Sé que puedes. Estoy convencido.- con su dedo me limpió las lágrimas que me estaban cayendo por la mejilla. Me miró con los ojos llenos de ternura. Era la primera vez que alguien me miraba con tanto cariño... 

No contesté, simplemente le hice un gesto para que arrancase el coche y llegar cuanto antes a casa. Llegamos y me enseñó la casa. Me dio unas toallas y me dijo que si quería podía ducharme para entrar en calor mientras él hacía la comida. Le dije que le ayudaba y que luego ya me ducharía, pero insistió en que fuese a ducharme, que así me relajaría, además así dejaría de tiritar, aún que realmente no sabía si tiritaba de frio o de nervios, de no saber afrontar la situación que estaba viviendo con Sam...

Subí al baño. Tenía una casa realmente increible. Me metí a la ducha e intenté relajarme. No tardé en salir, ya que quería ayudarle con la comida. Salí, me vestí con una camiseta suya, unos pantalones y una sudadera que me había dejado encima de su cama, y bajé. Cuando estaba en las escaleras me lo encontré mirándome, recto, con las manos detrás de su espalda, y sonriéndome. Lo había visto tantas veces en esa postura en fotos de revistas o reportajes que me parecía increíble que estuviese así delante de mi. 

-¿Cómo lo haces?

-¿Hacer el qué?

-Estar perfecta con cualquier cosa que te pongas.- me guiñó un ojo.- ¿Me acompaña a la mesa, señorita?-se echó a reir.

-¡Cállate! Que bobo eres, de verdad.- sonreí. No podía hacer otra cosa.

-¿Al menos no tienes frío, no?

-No, estoy muy calentita. Gracias.- dije con cara de niña pequeña.

Se dirigió a la mesa del comedor y yo le seguí. Ya estaba todo listo, los platos, la comida... Me daba la impresión de que había tardado mil años en la ducha, a pesar de darme toda la prisa del mundo. Nos sentamos, y me sirvió la comida. Le dije que no me echara demasiado porque apenas tenía hambre. Puso mala cara, pero aceptó. Empezamos a comer y acabamos bastante rápido. Por lo visto él tenía mucha hambre. Me levanté para recoger todo eso y llevarlo a la cocina pero me lo impidió, alegando que yo era la invitada y que no tenía que hacer nada. Me fui para el sofá y encendió la tele.

-Toma, dejo el poder en tus manos.- dijo riéndose mientras me daba el mando de la televisión.- Voy a ducharme yo también, vuelvo en 10 minutos.

Se fue y yo me quedé mirando a ver que echaban en la tele, pero nada me convencía, así que dejé en una serie que ya había visto, pero que me encantaba. Me acosté en el sofá para verla, pero pronto me dormí.

-Becca, me da pena despertarte, pero tienes que ir a tu casa, que ya es tarde.- dijo Harry mientras me pasaba su mano por mi cara. Noté que estaba con mi cabeza sobre sus piernas. Supongo que me habría movido cuando bajó despues de ducharse, pero yo no me di ni cuenta.- A no ser que quieras quedarte aqui a dormir. Hay camas de sobra, por eso no te preocupes. ¿Qué dices?

-Harry, ¿qué hora es?- murmuré sin abrir los ojos.

-Las 9.30. Pero aun tienes que cambiarte y llegar a casa... ¿O te quedas?

-Será mejor que me vaya.

Me levanté del sofá aún medio dormida, y al pasar por delante del espejo vi los pelos que tenía, e intenté colocarlos más o menos. ¡Qué vergüenza, dios! Subí, cogí mis cosas y avisé a Harry de que ya estaba lista. Salimos en su coche, y al llegar a mi casa había un coche aparcado delante de mi casa con alguien dentro. Lo reconocí en cuanto lo vi. Era el coche de Sam...

Through the dark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora