-Perdamos el control, Dean.-
Fue lo único que atinó a decir el mayor, ante la sorprendida mirada del menor. Castiel se inclinó sobre el castaño y fue él quien comenzó a besarlo de una manera realmente desaforada.
Aquel accionar no era propio de <Castiel, el Ángel del Señor> pero cómo este mismo había dicho segundos antes, aquel momento, su momento juntos, sería para perder el control y dejar atrás sus <modales>.
Dean no podía explicarse, cómo los besos de un hombre, podían sentirse tan bien, cómo tener a un hombre encima de él besándolo, manoseándolo, podía sentirse tan excitante, porque a pesar de todo, Castiel era un hombre. Su recipiente lo era, y extrañamente aquello no le disgustaba.
Dean. Estaba enamorado. Ahora lo comprendía. Sus manos se dirigieron al rostro del mayor, tomándolo entre ellas, acunándolo, separándolo durante unos segundos para poder apreciar aquella fascinante mirada, centelleante, trémula, cargada de emociones, emociones que finalmente eran expresadas y sobre todo, correspondidas.
-Dean... no puedo creer que hayas vuelto a ser tú. Realmente te extrañaba.-
Anunció el pelinegro en medio de toda aquella pasión, que rápidamente transformó en amor, con aquellas palabras. Dean sintió que le tocaron en lo más profundo de su ser, y no pudo evitarlo, giró y dejó al mayor debajo ahora. Volviéndolo a mirar a los ojos, y asegurándose que en aquella mirada se transmitieran todas sus emociones y sentimientos por él.
Dean no había sido consciente de cuanto el ángel sufrió mientras él poseyó la Marca.
-Cas. Te amo. Perdóname por haberte preocupado tanto.-
Susurró sobre sus labios.
-Estás aquí ahora, eres tú, eso es lo que importa.-
Dean acortó la distancia y besó al mayor una vez más, mientras esta vez, deslizaba sus manos por los brazos del ajeno, hasta llegar a sus propias manos, las cuales entrelazó con las suyas. El ojizarco se encargó de asegurarse que esas manos, no volvieran a escapar de las suyas propias y asiéndolas con fuerza cerró sus ojos, y dejó que la sensación de los labios del castaño sobre su cuello ahora, lo invadieran, y lo hicieran sentir dichoso.
El calor comenzó a hacerse cada vez más sofocante e insoportable. Las prendas comenzaron a desaparecer, y cuando ambos se encontraron con el pecho descubierto y sus pantalones a medio quitar, con las cremalleras abiertas, fue Castiel quien volvió a tomar el control de la situación, volvió a dejar al menor debajo suyo y con una última mirada, se inclinó sobre su cuello ahora y le mordió, dejando su marca, haciendo liberar el primer gemido ronco al de ojos verdes, para luego continuar con una intensa sesión de besos, tanto sobre sus labios cómo sobre su cuello y clavículas.
Una de las manos del ángel se deslizó desde justamente su clavícula hacia su hombro, acariciando aquella cicatriz que ya casi no se veía al estar más que curada, y posó su mano en ella, encajando a la perfección con la cicatriz.
-Te amo Dean.-
Respondió a la anterior confesión del menor y se deslizó de sus clavículas hacia aquellas prominencias, que estaban bastantes erectas ya, al igual que algo en su zona baja.
-¡Ah! ¡Cas!-
Gimió el de ojos verdes, al sentir nuevamente los dientes del ángel sobre su pecho, alrededor de uno de sus pezones para ser más exactos.
Perdimos el control
De la situación
Cuánto vivimos
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Destiel: "Uncontrolled"
FanfictionUn encuentro que desencadenó en cientos de situaciones, y que siempre terminaban involucrando a Dean y a su auto control, que a medida que iba pasando el tiempo, éste era cada vez más débil, hasta que tuvo que estar a punto de perder lo más apreciad...