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Capitulo 004;

— ¿Recuerdas cuando me besaste para que Tae no lo hiciera primero? —me preguntó Mike mientras me lanzaba un trozo de chocolate que agarré en el aire con mi boca.
—Por supuesto, mi primer beso —y cómo no olvidarlo. Los rostros de Mike y Tae eran épicos, Tae no paró de quejarse en toda la tarde diciendo que yo no podía besar a alguien que comía pegamento.
Prefería eso antes que a sus labios.
—Y después, cuando las chicas se enteraron… ahora me da más risa que vergüenza —comentó. Me lanzó otro pedazo de chocolate, pero esta vez no lo alcancé. Él se rio de mí y yo le estrellé una almohada contra el rostro.
Nos habíamos convertido en grandes amigos después de todo. Mis padres botaron a la basura todas mis cosas más preciadas de Peter Pan en cuanto se enteraron que reprobé el año y junto con Mike fuimos los más listos de la clase. Pero sólo nos duró un año, al siguiente estuvimos tan perdidos como cuando nos fuimos de excursión y no encontrábamos el lugar donde se suponía que debíamos acampar.
—Pero yo sigo creyendo que Tae estaba celoso —dijo de pronto.
—No lo creo. Es que él siempre quiere ser el primero y el mejor en todo, sólo estaba enfadado porque le ganaste —argumenté, odiaba cuando hacía esos comentarios.
—No estés tan segura. Te apuesto a que si se enterara que tienes novio, reaccionaría igual que esa vez.
—Claro que reaccionaría así, yo habría tenido novio antes que él. ¿Acaso no me escuchas? —Mike rio más fuerte y se comió lo que quedaba de chocolate.
Estábamos en mi habitación viendo una película romántica, me seguían pareciendo igual de tontas que a los ocho años, pero al menos ya no me daban asco las escenas más íntimas. Por Mike no me preocupaba, resultó ser un galán innato en cuanto cumplió los doce, se dejó el flequillo, las pecas de su rostro se volvieron adorables ante los ojos de las demás chicas, era más alto que el resto y aparentaba dieciséis. Incluso Yuri le pidió una cita. Mike fue tan bueno que grabó ese momento para mostrármelo y reírnos de la cara de indignación que puso Yuri cuando él la rechazó.
Sin embargo, Tae no se quedaba atrás. A pesar de odiarlo, debía reconocer que estaba a la altura de mi amigo. Se dejó los rizos y como por arte de magia había crecido más de lo normal, me sacaba cabeza y media. Al final, Tae había regresado a mi Escuela con una beca, cosa que alegró mucho a Anie quien se sintió muy orgullosa. Jessica ya había salido de la escuela y había viajado a Londres para estudiar en una Universidad de allí.
Mint había crecido bastante también, en realidad, todos eran más altos que yo. Nos parecíamos en algo, con la diferencia que ella tenía el cabello más oscuro que el mío. Era la única que me apoyaba para detener las locuras de Dohee y Myung Ji.
Ellas seguían igual, cuando se enteraron que besé a Mike fueron inmediatamente a molestar a Mint. No sé cómo lo logró mi prima, pero se las quitó de encima en dos días.
—¿Tae con “novia”? —inquirió Mike. Lo golpeé en la cabeza con otra almohada.
—Sabes a lo que me refiero —le dije.
—Sí, lo sé. Me pregunto por qué no tendrá novia todavía, te debe estar esperando —en ese momento se cayó de la cama. Le di una patada en las costillas que le quitó la respiración e hizo que rodara hasta el suelo. No era la primera vez que hablábamos de este tema, por extraño que sonara, Mike tenía una obsesión con emparejarme con Tae, al igual que Dohee, Myung Ji, mamá y papá. Jandi nos ignoraba y Sully seguía en su mundo, así que al menos por parte de ellas no recibía ninguna burla.
—Deberías concéntrate en conseguir una novia tú, en vez de buscarle pareja a los demás —él se incorporó y se sentó frente a mí, me tomó de los hombros e hizo que lo mirara fijamente.
—¿En serio no me crees que le gustas a Tae? Ok, hagamos una apuesta.
Mala idea, no debía. Apostar contra Mike nunca traía cosas buenas. La última vez terminé en el hospital por intoxicación. Pero…
—Qué quieres apostar —era imposible negarse a una apuesta. Temía que algún día gastara todo el dinero de mis padres en un casino, por eso le pedía a Anie que guardara mi dinero y que me lo entregara en situaciones importantes.
—Te apuesto a que si consigues novio, Tae se pone celoso —lo pensé un poco. Sería bastante difícil.
—Yo no quiero tener novio —le respondí.
—Eso se arregla fácil. Me haré pasar por tu novio y veremos cómo reacciona Tae —asentí y lo volví a pensar.
—Si no pasa nada, yo gano. Y quiero que te disfraces de payaso y vayas en bicicleta hasta el centro comercial.
—Ok, pero si yo gano, tendrás hacer de Julieta en la obra de la escuela.
— ¿Estás loco? Tae va a adicionar para el papel de Romeo, no quiero ser Julieta —le reclamé.
—Entonces estás aceptando con anticipación que yo tengo razón —Mike sabía cómo provocarme, yo era tan débil y quería demostrarle a ese idiota que Tae sólo era mi enemigo.
—¿Cuándo comenzamos? —él sonrió de medio lado y miró el reloj que tenía en la pared.
—Ahora…ya. Vamos —me dijo. Sabía que quería empezar de inmediato.
Me puse de pie y salimos al pasillo. Mike fue despacio hasta la puerta de la habitación de Tae y pegó el oído a la madera.
—Está ahí, está hablando por teléfono —me susurró. Yo asentí y me acerqué a su lado.
Esto parecía una locura, y en realidad lo era. Pero qué importaba, tenía que ganarle a Mike.
—Tú sígueme la corriente e intenta no poner cara de asco si te digo cursilerías, ¿de acuerdo?
—Vale —le dije.
Nos separamos un poco de la puerta y Mike me abrazo.
—¡Te amo tanto, ________! —gritó.
—Sé más natural, idiota —le susurré. Él gruñó y me hizo callar.
—¡No puedo creer que hayas aceptado ser mi novia! —volvió a gritar. Quería golpearme en la cabeza, Mike no sabía actuar.
De pronto, la puerta se abrió y Tae salió con la cara pálida y el celular en la mano temblorosa.
—Después te llamo —le dijo a la persona detrás de la línea. Se quedó mirándonos unos segundos, hasta que se atrevió a hablar— ¿Son novios?
—Sí, se lo he pedido esta tarde. Es increíble que _______ sea mi novia, cuántos chicos estarán celosos —me removí entre los brazos de Mike y miré entre la maraña de pelo que me tapaba la vista a Tae.
Tenía el ceño fruncido y apretaba el celular tan fuerte que pensé que se lo destrozaría. Sólo atinó a mirar con desconfianza a Mike y se encerró en su habitación.
—Listo, gané —dijo Mike, soltándome abruptamente.
—Tú no has ganado nada. Yo no lo vi celoso.
—Eso es porque estás ciega —recordé cuando Tae intentó besarme y atacó a mi inocente ojo. Yo no podía gustarle, nos conocíamos desde los ocho años, éramos casi como hermanos. De esos que se llevaban como perros y gatos, pero hermanos al fin y al cabo.
—Necesitamos a un jurado que determine si Tae está celoso sí o no —le dije mientras bajábamos las escaleras para ir a buscar algo de comer.
—Ok, llamaré a Dohee…
—No, ella está de tu parte y te dará la razón. Myung Ji también. Que sea Mint —le dije.
—Ella es de tu equipo, tiene que ser alguien neutral —señaló.
— ¿Jandi?
—Ni siquiera nos habla —le di la razón y me detuve a pensar.
—Sully, ella nos dirá lo que ve —Mike estuvo de acuerdo y corrimos a buscar a mi hermana.
Cuando la encontramos en el living viendo televisión le pedimos que nos ayudara, le explicamos el asunto de la forma en que se viera como un juego inocente. Ella debía decirnos si notaba que Tae se mostraba celoso. Ella aceptó ayudarnos sin comprender del todo.
Tuvimos que hacer de pareja feliz y enamorada durante una semana, ya que Sully decía que mientras más tiempo pasara, más se notaría si Tae estaba celoso o no. Fue agonizante ir de la mano de Mike para todos lados, recibiendo miradas envenenadas por parte de las chicas de la escuela.
Cuando acabó el plazo que nos propuso Sully, nos sentamos en su cama mientras ella sacaba un cuaderno donde había anotado sus observaciones.
—Bien, Sully. Dile a esta cabeza hueca que yo tengo razón —le dijo Mike. Le empujé para que se cayera de la cama, pero Sully nos detuvo antes de que iniciáramos una pelea.
—Bien, cuando Mike abrazaba a ________, Tae gruñía y se alejaba. Cuando se tomaban de las manos, Tae gruñía y se alejaba. Cuando se decían tonterías, Tae gruñía y se alejaba. Cuando se miraban, Tae…
—Gruñía y se alejaba, nos quedó claro, Sully —le dije, ya desesperada—. ¿Cuál es el veredicto?
—Tae está celoso.
— ¡Gané! —exclamó Mike. Yo sentí la derrota como un peso más en mi espalda. Odiaba perder, en especial contra Mike, quien me ponía estúpidas consecuencias.
—Ahora tendrás que hacer de Julieta junto a Tae. Pobrecito, sufrió toda la semana, pero recibirá su recompensa —me esperaban unos días difíciles.
Las audiciones para la obra eran en dos semanas, nos harían actuar en parejas para los papeles principales y debíamos aprendernos la escena del balcón. La peor de todas.
Mike le contó personalmente a Tae que yo adicionaría por amor al teatro, y que lamentablemente nuestra relación no había funcionado y que preferíamos quedar sólo como amigos. No quise escuchar cuando me explicó la cara de alegría que había puesto Tae al escuchar eso.
Las dos semanas se me pasaron lentas, Dohee se había ofrecido voluntaria para elegirme el vestuario y Myung Ji me ayudaba a memorizar las líneas. Casi me daba de golpes contra la mesa porque yo no ponía ningún esfuerzo por aprendérmelas.
Mint no intentaba persuadirme para que cooperara, me dijo que si estuviera en mi lugar, haría lo mismo.
Y el gran día llegó, estaba horrorizada y con nauseas a causa de los nervios, esto me iba a matar.
Había pocos chicos para el papel de Romeo, y menos para los papeles secundarios. En cambio, para Julieta… los vestidores estaban llenos de chicas maquillándose, prestándose brillo labial y recitando las líneas al revés y al derecho. Ahora comenzaba a arrepentirme de no haber estudiado un poco más, no me gustaba esto, pero tampoco quería quedar como una tonta en el escenario
Como me ahogaba con tantas personas en un espacio tan reducido, salí a caminar por los pasillos detrás del escenario. Teníamos un teatro subterráneo en la escuela, era asombrosa la forma que tenían de malgastar el dinero en este pueblo.
En una esquina, hecho un ovillo, me encontré con Dae. Ya no era amigo de Yuri porque se había dado cuenta que ella era una estúpida. Además, desde que Tae regresó, él le pidió disculpas por haberlo molestado y ahora eran amigos.
—¿Para qué papel audiciones? —le pregunté. Él levantó la cabeza y lo vi bastante nervioso.
—Romeo —me senté a su lado y le ofrecí un caramelo de menta. Él lo aceptó y se lo comió—. ¿Y tú?
—Julieta —le dije. Nos quedamos así por un momento hasta que él carraspeó y se frotó los ojos con las manos.
—No lo lograré —me dijo.
—No pienses así, yo ni siquiera me aprendí las líneas y no estoy nerviosa —le mentí—. Además, creo que lo harás bien.
—Tae también está para el papel, el actúa.
—No te preocupes por ese idiota, lo harás bien.
Dae me sonrió y me abrazó, si cuando teníamos nueve años él no hubiese sido amigo de Yuri, seguro que ahora bromearíamos al igual que como lo hacía con Mike.
—Perdón por llamarte “_______ descerebrada”. No lo haré nunca más, y si lo hiciera, Tae se enfadaría mucho conmigo —hice una mueca al oír eso. Eso no había ayudado.
—Ok. Mejor vayamos a ver si es nuestro turno —le dije, para cambiar de tema. Llegamos juntos hasta detrás del telón y desde allí vi como algunas chicas se amontonaban en una fila para que les tocara junto a Tae.
Mike nunca me dijo que pasaría si no pasaba la audición, todo dependía de que tan mal lo hiciera.
—La primera pareja…—escuché decir al maestro de teatro—. Dae y Dara.
Una chica castaña salió al escenario y yo le dediqué una sonrisa de ánimos a Dae para que se quitara los nervios de encima.
Todos vimos la escena, Dae actuaba muy bien, era verlo y emocionarse. Dara no era la gran cosa, pero lo hacía bien. Hasta que llegó la parte del beso. Y de verdad se besaron.
Por Dios, no había pensado en esa parte.
Estaba tan concentrada arruinándolo que había olvidado que en la escena del balcón los personajes se besaban.
Cuando terminaron, los aplaudimos y esperamos a que el maestro dijera los próximos nombres. Las chicas estaban alteradas, los nombres eran al azar y por lo que alcanzaba a escuchar, querían que les tocara Tae.
—Spencer y Samantha —Samantha refunfuñó y salió de mala gana al escenario.
Pasaron tres parejas más hasta que nombraron a Tae. Las chicas parecían estar en un gallinero.
—Kim Tae Hyung y…
—Que diga mi nombre…
—Que me toque a mí… —murmuraban algunas.
“A mí no, por favor, no- Te juro que haré mis deberes, que me portaré bien y que no golpeare a Mike”
—_______ Albot.
“Listo. Me portaré mal el resto del año”
Pelear con Dios y con la suerte no me ayudarían en nada.
Las chicas bufaron detrás de mí y salí con el vestido rojo que había elegido Dohee para mí.
Sentía los pies pesados y el corazón me latía de una manera que pensé que me subiría por la garganta y lo vomitaría.
No dejaban entrar público para las audiciones, sólo estaba el maestro y algunos chicos del taller de teatro para evaluarnos. Sin mencionar a todos los chicos que vinieron por un papel que nos observaban detrás del telón.
Tae comenzó a recitar sus líneas, pero no le escuchaba. Para lo único que tenía oídos era para mí pulso que parecía ir más rápido a cada segundo.
—…¡Quién fuera guante de esa mano para poder tocar su mejilla!
Reaccioné. Debía decir algo, aunque no sabía qué.
—Ay, de mí —susurró Tae.
Era como una manía que tenía el destino de hacer que Tae me dijera las respuestas sobre obras de Shakespeare.
—¡Ay, de mí! —exclamé desde lo alto del balcón. Y de verdad me compadecía de mí misma.
Mataría con mis propias manos a Mike en cuanto saliera de esta.
Como por magia, recordé algunas ideas vagas de lo que tenía que decir los siguientes cinco minutos, Tae lo hacía más que bien, era tan creíble que de verdad pensé que sufría por amor. Yo era como una piedra en el agua, me hundía a mí misma con cada palabra, con cada gesto que hiciera. La actuación no era uno de mis talentos.
—¡Que el sueño descase en tus dulces ojos y la paz de tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo la paz en que se duerme tu belleza!
Era la última línea de la escena, Tae ya había trepado por la escalera escondida con utilería del balcón y sólo nos faltaba besarnos para terminar con esta tortura.
Se acercó a mi rostro, mientras yo lo alejaba lo más posible. Pero no había escapatoria, el final siempre sería el mismo por más que me apartara.
Sólo quedaba una cosa por hacer, al igual que con Mike a los diez años, hacerlo lo más rápido posible.
Cerré los ojos y lo único que sentí por unos segundos fue una presión sobre mis labios, escuché a lo lejos algunos suspiros que supuse serían de las chicas que querían estar en mi lugar.
Debía ser un beso apasionado y que demostrara todo el amor que sentían los personajes, pero no podía porque no sentía nada más que cosquillas sobre mi boca.
Era una buena forma de arruinar mi audición, pero de repente me sentí estúpida. No había podido decir mis líneas, era mala actriz y ni siquiera podía besar bien. Me había mostrado como una fracasada. Todo por culpa de Mike.
Así que me dije a mi misma, mientras tenía el beso más aburrido de la historia con Tae: “Demostrémosle que no eres tan tonta, y al menos haz algo bien para sacárselo en cara a Mike”.
Pensé en cómo se sentiría Julieta al besar a su amado por primera vez, en cómo me sentiría yo si amara demasiado a alguien, y agarré del cabello a Tae y lo acerqué más a mí. Cerré con más fuerza los ojos y moví los labios para darle más realismo, Tae me siguió el ritmo y me sostuvo de la nuca para acortar la poca distancia que nos quedaba.
Me empezó a faltar aire y quise separarme, pero Tae me lo impidió. Me tenía sujeta y se negaba a soltarme. En un momento me mordió el labio y ahí supe que las cosas se estaban pasando. Traté de zafarme, sin embargo, sólo conseguía que Tae me besara más rápido.
Este chico iba a ahogarme si no paraba.
¿Por qué el maestro no detenía la escena?
Abrí los ojos y miré hacía los asientos del público, el maestro miraba atentamente y tomaba notas. ¿Cuánto duraría esto?
Entonces, cometí el error de mirar a Tae a los ojos.
Los tenía abiertos y me miraba fijamente. Desde ahí dejé de pensar.
Sentí aquellas mariposas que Dohee me había descrito a los diez años, y como había dicho Myung Ji, las rodillas me temblaron. Creí que caería en cualquier momento del balcón.
Ahora el beso me sabía a algodón de azúcar, eran como caricias dentro de mi estómago.
Finalmente, Tae se separó y chocó nuestras frentes, junté nuestras narices y lo volví a besar. Después podía regañarme y avergonzarme.
Más algo tenía que salir mal.
Sentí como Tae iba separando sus labios de los míos, cuando lo miré y comprendí lo que sucedía, él ya estaba cayendo.
La escalera cedió y se fue atrás con Tae a cuestas, cayeron con un sonido estruendoso.
Las chicas gritaron y el maestro se apresuró en socorrer a Tae.
Recién ahí reaccioné.
¿Qué había hecho?
Había besado a Tae, lo hice. Y me dejé llevar, que fue lo peor de todo.
Desde abajo el maestro levantó el pulgar para decirnos que Tae se encontraba bien, él se levantó y se lo llevaron a la enfermería. Yo seguía parada en el balcón, esperando a que Romeo volviera.
No me gustaba Tae, pero después de eso me sentí muy confundida.
Era poco probable que me terminara gustando, pero tampoco imposible.

ㅡ 𝕸𝖎 𝖍𝖎𝖘𝖙𝖔𝖗𝖎𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora