Capítulo 1

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Enero 25, 2015

— ¡Cariño, ya estoy aquí! — pronunció en un grito mientras cerraba la puerta y despojaba el grueso abrigo de su cuerpo, el viento afuera era insoportable.

— ¡Aquí! — retumbó la gruesa y varonil voz desde algún rincón en la amplia sala de estar.

La castaña sonrió instantáneamente al escucharlo, no tuvo que esperar mucho para encontrarlo. Se encontraba sentado con una lata de cerveza en mano mientras sus ojos no dejaban de moverse de un lado a otro viendo el partido de los Lakers.

— ¿No me preguntarás que tal me fue? — preguntó con burla al ver tan fascinante concentración por parte de su chico.

— Lo siento. — se disculpó al mismo tiempo que oprimía el botón rojo para apagar la televisión—. ¿Cómo te fue? — la miró mientras realizaba la pregunta esperada por su novia.

— Muy bien. — sonrió alegre dejándose caer sobre las piernas de Justin—. Te extrañé un montón. — besó sus labios rápidamente.

— Yo también nena. — realizó el mismo gesto, pero manteniéndolos por un poco más de tiempo unidos y saboreando la dulzura de ambos.

— Mamá preguntó por ti, dice que la has abandonado. — una carcajada ronca brotó de su garganta.

— Solo me extraña cuando quiere que arregle algo. — comentó logrando que su novia riera junto a él, tenía toda la razón.

Ambos sabían que Susan Preston era una mujer bastante descuidada por lo cual siempre terminaba dañando o rompiendo algo en la casa. Sin embargo, también era una persona risueña y amable, adoraba a su yerno, pero lo quería más cuando arreglaba todos los destrozos que ocasionaba.

— Lo sé, ¿tienes hambre? — levantó una de sus delgadas cejas sin dejar de admirar sus mieles ojos rodeados de largas y rizadas pestañas.

— Un poco. — asintió—. ¿Cocinarás algo? — preguntó con la voz más tierna posible.

— Eso no funcionará. — negó ______—. Si quieres comer tendrás que ayudarme.

— Ok. — bufo con pereza—. ¿Pasta? — su novia asintió contenta antes de ponerse de pie y jalar a Justin de su mano con dirección a la cocina.

Ambos entre risas y gran cantidad de besos trataban de llevar a cabo su objetivo, pero, al tomarse recesos en los cuáles no se podían separar el uno del otro, solo alargaban el tiempo y se olvidaban de lo que estaban haciendo. Así era todos los días desde que se conocieron, haber ido a aquella carrera de autos en una de las zonas urbanas de Stanford no había sido una mala decisión; después de todo, ambos al estar a punto de ser arrestados por haber ido a una carrera ilegal y al verse solos, decidieron continuar juntos hasta estar a salvo de las patrullas y los policías. Ninguno se conocía, ninguno sabía el nombre del otro hasta segundos antes de despedirse. De desconocidos pasaron a ser confidentes, ambos sabían todo del otro y eso era algo que fortalecía su relación. Desde ese entonces dejaron de ser inseparables, pasaron un año con el título de amigos, era agradable pero no suficiente por lo cual pasaron a ser novios y hasta el momento seguían siéndolo, cuatro años juntos y el brillo en sus ojos cuando sus miradas se topaban era el mismo de la primera vez. Se amaban. Se amaban tanto que a ambos ya empezaba a aburrirles el título de novios y querían formalizarlo más, querían ser uno solo ante todo y querían formar una familia muy pronto.

— Disculpa. — aviso Justin mientras tomaba el móvil del bolsillo de su pantalón para contestarlo—. ¿Hola? — en silencio asintió lentamente antes de regresar su vista hacia su chica—. Cariño, es de la empresa de carreras, vuelvo enseguida. — salió de la cocina caminando hacia algún lugar de la casa en donde pueda hablar tranquilo.

Cómo mirarte «J.B.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora