Yuri On Ice - Historias de Amor Vergonzosas

Café 'El Amor Verdadero'

"Tienes una cara tan hermosa. He estado soñando con ella entre mis piernas"

Era ya el último día de vacaciones, el sol irradiaba imponentes rayos color arrebol y el mar se teñía de un cerúleo oscuro y brillante, pequeñas puntas efervescentes se formaban con cada movimiento del agua y el calor era abrasador.

Yuri estaba parado al borde de la playa, justo donde las olas lamían la arena. Le gustaba sentir cómo el agua templada acariciaba suavemente sus pies, y la textura de la arena húmeda era agradable al punto de hacerle sentir con las plantas fuera del suelo.
La verdad era que ver la madrugada le hacía entrar en un modo reflexivo, incluso más que el atardecer. Se sentía solo, indeseable, aún cuando tenía un abuelo que lo amaba, una bonita casa y una madurez muy inusual para un chico de quince años; la desolación había surgido en él desde su pre-adolescencia, y persistió hasta entonces. A los quince años, lo único que Yuri Plisetsky deseaba más que nada era un amigo, alguien que lo amase genuinamente por quién era.

"¿Estás bien?" Una voz ronca y susurrante le preguntó, seguido del gentil tacto de una mano sobre su hombro

Yuri se sobresaltó. Pues sin haberse dado cuenta, las lágrimas habían comenzado a brotar y esparcirse por su rostro.

"Y-Yo..."

Se había quedado sin palabras, la entera situación le avergonzaba... El joven en frente suyo se rascó la nuca, no muy seguro de qué hacer por su parte.

"No tienes por qué contarme si no lo deseas. Pero lo que sea que te esté ocurriendo, llegará a su fin pronto" El muchacho castaño sacó su billetera y le dio una buena cantidad de dinero al rubio, quien abrió ampliamente sus ojos cetrinos aún aguosos, "Sé que el dinero no da felicidad, pero lo material ayuda a salir de una tristeza momentánea a veces" Le dedicó una sonrisa amable, como Yuri nunca antes había visto

"Lo siento... Realmente no necesito dinero" El rubio le devolvió la sonrisa, pero esta era más bien una melancólica, "Sólo necesito un amigo" Dijo, y sus manos devolvieron los billetes

"Puedo ser tu amigo" Fue todo lo necesario a decir para atraer su atención nuevamente, "Mi nombre es Otabek. Podemos ir a desayunar para conocernos mejor si quieres"

{...}

El adolescente retozaba por su habitación, como un auténtico jinete de nubes, enamorado e ilusionado. Su boca canturreaba la letra de 'Love Letters on the Sand', mientras que su esbelto cuerpo danzaba con un acompañante imaginario.

"¡Yuri! ¡Son las once de la noche! ¡Apaga esa música y vete a dormir!" Su abuelo gritó desde abajo, mas no hubo caso, el joven subió el volumen del antiguo tocadiscos y se arrojó a la cama despreocupadamente.

Tomó una almohada y se abrazó a ella, rodando de lado a lado al mismo tiempo que sus labios seguían moviéndose al ritmo de la melodía.

Otabek era todo en lo que podía pensar... Su rostro rasgado, su piel bronceada, su cabello azabache con esa textura única, sus ojos tan oscuros y brillantes como una noche estrellada, y su sonrisa... tan amable, y aún así varonil y sexy... ¡Por Dios! Necesitaba verlo de nuevo. Mientras se mordía los labios, el sólo pensar en su visaje escultural hacía que sus mejillas ardiesen y sintiese un agradable cosquilleo en todo el cuerpo. Necesitaba verlo, abrazarlo, tocarlo... tocarlo, sí, necesitaba más de su tacto, pero no sentía que un simple abrazo pudiese satisfacerlo.

No quería su amistad. Quería mucho más que eso.

Mientras la canción terminaba, Yuri comenzó a retratar en su mente una cita perfecta con Otabek.
Él vendría a recogerlo en la mañana, e irían a desayunar en el café que habían visitado la última vez (irónicamente, se llamaba 'Café El Amor Verdadero'), ordenarían unos huevos en forma de corazón para compartirlos y sus dedos se entrelazarían al verse a los ojos, los pies de Otabek buscarían los suyos debajo de la mesa, y ambas extremidades se acariciarían afectuosamente en secreto. Montarían su motocicleta nuevamente e irían a un lugar lejano, aislado de todos aquellos curiosos que quieran mirar, se besarían hasta hartarse de la dulzura de sus labios y luego... luego...