La puerta a Narnia

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     Al día siguiente Jace, acostumbrado a su horario de clases, fue el primero en despertar. Estaba en primero de primaria, siete años recién cumplidos, y además siete años en los que había viajado, explorado muchos lugares y culturas diferentes, pero nada como lo que le esperaba ese día.

     El reloj de la cocina señalaba las diez de la mañana, y decidieron aventurarse en Narnia, un lugar donde todo puede ocurrir. Tanto Polly como Digory eran muy conocidos y queridos allí, y seguro que Jace pronto lo será también. Polly decidió no ir tras una conversación telefónica, una vieja amiga venía a pasar ese día en la ciudad, y quería aprovechar. A pesar de esto, nieto y abuelo decidieron seguir con los planes. Antes de la hora de la comida estarían de vuelta, ya que en Narnia el tiempo pasa más rápido, una vez entras allí, te puede parecer que es tarde, y al salir puede que solo pasaran un par de minutos.

     Antes de acceder al mundo fantástico, Jace corrió a su habitación, y metió algo en su bolsillo. Sin darle importancia, Digory no quiso perder más tiempo, cogió una llave y llevó a Jace al desván, al fondo había un extraño armario, la puerta a Narnia. La noche anterior Digory le había explicado de dónde había salido ese armario para que fuera mágico, por lo tanto no se sorprendió.

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