🌸tres🌸

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No sé cuánto habremos caminado, pero se me hizo una eternidad. Por fin llegamos a un lugar que olía a chivo mezclado con cebolla (imagínense) y tenía una pinta horrible, además parecía que estaba lleno de borrachos y villeros, no es mi estilo para nada. Ramón -como descubrí que se llamaba- me llevó adentro otra vez pasando por alto mi espacio personal y poniendo su brazo alrededor de mi cintura, lo miré con una mueca más que asesina y se ve que se dió cuenta porque retiró su brazo de inmediato.

-¡Eh Pedro!- dijo el chabón con toda la onda hablándole directamente al ¿chef? Lo que sea. El hombre lo miró y sonrió ampliamente mostrando que le faltaban dos dientes y pasó su puño por su nariz. Que asco, no me digan que ese va a cocinar. -Dos hamburguesa wachín.

Traté de aguantar las ganas de vomitar que me daba ese lugar y miré alrededor. Mala idea, las personas que estaban ahí me miraron raro, muchos tenían facha de villeros y otros estaban más borrachos que... Lo que sea que esté muy borracho, incluso había unas cuantas minas ahí, re zarpadas, usaban minis más cortas que el meñique de Jimin. Tragué en seco todo el miedo y el asco y volví hacia Ramón, él se había sentado en una banqueta y estaba tomando una gaseosa manaos de la botella. Me indicó que me siente, eso hice, no había razón para molestarlo pero cuando me dió la gaseosa que segundos antes él había tomado ya me importó una mierda no molestarlo, le dije que no de una y se quedó con cara de perrito mojado.

-Che Ramón- dijo el chef de pronto llegando con dos hamburguesas chorreando grasa, las miré con asco mientras el tipo me dejaba una en la mesa, ¡sobre un papel! -¿Es tu novia?

Negué rotundamente y estaba a punto de gritar un "Ni en pedo" pero Ramón se me antepuso.

-Todavía no wacho ¿No está re buena?

Podía imaginar y soportar que uno pensara que parezco mina, ¿¡pero los dos!? ¿¡Enserio!?

-¡Basta!- dije demasiado enojado como para pensar. -¡No soy tu novio! ¡Nunca voy a ser tu novio! Ni siquiera me agradás boludo. Dame los celulares así me voy por fin de este lugar y no te veo nunca más.

Sí, fuí un poquito rudo, pero se lo merece. Ramón me miró como triste y después miró directamente hacia su hamburguesa, metió la mano en el bolsillo de su campera y sacó dos celulares.

-Bue, tenés razón, hicimos un trato.- dijo y me extendió los teléfonos. Arqueé una ceja y miré a los aparatos, uno era el de Kook y El otro de la chiquita esa que anda con nosotros. Pero... Faltaba uno.

-Esperá...- dije y lo miré con el ceño fruncido. -¿Donde está el que falta?

-Yo te dije que te iba a devolver los celulares, pero no te dije cuantos... Re piola ¿no?

Sentía mi sangre hirviendo, me chupaba un huevo los otros celulares, el que quería no estaba. Me levanté de golpe y agarré a Ramón del cuello de la campera, él me miró con los ojos bien abiertos, parecía indefenso.

-Mirá, pelotudo, vine hasta acá con una persona como vos para buscar el puto celular de Jimin porque tiene algo súper importante en él y ahora supuestamente no lo tenés, ¿vos me estás cargando? Necesito ese teléfono.

-Pará mamasa.- dijo defendiéndose mientras ponía sus manos sobre las mías y sonreía. -So re violenta.

-Y todavía no me conocés. Decime dónde dejaste el teléfono.

Él hizo una mueca rara y se rascó la cabeza inocentemente, aunque para Jin lo que menos era es eso.

-Ah, el otro lo vendí a un chabón del centro. Me dió unos doscientos mangos y me compré alta llanta con eso.

Qué. No, no, no.

—¡No puede ser! ¡¿Te das cuenta de que le cagaste la vida a mi amigo?!— Hice una mueca totalmente asesina y transformé mis manos en puños, la rabia me consumía, no tanto por Jimin si no porque había tenido que salir con ese negro villero. —¡Basta, te odio! ¡Me voy!— empecé a caminar lejos de él dándole la espalda, las personas nos miraban, más a mi. —¡Ah, y para que te quede claro, soy hombre!

Miré con una sonrisa maligna hacia atrás para ver su reacción pero lo que encontré fué al negrito boludo riéndose de algo en su teléfono (quiero imaginar que es suyo). Me había ignorado, nadie me ignora. Volví hacia donde estaba él.

—¿Me escuchaste?

Ramón me miró saliendo de su "trance" y negó frunciendo el ceño. La fruta que lo parió.

—Eu, wacha, si tanto necesitas el coso ese podemos recuperarlo.

Ahora había captado mi atención, crucé mis brazos sobre mi pecho y lo miré con una ceja levantada.

—Hablá.

—Se lo vendí a un chabón del centro, vamo' y se lo choreo de nuevo.

Escucharlo hablar sin dudas era como tener cien mosquitos zumbando en cada oído, insoportable y molesto.

—¿Del centro? Bueno, por lo menos es de capital. — Él se empezó a reír con todo y me dejó a mi re Jungshook. —¿De qué te reís?

—Del centro de la villa mamá.

¡Hola Princesa! (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora