Capítulo #15

2 1 0
                                    


—Bésame, Álvaro. Por favor —lo presionó ella, al tiempo que le acariciaba una mejilla.

No necesitó más incentivos. Con un movimiento impulsivo, le cubrió la boca con la suya y la abrazó hasta sentir sus senos aplastados contra el pecho. Luego le mordió los labios y la estrechó con la frustración de quien lleva toda una vida esperando un momento. Ese momento en concreto.

—Joanne, ¿tienes idea de cómo te deseo?—murmuró Álvaro.

Ella asintió con un suspiro, echó la cabeza hacia atrás para exponer mejor su deliciosa piel y Álvaro saboreó su dulzura, trazando un sendero de besos por su cuello, bajando hasta adentrarse en el desfiladero de sus pechos. Cuando le acarició el sostén negro, notó que la respiración se le aceleraba.

Experimentó un deseo primitivo de poseerla de inmediato, con violencia y rapidez, para aliviar el dolor que castigaba sus ingles. Pero, extrañamente, necesitaba algo más de Joanne; algo que no había necesitado de ninguna mujer antes.

Joanne se estremeció entre los brazos de Álvaro y acercó su redondeado trasero a la potente erección de él. Luego se dio media vuelta y deslizó las manos por su torso mientras Álvaro le quitaba el sostén, las puntas de sus pechos erectas contra la tela de suave lencería.
—¿Sabes lo bonita que eres? —le preguntó con voz ronca, al tiempo que paseaba las manos por los costados de sus senos—. ¿Lo sabes?

Joanne trató de responder, pero no logró articular palabra. Un río de calor líquido anegó su cuerpo, bajo el estómago y entre las piernas. Cerró los ojos y arqueó la espalda hacia atrás para ofrecerse...

Álvaro se agachó y cerró los labios sobre uno de los pezones, aún cubiertos. La mordisqueó y lameteó hasta hacerla estremecer, hasta hacerla gozar de las emociones más intensas y gloriosas que jamás había sentido... salvo aquella noche de hacía ya casi cinco años.

Desabrochó el enganche del sostén con destreza para contemplar sus pechos desnudos y de nuevo volvió a absorber de sus cumbres rosadas. Joanne notó el calor húmedo de sus labios, le mezo el cabello con las manos y lo atrajo aún más.
—Por favor, Álvaro —le imploró—. Te necesito.
—Yo también te necesito, preciosa —repuso mientras exploraba sus caderas—. Me estoy muriendo de ganas; pero he pensado mucho tiempo en este momento. Ahora eres mía y no voy a precipitarme...

Sus palabras la excitaron y atormentaron por igual. Y mientras ella pensaba que no podría soportar aquella tortura mucho tiempo, Álvaro siguió besándola y comenzó a acariciarle los muslos, las rodillas, los pies, hasta quitarle los tacones y las medias y volver hacia arriba, beso a beso, poro a poro.

Creyó que perdería el control al alcanzar el interior de sus muslos; después de subirle la falda, recorrió la frontera de sus bragas con un dedo travieso y luego lo introdujo en la humedad de su interior.

Joanne gimió de placer, le clavó las uñas en la espalda y le exigió un nuevo beso en los labios. Álvaro la complació, la acarició con suavidad y siguió moviendo su mano bajo la falda de ella.

Entonces, cuando Joanne recorrió su abdomen y descendió para desabrocharle el cinturón, Álvaro se quedó sin aliento. Luego le bajó la cremallera y rodeó su excitado sexo.

No podía esperar más. Se separó de ella, la levantó en brazos y la llevó hacia la cama. Cayeron juntos y rodaron en un amasijo de piernas y brazos fervorosos, luchando por terminar de desnudarse mientras seguían devorándose a besos. Incluso cuando Álvaro abrió el cajón de la cómoda para protegerse, sus miradas continuaron enlazadas.

Quédate Conmigo♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora