La llamada

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Descolgó el teléfono y escuchó atentamente todo lo que tenía que decir su interlocutor sin decir nada. No le escuchaba, no pensaba que le decía, solamente sujetaba el teléfono. Cinco minutos, diez minutos, y al fin dejó de hablar. En el otro lado callaron al fin. Él con palabras despojadas de apariencia humana sugirió posibilidad. Ella continuó otros diez minutos hablando. ¿Quieres? ¿Estás seguro? dijo ella con seguridad pseudofascista. Él musitó solamente estoy seguro de la muerte de tu padre. Ella no entendía nada. El dejo caer el teléfono al suelo. Ella escuchó gemidos y palabras entrecortadas. Al reconocer la voz, comprendió aterrorizada por qué estaba tan seguro.


Azrael y otros escalofríosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora