Capitulo VIII

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Violet pregunto aturdida la razón por la que la joven hizo tal atrocidad y el respondió que lo hizo por amor, porque si en algún momento a él lo intentaban matar por todos los asesinatos que el cometió no iban a poder hacerlo, porque el ya no moría, al menos no con los métodos humanos, estaba literalmente muerto en vida y un muerto no puedo morir dos veces.

Y ella tenía razón, al poco tiempo de ella convertirlo la policía fue tras él y aquel joven siguió las ordenes de su amada, fingió su muerte y cuando logro despistar a la policía fue tras Annelise, quien lo esperaba con una sonrisa.

Los dos amantes recorrieron el mundo como quería la joven,

Cuando se dirigían hacia una playa del Caribe, tuvieron un grave accidente, al despertar el joven no encontró a la muchacha y desde ese día a dedicado la mayor parte de su miserable vida a encontrarla.

¾ ¿Y cómo sabes que aun vive? – preguntó curiosa la rubia

¾ Desde que pasas de ser humano a vampiro tienes una conexión con la persona que te transformó- dijo el joven mirando al cielo – y nosotros teníamos algo mucho más fuerte que eso. Estábamos unidos por algo grande. El amor mueve todo y algún día se que la encontrare.

Violet se encontraba sorprendida por todo lo que acaba de escuchar. Sin embargo, no dijo nada en contra de esto, en cambio se alegro de que este no esté disponible y sea un loco empedernido con la idea de que algún día encontrara a la mujer que se robo sus suspiros.

Aparte de que tampoco ella no tenia duda de que el joven no le estaba contando todo, pero se aseguró que solo se lo reservaba era su vida privada, el no tenía razones para contarle eso a una completa extraña.

Es mejor evitar, en lo posible, saber demasiado sobre la vida de las personas.

Charles se sentó y agachó su cabeza.

Violet estaba tan concentrada observando el comportamiento de aquel joven que no parecía darse cuenta de la mirada de reojo que este le daba.

El pelirrojo la observaba detalladamente, fijándose en cada aspecto de esta, desde su figura esbelta y bonita hasta sus hermosos labios.

¾ ¿Dónde crees que estará? – pegunto violet

Charles se quedo casi una eternidad en silencio hasta que finalmente hablo: - No lo sé

¾ Eres ciertamente muy peculiar ¿lo sabías? No la sientes ni cerca ni lejos, es algo raro

¾ Claro que la siento, la siento muy cerca.

¾ Señorita Lowell – escucharon a lo lejos una voz agitada que se iba acercando mas y mas.

Charles volteo la mirada y violet trato de adivinar de quien era la voz. El joven Dickens se acercó y le pidió disculpa a la joven por su comportamiento, esta lo rechazó pero él siguió insistiendo.

Charles lo escuchaba indiferente mientras la rubia intentaba perdonar al hombre que había arruinado su integridad delante de Catherine y esto la enfureció más, pero lo disculpó.

Antes de que el joven Dickens pudiera responder, Charles alzó la voz y le preguntó a la rubia que si podía llevarla a casa y esta aceptó, Alans, indignado agarró la mano de la muchacha.

¾ A ver, violet, apenas puedo contener mi sorpresa por lo sucedido y ya te estás yendo con un chico a tu casa, tu madre te ha dejado conmigo hoy.

¾ Ella no manda en mi – dijo la rubia – por lo menos, ya no.

Alans no contestó, pero el pelirrojo asintió y junto a la rubia abandonaron el lugar.

Si no hubiera sido por la interrupción del joven Dickens charles le hubiese contado eso lo atormenta a violet y eso lo disgustaba tanto. Desde aquel momento la aberración hacia los humanos creció, el no soportaba a aquellas personas que le hacían recordar lo que el tanto añoraba: vida.

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