Capítulo 6: La Visita A La Reserva.

28 6 1
                                    

Esta tarde iríamos a la reserva. Me sentía nerviosa, a pesar de que estaba lista para ir allí. Mis nervios se debían a un sueño que tuve en el que Valentino asesinaba a Caleb, y lo veía morir en mis brazos. El moría por mi culpa. Me pregunté si aquel sueño era de carácter premonitorio. Espero que no.

Desde que Santino nos vió besandonos y Caleb intentó atacarme. El actuaba diferente. Había cierta distancia entre nosotros. Como si tuviera miedo de lastimarme, como si no quisiera continuar con esto.
Aún así, nos subimos a su motocicleta y emprendimos el camino a la reserva. Lugar donde vivían todos los lobos de la ciudad, incluido Caleb y su familia.

Me preocupaba conocer a sus padres y a su hermana. El me gustaba mucho, pero en este mundo, yo era su enemiga y nada podía cambiar eso. Sabía en mi interior que no les sería fácil, a los de su especie, aceptarme, y aceptar que Caleb y yo somos amigos, y tal vez, algo más que eso.

Aún recordaba sus labios junto a los míos. Pero cada vez que pensaba en eso, la imagen de Santino aparecía en mi mente. Como si mi destino estuviese ligado a el y no a Caleb.

—Pronto llegaremos—dijo el, tomando mi mano desde su asiento en la motocicleta.

Comencé a ver que entre los árboles un camino de tierra que se abría paso.
Y allí estaban, las cabañas de la reserva.
Podía ver niños corriendo entre los árboles, jugando como si el mundo fuera un lugar agradable y seguro. Por  un momento recordé mi niñez y los envidié un poco. Que fácil parece todo cuando uno es pequeño.
Cuando todavía sientes que tus sueños pueden hacerse realidad.

Cuando Caleb detuvo la moto, los niños dejaron de correr, miraron hacia donde estábamos y luego corrieron a sus casas. Eso me dió mala espina.

Caleb, entró confiado, pero yo permanecí oculta detrás de él. No me sentía segura aquí.
De pronto, cinco hombres aparecieron frente a nosotros y se convirtieron en lobos rápidamente.

—Ella es de confianza. Detenganse—les decía Caleb telepáticamente. Ellos no lo sabían, pero yo podía ir sus pensamientos cuando el intentaba comunicarse de esa manera. El estaba a punto de transformarse, cuando un hombre mayor de rasgos indígenas, se paró frente a el.

Los lobos se hicieron a un lado. Y ahí supe que este hombre era la autoridad máxima aquí.

—Alfonso. Quiero hablar contigo—dijo Caleb.

El hombre lo miró con desprecio.

—¿Qué has hecho Caleb? ¿Cómo te atreves a traer un maldito vampiro aquí?

—Ella es de confianza. No es peligrosa. Es mi amiga y he venido a demostrarte que aunque nuestras razas sean enemigas podemos confiar en ella. Necesito tu bendición. Ella es importante para mí.

Sus palabras tocaron mi corazón. El también lo era para mi. Pero sabía que no le sería fácil hacer que me acepten.

—Ella nunca será bienvenida aquí, jamás tendrás mi bendición. Es ella o nosotros. Si decides traicionar a tu especie, nunca vuelvas por aquí.

Oh no.

—Caleb. Me iré de aquí—anuncié.

—Elena. No. Espera.

—Saquenlo de aquí y ocupense de esta asquerosa chupa sangre.

Dos lobos se llevaron a Caleb por la fuerza, aunque el intentó zafarse, se notaba que ellos eran mayores y tenían más fuerza que el. Caleb, como yo, se había entrenado muy poco. Aún nos faltaba aprender a pelear.

—¡No le hagan daño!—grité, y quise acercarme a ellos para liberar a Caleb, pero los tres lobos frente a mi comenzaron a perseguirme.

Uno de ellos logró atraparme y mordió mi brazo. Nunca había sentido tanto dolor en mi vida. Pero al parecer mi sangre lo hizo sentir descompuesto. Ya que se le alejó de mi  haciendo una mueca de asco, como si se hubiera ahogado con un hueso.
Aún me quedaban los otros dos, y estaba herida. Así que comencé a correr a través del bosque.

Lo último que escuché antes de Alejarme de la reserva, fueron los gritos de Caleb, rogando que no me hagan daño.
Estaba preocupada por el. Pero sabía que a él no lo lastimarian.

Me detuve detrás de un árbol para ver si aún me seguían y pude ver que se acercaban a mi con velocidad. Iba a luchar con ellos. Sentía que podía enfrentarlos.

Me detuve en medio del camino de tierra esperando por ellos. Y justo cuando los vi llegar y prepararse para atacarme Santino salió de entre los árboles y se lanzó sobre uno de ellos.
El otro lobo, al ver que eramos dos vampiros ahora. Comenzó a alejarse, y el lobo, herido por Santino, que yacía en el suelo, se incorporó rápidamente y se alejó también. Mi brazo ardía demasiado. Cuando lo observé, vi que había perdido muchísima sangre, y la herida en mi antebrazo era muy grande y profunda.
Me sentí desvanecer, pero Santino me recogió en sus brazos.

—Elena, despierta—la voz de Santino hablaba en mi cabeza. Hasta que abrí los ojos y lo vi sentado junto a mi en una cama.
Tras su cabeza vi una bella pintura que abarcaba todo la loza de la habitación. Era hermosa. Me pregunté quien había pintado semejante obra de arte.

—¿Dónde estoy?

—Donde siempre debiste estar. Estas en mi casa, querida Elena. Te desmayaste en las afueras de la reserva y te traje hasta aquí, hasta que sanes. Pero si me preguntas a mi, por mi puedes quedarte a vivir—el sonrió de manera traviesa. Había olvidado lo atractivo que es.

—Gracias por salvarme—miré mi brazo y había sanado bastante. Aunque mi piel se llevaría un recuerdo de esa mordida.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Solo unas dos horas.

—¿Cómo es que..

—Los vampiros tenemos la capacidad de sanar muy rápido Elena. Ahora bebe. Te sentirás mejor

—El me alcanzó una copa llena de sangre.

De inmediato mis sentidos se activaron y el hambre creció rápidamente. Tomé la copa y la bebí lo más rápido que pude.

De pronto me sentía drogada, extasiada e increíblemente fuerte.

—¿Es humana, verdad?

—Así es.

—Oh dios. ¿Qué he hecho?

—Tranquila Elena. Nosotros no bebemos la sangre de inocentes. Nosotros nos encargamos de limpiar la basura mundana. Nos encargamos de aniquilar a esas personas que hacen daño a este mundo, asesinos, voladores, pedofilos, gente enferma, que no debería existir ni un minuto más en esta tierra.

Lo que el decía parecía tener sentido, pero aún así no me hacia sentir mejor.
¿Quién éramos nosotros para decidir quién debería vivir y quién debe morir?

—Debo irme a casa.

—Esta es tu casa.

—¿Qué quieres de mi?

—Quiero que veas que no somos tan malos como te hicieron creer. Confías en la palabra de una persona que te llevó hacia tu muerte. Te llevó al sitio más peligroso para ti en este mundo. Una reserva de hombres lobos.¿En serio?—el rió—creí que Caleb era un poco más astuto—se que estas preocupada por el, pero no le harán daño allí, pero tu, tu corres peligro ahora Elena. Ahora que saben de tu existencia, no estarás a salvo, ellos te perseguirán. Como me han perseguido a mi y a los nuestros en estos años. Nunca dejes que una manada de lobos te atrape estando sola. Somos muy fuertes, y casi invencibles te diría, pero ningún vampiro en esta tierra es capaz de aniquilar una manada de lobos estando solo.

—¿Por qué me salvaste?

—Porque aunque te pese, tu eres mi creación Elena, eres lo más bello que me ha pasado. Quiero que conozcas nuestro mundo. Si después de pasar un tiempo con nosotros, decides alejarte de mi, voy a respetar tu decisión. Pero dame una oportunidad de mostrarte lo que soy, de enseñarte nuestro mundo, debes conocer a los nuestros, podemos entrenarte, hacerte fuerte, puedes alimentarte y estar a salvo aquí. Todos están ansiosos por conocerte, este es tu lugar, no la reserva, este es tu mundo Elena.

—Esta bien—tomé su mano y me levanté de la cama.
Quería conocer su mundo. Conocer a los de mi especie, ver que me depara este futuro incierto de haberme convertido en un vampiro.
Le daría una oportunidad a Santino. Después de todo, sentía en algún rincón de mi ser que el no me haría daño. Y en este momento y con todo lo que ha pasado. Me siento más segura aquí, que en cualquier otro sitio.

Espero que les haya gustado. Si es así no olviden votar y/o comentar ❤️

Condenados: El Despertar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora