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—¡Papá! —gritó Jisu. Movió los brazos con energía y botó un vaso con bebida, derramando todo sobre el mantel nuevo.

—Jisu, mira lo que hiciste —le regañó Laura. Era divertido ver cómo Jin se comportaba como un niño al lado de su hijo, haciendo enojar a Laura. Tae rió conmigo, ocultando su sonrisa detrás de mí cabello, mientras sostenía a Sami.

—Tae, detente o botarás a la niña —murmuré, sin mucho convencimiento.

—No le pasará nada.

Y eso era verdad, Sami era la devoción de Tae, lo daba todo por ella. Y como hoy era su cumpleaños, no la soltaba ni siquiera para ir al baño, quería pasar cada minuto del día a su lado, a pesar de que Sami llorara porque quería caminar y jugar con Jisu.

Era extraño estar todos juntos. Al final, Dohee seguía con Jimin, Laura casada con Jin ante un impulso, Myung Ji era muy amiga de Jungkook aunque todo el mundo sabía que había algo más, y Mint, mi querida prima, al final había logrado vencer la timidez y se quedó con Dae. Era estupendo saber que mis mejores amigos estaban juntos, todos, y que ahora nos visitaran junto a mis padres y Anie en el cumpleaños de Sami.

—¡Papá! —volvió a gritar Jisu y esta vez lanzó un pedazo de pastel contra el rostro de Jin. Tae estalló en carcajadas, agradeciendo que Sami fuera tan calmada y no una revoltosa como Jisu.

—¡Jisu kim! —exclamó Jin. Su grito despertó a Sami, que se había quedado dormida hace poco, y se puso a llorar con ganas. Y Jisu la siguió.

—¿Ya ves lo que haces, Jin? —le regañó Jungkook—. Eres un desconsiderado, haces llorar a tu hijo y a tu sobrina, que mal tío eres.

—No seas tan cruel, Jungkook —replicó Jin.

—Pásamela —le dije a Tae en medio de la pelea. Al principio no quiso, pero terminó por entregármela al ver que Sami no dejaba de llorar.

Sami se quedó tranquila de inmediato y comenzó a jugar con mi cabello, como siempre hacia cuando la sostenía yo. Acarició mi rostro con sus manos y la besé en la mejilla. Era sorprendente cómo cada vez sus ojos se parecían más a los de Tae, y su cabello castaño y rulado también. Eran demasiadas coincidencias, e incluso llegué a preguntarle a Tae si no me había engañado con alguien, porque Sami era su vivo reflejo. Pero siempre él me respondía que jamás se atrevería a mirar a otra mujer cuando estuvo más de la mitad de su vida enamorado de mí. Podrían pasar los años, pero ese lado cursi y romántico de Tae, me temía, que no se iría jamás. Aunque en parte me alegraba, eso significaba una discusión diaria, y una reconciliación también.

Pero sin duda, lo que más me gustaba, era cuando al final él me decía que no tenía ojos para nadie más porque me amaba demasiado, y también a Sami, y no se atrevería a destruir la felicidad que tanto le costó construir.

Era un romántico sin causa ni solución.

—¡Las velas! —gritó de pronto Sully. Ver a mi hermana pequeña, ya adolescente casi adulta, era divertido, porque aún no podía quitarme de la cabeza esa vez que nos ayudó a mí y a Mike a saber si Tae estaba celoso. Extrañaba esos años, pero también estaba emocionada por los que vendrían.

Si me ponía a recordar, habíamos cometido demasiadas locuras cuando jóvenes, más jóvenes que ahora. Era una exagerada e histérica, me arrepiento de haberme comportado tan fría el cumpleaños de Tae y mostrarme indiferente ante su declaración, me arrepentía demasiado, por eso, trataba de hacer lo mejor para él siempre. Porque le amaba y nunca me había sentido tan segura de algo.

Colocaron las velas en la torta y cántanos el cumpleaños feliz, Sami no parecía emocionada, seguía algo asustada por todas las personas a su alrededor, estaba acostumbrada a mi presencia la mayor parte del día, a Tae por las tardes cuando llegaba del trabajo y de Nana y Asesino, nuestras mascotas.

Tae y Jisu soplaron las velas por Sami, y Jin estampó el rostro de Tae en el pastel. Laura estaba al borde del colapso y Jimin y Jungkook no hacían más que reírse, mientras Dae intentaba limpiar a Tae.

Dejé a Sami con Jisu para que jugara, se llevaban bastante bien y eso no le agradaba para nada a Tae, consideraba a Jisu como una amenaza. Decía que le quitaba tiempo de su hija. Un padre celoso y esposo también.

Miré a todos mientras comían pastel, y de repente, Tae me atrapó en sus brazos y me apartó hasta nuestra habitación.

—¿Qué sucede, Rulos? —inquirí, sentándome en la cama.

—Sabes, no lo hacemos tan mal como padres, ¿no lo crees?

—Pff... tú eres un súper papá, así que supongo que no —sonrió de medio lado y se arrodillo frente a mí. Me besó en los labios, con dulzura y me recordó esa vez en que me besó el día que comenzó todo esta locura. La diferencia, es que la primera vez me obligué a reprimirme por la rabia que sentía, pero ahora, dejé que mis labios respondieran por mí y se fundieran con el aliento de Tae.

—Estaba pensando... que Sami se podría sentir algo sola... —murmuró contra mi oído cuando nos dejamos de besar.

Lo miré por unos segundos y sonreí como tantas otras veces.

Sabía de lo que estaba hablando.

—Bien, pero que esta vez no se parezca a ti, o de verdad comenzaré a sospechar —el rió por lo bajo y me volvió a besar, esta vez, como si el mundo se fuera a acabar.  

ㅡ 𝕸𝖎 𝖍𝖎𝖘𝖙𝖔𝖗𝖎𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora