Prólogo

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•2013•

~Rusia~


Tol'ko yeye (acaba con ella) —pronunció el hombre de porte siniestro y cruel.

La chica pelirroja solamente rió ante las palabras de su "secuestrador" hacia un subordinado de él.

Ella estaba atada, atrapada, sin salida. O eso creía su agresor.

Vy deystvitel'no dumayete, chto vy mozhete ubit' menya? (¿De verdad crees poder matarme?) —se burló la rusa.

Eto pozor, krasota, no vy dolzhny oplatit' predatel'stvo (es una pena, belleza, pero debes pagar tu traición).

Poco a poco el hombre se acercó a su paisana. Su deseo por ella era insaciable, sin embargo, ella lo había condenado. Lo sedujo para que sucumbiera a sus encantos, y le quitó lo que con tanto trabajo le costó conseguir, su imperio destruido por una cualquiera.

El gran Igor Demitry Petróv acabado por su "más fiel seguidora", su reina, su diosa, su compañera, su amante. Lo engañó respecto a todo, su nombre, su lealtad... y lo usó para hundirlo.

Su Inna era en realidad el infierno más letal que se pudo cruzar en sus planes.

No, Inna no.

Anastasia Alianovna Romanova. El verdadero nombre de la manzana de la discordia.

Y a pesar de su nombre, ella seguía siendo su punto débil y a pesar de tantos golpes en su persona... no la exentaban de ser jodidamente atractiva.

Ahora él debía contenerse ante el deseo por ella y acabar con esa mujer, que fue su desgracia.

Petróv no iba a rendirse, aunque Romanova arruinó sus planes, él no iba a detenerse. Obtendría el imperio por el que tanto luchó.

Izmena? (¿Traición?) —resopló ella— Ty ublyudok, Vy mne protivny (eres un desgraciado, me das asco...) — añadió.

— My ravny, Yadovityye zmei (somos iguales, serpiente ponzoñosa) —el hombre se acercó a Romanova y la obligó a sentir sus labios sobre los suyos, un sabor que la repugnaba. Finalizó mordiéndole el labio inferior con brusquedad—. Izbavilis', moya koroleva (hasta nunca, mi reina)

Anastasia sonrió, un gesto que Igor no se esperaba.

Uvidimsya v adu, ty, ublyudok (te veré en el infierno, bastardo)

Anastasia Romanova sacó una daga y atravesó el brazo de Igor Petróv, provocándole una herida profunda y dándose tiempo para despojarse de las ataduras.

Se tocó las muñecas por un segundo. Las marcas de las sogas que la aprendían se distinguían por el tono rojizo.

Ignoró el dolor y se concentró.

Sacó otra daga y con ella combatió al subordinado de Petróv.

Igor no tardó en reincorporarse aun más molesto que antes.

Anastasia los combatió con destreza y con sus dagas que eran las únicas armas a su disposición de momento.

Pues bien, Anastasia añoraba acabar con Igor, pero no podría hacerlo sola y menos enredada en aquella situación, lo importante era recobrarse por completo y prepararse con un plan.

Los dejó en el suelo, heridos y quejumbrosos y comenzó a correr, evadiendo a todos los guardias de Igor y escondiéndose en la oscuridad.

Cuando salió del terreno, Anastasia Alianovna Romanova huyó de la mansión Petróv y corrió sin detenerse.

Sin un rumbo a donde ir, ni nadie a quien acudir. Sola, como lo había estado los últimos años de su vida.

[...]

Igor Petróv no permitió que sus hombres descansaran en busca de la pelirroja mentirosa.

Iba a encontrarla e iba a hacerla pagar después de poseerla una última vez.

No había ningún rastro de ella, en lo absoluto. Y nada pudo poner a Petróv mucho más furioso.

Él siendo buscado por la Confederación Rusa gracias a la lengua de la serpiente traidora, teniendo que buscar otro complejo para llevar a cabo su plan, con enormes heridas en el cuerpo, y encima la traidora que ocasionó todo no aparecía.

Miró a sus subordinados con furia y habló entre dientes.

— Pozvonite yey, chtoby nayti yeye i moy (encuéntrenla y traiganla ante mi)

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Pozvonite yey, chtoby nayti yeye i moy (encuéntrenla y traiganla ante mi).

Anya [•Steve Rogers•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora