Belén:Me estaba mudando a México después de haberlo dejado, yo había nacido allí pero de chiquita fui a Argentina, no puedo negar que fui muy feliz en Argentina pero siempre sentí que allí no era mí lugar, viví allí hasta los 24 años y luego de casarme salí.
Salí de allá teniendo 15 hijos adoptivos y el corazón lleno de amor y sueños, mi mayor sueño era encontrar mi hermana menor, a esa altura era una chica con sus 19 años y todo lo que sabía es que su nombre era Anahí, cuando nos separaron ella era una nena y la han mandado a un horrible orfanato luego de la misteriosa muerte de papá, tal vez por eso yo siempre tuve esa inclinación natural a trabajar con niños, y por eso yo pasé cuatro años cuidando un orfanato en Argentina.
Ella era 9 años más chica que yo y cuando la llevaron Mamá se quedó re mal, a tal punto que dejó de soñar y sonreír.
Llegando al nuevo hogar, traté de desempacar y ordenar mis cosas.
Bajé las escaleras con intención de ir al súper pero no sabía donde quedaba, así decidí preguntar a algún vecino, fui caminando hasta encontrar una chica rubia con un vestido celeste.
La chica iba acompañada de una niña pequeña y la niña tenía un libro en manos.
— ¿Oye, dónde queda el súper? — Pregunté mirando la chica.
— A dos calles arriba. — La chica señaló con el brazo y yo la miré.
— Gracias. — Le saludé con la mano.
— ¿De nada, cómo te llamas? — Ella apretó mí mano y yo contesté.
— Belén Fraga y vos?
— Anahí puente. — la rubia sonrió y yo rodé los ojos porque ella se llamaba Anahí al igual que mí hermana.
— Un gusto conocerte. — Dije alejándome para al fin ir al súper.
Un mes después.
Anahí:
Ya iba un mes que yo estaba trabajando en el orfanato, mi relación con los niños iba increíble, yo me sentía feliz por convivir con ellos y con mí sueldo de celadora había al fin ganado la tenencia de Danna.
Nuestra convivencia era increíble y Danna estaba muy bien en el colegio, ella iba a primer grado y tenía a Mateo como su compañerito de clases.
Por ser mí vecina, Belén rápidamente se hizo mi amiga y nos llevábamos bastante bien, teníamos muchos parecidos, Belén tenía 15 hijos adoptados y antes de eso ella trabajaba en un orfanato llamado Rincón De Luz. Yo por otro lado trabajaba en un orfanato sin nombre y tenía una hija adoptiva pequeña.
En ese día yo había despertado un poco más triste de lo normal, aunque fuera el mes de mayo y estuviéramos en primavera, yo sentía que mi corazón se congelaba en un otoño infernal, desde que me separaron de mis hermanos yo empecé a odiar mis cumpleaños porque justo cuando yo estaba en mis cumples de 9 años mis padres murieron y yo y mis hermanos fuimos mandados a orfanatos diferentes y yo jamás los volví a ver.
Tiago tenía seis años y María tenía dos años cuando nos separaron y desde ese día mis cumpleaños nunca más fueron lo mismo, seguía entretenida en mis pensamientos mientras Danna me miraba.
— Oye.
— Hola mí amor. — Dije abrazando a mí hija pequeña.
— ¿Todo bien?
— ¿Bien y tú? — Pregunté.
— ¿Bien, te veo triste, que pasa?
— Nada, estoy divina. — Dije y me fui al baño, tenía que bañarme para el trabajo.