Sobre.

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Sobre todo aquello que no debo hablar, precisamente hablaré hoy. Es hora de la programación para adultos, aquella después de las 12 por Cartoon Network. Luego de un tiempo ya no creía en las palabras de nadie, incluyendo las mías, las que hacia dulces para que aceptaran estas mujeres besar y morder de la manzana envenenada, mis labios. Pero empecé a perseguir otras metas, esas que no busco con tanto interés, pero estoy muy interesado. Interesado como un vampiro por sangre de jóvenes. Jóvenes éramos cuando creíamos en vampiros, a estas alturas, ni teniendo al Diablo en frente creería en él, aunque lo trajera Dios conmigo para que le diera consejos. Tal vez mi problema sea jugar con fuerzas más grandes que yo, como cuando entrenaba Basquet. Lo más interesante del caso, es que ya no me importan las palabras necias, eso me ha hecho grande, por eso dedico libros enteros a mí, mientras voy de viaje, qué aburrido, mi escritura no es tan rápida como para escribir todo los bailes de mis neuronas. Siempre lo que acaba escrito, fue lo que no pensé redactar, porque las sinapsis originales se extinguen antes de agarrar un lápiz, antes de profanar mi inspiración. Saludo al gremio de profesores con mucho cariño en la calle, y eso que todos aseguraban que no pasaría de año, lo aseguraron 3 años, incluso aseguraron que no me graduaría, por eso no aseguro nada, porque lo que parece, nos aparece de repente callándonos, como una lechuza en medio de una caminata por el cementerio de árboles.

Aún no aparecen estos aparecidos, por desgracia aquel mago de la televisión me explico los trucos de los grandes magos. Por mucho que te guste una canción, sí no le prestas atención, no la cantarás, como un ave aprendiendo a volar mientras sus padres lo arrojan al abismo para que se eleve. Por más linda que seas, no llegas al nivel de las princesas falsas que gimen de forma falsa en películas falsas, como tú y tu vida, así que no vayas a la iglesia, sí no darás propina. No vayas a mi puerta, no porque no quiera abrirte, por supuesto que quiero abrirte, pero ese no es el problema, es que nunca estoy en casa, así que nadie saldrá a atenderte.

Desde pequeño aprendí a aguantar la pela, por querer estar afuera, el único que me detenía era el candado que abrasaba la puerta. Andar bicicleta aprendí muy tarde, en una pequeña bici de un pequeño vecino, luego de reventar la alcancía, compre la mía, aquella que se está pudriendo en el garaje. Me gusta el ejercicio, me gusta caminar por las madrugadas, me gusta ver como el veneno se acaba, como mi vida mientras lo tomo. Pero lo siento mis amores, cambie mucho de vidas. A la final logré lo que quería de pequeño, ser inmortal, inmortalmente idiota. 

Cuentos de niños para niñas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora