El viaje mágico

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     Una vez cruzado el armario, Jace abrió los ojos, los había cerrado en el trayecto entre el fondo del armario y Narnia. Temblaba de los nervios y de la emoción, estaba a punto de descubrir un mundo que sus abuelos habían ayudado a crear, o por lo menos a ponerlo a salvo.

     Una vez abrió los ojos, le dio un repaso a todo con la mirada, una ardilla se puso a su lado, él la miró, y en cuanto esta le habló, Jace se puso a correr mirando hacia atrás, mientras su abuelo no paraba de reírse. En ese momento chocó con algo, lo miró y vio que era un león, le intimidó un poco, aunque no se asustó, ya que su abuelo le había hablado de él. Cierto es que se le había olvidado el pequeño detalle de que los animales de Narnia pueden hablar como los humanos.

     Aslan le dio la bienvenida, reconoció fácilmente a Jace gracias a que en más de una ocasión Digory le había hablado de él con mucho orgullo. Le dijo que podía dar un paseo para investigar si quería, ya que el lugar es muy grande y hay mucho para investigar. Miró a su abuelo y este asintió con la cabeza, Jace quería ir solo a dar un paseo.

     Al empezar a caminar tocó el bolsillo en el que había metido el objeto que cogió en su habitación. Se encontró a bastantes animalitos en su camino, pero no se atrevió a hablarle a ninguno, aunque se quedaran mirándolo, no estaba acostumbrado todavía. Buscó un lugar tranquilo, y sin árboles, y allí hizo un pequeño agujero y enterró lo que traía en el bolsillo. Recordaba lo que le dijera su abuelo, que plantes lo que plantes va a nacer, y como en Narnia pasa rápido el tiempo, germina de forma bastante veloz.

El árbol de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora