Capítulo 7.

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Spencer es un Policía muy guapo e inteligente, él sería quién me ayudaría a descubrir lo que estaba sucediendo, nos veríamos después del entierro.

Me fui a casa, mi hermano me esperaba en la entrada molesto por no estar pendiente

Yo tenía qué arreglar asunto y el tenía qué arreglar los suyos.

—¡Te he estado esperando para hablar! —me gritó molesto—

—no, necesito hablar contigo, -Entre empujando su bloqueo en la puerta

—¡me parece perfecto! Hoy en la tarde es el entierro, pero creo que eres la única que no lo sabe, ¡que no le interesa lo que sucede aqui!

—para que Alex, ellos estan muertos, de que me sirve, además tu te largaste y jamás quisiste saber de nosotros, que hipócrita eres

—Lo se, pero no me pueden señalar por eso

—Eres patético, mejor regresa de donde viniste

—Ya no puedo regresar, quién se hara cargo de ti; Mira hablemos eh querido hablar contigo no te he dicho que los cremaran

—¡que estupidez! Y a quien le preguntaste no puedes llegar y hacer lo que te de la gana, ¡no entiendes!

—se cremaran sus cuerpos, lo decidí, eso es lo que eh querido decirte y preguntarte, pero no has prestado atención a este suseso, necesitó que me digas exactamente, ¿que pasa?

Lo miré queriendo desearle lo peor, estaba muy enojada con él, con todos, hasta con el mundo entero.

—¿Me acompañaras a la cremación?

—Si, vamos, —dije en voz muy baja y molesta—

—Después de la cremación tenemos que arreglar asuntos pendientes —dijo Alex—

Le di la espalda sin contestarle y salimos hacía el crematorio. Justo en la salida de  nuestra casa la gente cercana a nosotros ya estába afuera esperando a acompañarnos,  sólo los más cercanos y queridos iríamos, lamentablemente habían llegado Bruno, Lucy y Daniel.

Daniel se fue de mi lado, lucy y Bruno iban juntos, no podía dejar de verlos hasta que subí al auto, mi hermano había hido agradecer por acompañar, pero no podían ir todos al crematorio solo la familia, despidio a las personas y agradeció por su compañía y atención pero qué se llevarían las cenizas hasta la tarde si gustaban acompañarnos.

Yo seguía mirando a la nueva pareja que ya hacían Bruno y Lucy, Daniel se acercó a la ventanilla del auto interrumpiendo mi vista.

—¿quieres que te acompañe?

relamente el me agradaba,  pero hasta qué no supiera la verdad de todo, no quería estar con nadie de ellos.

—Gracias, pero prefiero estar sola

—está bien, —dijo acariciando mi frente después solo se marchó—

Tenía miedo de mis amigos, no por que creyera que me harían daño si no por todo lo que querían acultarme.

Salimos directo al crematorio, Alex iba manejando, yo iba en la parte de atras en el auto de papá, solo íbamos los dos, por otro lado iban amigos de mamá y papá entre ellos los papás de Bruno y Daniel.

llegar ahí fue lo mas horrible y duro que había pasado en mi vida a un más qué él atentado qué tuve en Brasil, no entramos, no podía entrar sólo teníamos que esperar para qué nos dieran las cenizas, se me venía revoloteando el estomago nada más de pensar que estaban haciendo cenizas de sus cuerpos de mis padres, sentí náuseas y una gran necesidad de volver el estómago; quise resistir pero no pude y volví frente de la gente, de mi hermano y de quien estaba en ese momento ahí, volví el estómago. Cuando quise darme cuenta ya había ensuciando el piso. Todos me miraron unos con desagrado otros con lastima y otros simplemente mejor no lo hicieron, salí corriendo al baño que estaba en la entrada de lugar,  la cabeza me punzaba y yo estaba toda sucia de vómito me acerqué a la excusado a volver todo lo que pude, sentí lástima por el baño ya que se veía muy limpio, salí del pequeño baño que dividían las tabla rocas y me acerque al espejo, me quede firme ahí mirando como había cambiado mi aspecto,  que lucía demacrado, cabello corto mas delgada y sin maquillaje, como mi vida había cambiado por completo, ya no me reconocía.

La jóven que tenía el sueño de salir a conocer el mundo, lo mucho que me gustaba cuidar mi aspecto, la vida perfecta que creía tener, y ahora me sentía vacía sin nada, sola, ya no estaban mis padres ni Bruno ahora dependía totalmente de un hermano con el que jamás conviví en el pasado, separada de una mejor amigo que dejé por una persona que no pudo ser honesta y una mejor amiga que en realidad jamás conocí del todo, un novio que jamás me amo.

Me miré fijamente en el espejo sin miedo sin lástima sin prejuicios y sin señalar quizás ahora estaba conociendo lo que realmente era yo, mí fortaleza mi grandeza y nobleza, los valores que quizás no conocía en realidad.

Tenía que saber que es lo que pasaba, no podía quedarme con los brazos cruzados, por mis papás, pero sabía que quisas juzgaba más de lo que sabía o creía saber, tenía que dejar mi intolerancia contra los que mé habían hecho daño y no señalar sin saber la verdad.

Tenía que ir a casa a bañarme y quitarme esa ropa que había ensuciado, sali del baño no quería avisarle a Alex,  no creí que le importara si me iba sin avisar, pero era demasiado tarde para huir, él estaba afuera del baño esperando que saliera

—¿te encuentras bien? realmente veía en sus ojos su preocupación, solte en llanto y pedí me abrazara muy fuerte

—¿me abrazas? porfavor

sentí su abrazo con cariño, creo que era hora de hablar con él, contarle todo lo que me pasaba entrar en detalles y pedirle ayuda ya no tenía en quién contar sólo podía confiar en Alex y quizás Spencer.

—quiero que mé lleves a casa a cambiar, llegaremos a tiempo ¡lo prometo!

—claro, vamos -me miró  a los ojos y me sonrió.

Subimos al auto hacia a casa, casi apunto de llegar él había cortado camino hacía un lugar solitario en la carretera, me asustaba pero no dije nada.

—Tenemos que hablar —dijo sin quitar la mirada de la carretera—.

Se veía agitado, estaba avanzando mucho temí que me fuera hacer daño ¿por que no hablar en casa?, justo cuándo el paso un tope de piedra y tierra abrí la puerta y salté lo único que alcanze a escuchar fue que gritaba pero no pude distinguir qué decía , vi que detuvo el auto tenía que levantarme y correr.

Corrí hacía dónde no había camino para el auto una área de mucho siembra y tierra floja.

El pie derecho estaba lastimado, no dolia mucho pero cada vez que daba pasos sentía que mé picaba una aguja en el pie, pero a un podía caminar.

Mire hacía atras el venía corriendo hacía mí,

mé alcanzaría en cualquier momento, era grande y veloz quizás un atleta, poco antes qué mé alcanzara sentí que me desvanecia hasta qué no puede más y sin control, caí, veía borroso como se acercaba cada vez más, los ojos no tenían voluntad se cerraron y no supe más. 

Confusiones ( En Edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora