Trabajo en la cafetería del Edificio Galaxia.
Es el más grande de toda la ciudad, de toda la isla. Sabes que es ese, porque resalta entre todos los edificios y queda ubicado en el centro de la ciudad.
Es a donde me dirijo ahora.
Yo podría coger un taxi y llegar en quince minutos, pero prefiero venirme en bus; así ahorro más dinero. Además en bus son treinta minutos y no veo mucha diferencia. Solo que desde la parada del bus al edificio son cinco cuadras y obviamente tengo que caminar.
Ahora me encuentro en la segunda cuadra.
Todos los días observo los mismos lugares, percibo los mismos olores y algunas que otras veces, saludo a la gente. Me gusta caminar, pero la mayoría de las veces que voy al trabajo lo hago muy rápido. Mi jefa, Karla, es algo estricta y refunfuñona.
Sin embargo, hoy no me apresuro mucho, ya que Karla me ha enviado un texto diciéndome que podía llegar tarde. La verdad es que no sé por qué. En los tres años que tengo trabajando allí, no me había permitido llegar tarde. Por lo menos me da tiempo de hacer algunos asuntos.
Uno de ellos es pasar por la tienda de los espejos.
En mi casa había un espejo grande que era casi del tamaño de la pared. Desde que cumplí los dieciocho, me veía en el todos los días. Casi todo en mi era normal: delgada, estatura mediana, cabello negro hasta los hombros y mi piel blanca. Lo único fuera de lugar eran mis ojos. Luego de unos meses desde que murió papá, tuvimos que vender el gran espejo junto con su telescopio. La verdad es que fue una difícil decisión, pero no teníamos como comprar comida.
Desde entonces, no me interesa pararme en frente de un espejo. Voy a comprar uno porque mi madre ha insistido en que lo haga; según ella, siempre salgo desarreglada para la calle.
Soy la única persona en la tienda.
Supongo que es porque acaban de abrir. Aquí hay espejos de todo tipo. Desde redondos, a cuadrados y otros con algunas formas que no había visto antes. Supongo que esos son los más costosos. He reunido todo un mes de dinero para comprar uno, así que tengo que elegir uno barato. Aun así, veo los precios y sobrepasan mi presupuesto.
¿Pero de qué están hechos? ¿De polvo cósmico? pienso.
Casi me rio. Mi padre usaba esa expresión cuando veía algún artefacto caro.
Veo una puerta entreabierta y camino hacia ella con la esperanza de encontrar espejos más baratos, pero me encuentro en un cuarto completamente hecho de vidrio. Mi reflejo esta por todos lados. Es como si hubiesen muchas yo. Me fijo en mi aspecto. Nada ha cambiado, excepto por mi estatura y mi pelo que ha crecido hasta la espalda.
Mis ojos siguen siendo los mismos; uno verde, el otro azul.
No entiendo a qué va mi madre con eso de que siempre ando desarreglada.
Podría decir que me veo bien. La ropa que llevo hoy—blue jean desteñido y una camiseta que se supone que era negra, pero esta tan pálida por el uso— hacen que me vea sencilla. Los converse que llevo están algo viejos, pero aún son fieles resistentes.
La única cosa que no me imponen en la cafetería es la forma de vestirme. Me puedo vestir como quiero. Para ser la cafetería del edificio más prestigioso de la ciudad, me parece raro que no exijan vestirse de punta en blanco. Supongo que, como usamos delantal, no hay ningún problema en lo que haya debajo.
Excepto por los pantalones rotos que usé la última vez. Karla me prohibió usar esos para siempre.
Miro mi móvil y veo que ya han pasado veinte minutos desde que abrió la cafetería, así que dejo de mirarme.
Esto ha sido una pérdida de tiempo.
No voy a poder comprar un espejo aquí.
Tengo que reunir mucho más.
Me dirijo decepcionada a la puerta de salida, pero veo de reojo que a mi derecha hay algo que parece brillar. Me volteo y el brillo se ha ido.
Veo que ha venido de un objeto que está cubierto por una tela. Me acerco y tiro de la tela.
No debí hacer eso.
Una montaña de polvo me cae encima.
Comienzo a sacudirme y a toser. Me arde la vista. Me ha caído polvo en los ojos.
Cuando por fin asimilo la vista veo que el objeto simplemente es otro espejo. Luce algo viejo y normal. Tiene forma ovalada y su marco es algo extraño.
Pero lo más raro es que me pareció ver algo que brillaba dentro de él.
Tonterías.
Miro su precio y es barato. Incluso con el dinero que me sobra, podría comprar una bolsita de frutos secos en la tienda de la esquina.
Obviamente que el espejo es barato. Estaba llenísimo de polvo y no necesariamente de polvo cósmico.
Lo barato sale caro, pienso.
Lo compro y me dirijo al trabajo.
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AMOR ETEREO
Ciencia Ficción"Hay algunos que nacen con estrella y otros estrellados, y aunque tú no lo quieras creer, yo soy de las estrelladísimas..."