S E X T O C A P Í T U L O

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S e x t o  C a p í t u l o

«¡Mierda y doble mierda!»

Rubí abrió los ojos con pánico. Comenzó a sudar frío. ¿Qué demonios iba a hacer ahora? El baño, sí, eso es. Pensó la joven. Entonces nuevamente tironeó de Demian y lo aventó contra la puerta del baño. Ahora era él quién se encontraba de espaldas contra la madera.

— ¿Señorita? —Llamó Ethan.

—Disculpe, me disponía a tomar un baño, pero guste como quiera. Puede pasar.

—Con permiso —dijo el guardia mientras entraba a la habitación.

Rubí tenía los ojos clavados en algún punto del suelo, e inconscientemente aún sostenía la mano de Demian. Sus pensamientos no paraban arremonilarse en su mente, llegaban nuevos, volvían viejos, inyectados todos a la vez creando confusión, desastre y miedo. Desde el otro lado de la puerta podía oír como el guardia inspeccionaba su habitación, como revolvía sus cosas y a la vez, trataba de lidiar con el miedo tan real, tan latente que sentía en ese momento.

Demian sintió cómo el agarre de Rubí se intensificó inconscientemente cuando los pasos del guardia se acercaron a la puerta del baño. Sintió como se incrementaba el pulso cardíaco en la palma de la mano de la chica, y un sorprendente deseo más fuerte que él mismo se apoderó de su cuerpo.

Demian quería abrazarla.

Sus respiraciones eran completamente contradictorias. Mientras que la de Demian era regular y suave, la de Rubí era sonora. Temía lo peor. Temía ser descubierta. Temía que descubrieran a Demian. Temía que su pequeño secreto saliera a la luz. Y lo odiaba, realmente quería odiar a ese hombre que tenía frente a ella. ¿Desde cuándo había comenzado a tener aquellas emociones tan débiles? ¿Desde cuándo él era tan importante para ella?

— ¿Señorita? —Llamó el guardia desde afuera.

Rubí palideció.

— Señorita, necesito entrar al baño... Uhm, disculpe la molestia pero, ¿ya se encuentra presentable?

Rubí realmente palideció.

Comenzó a apretar la mano de Demian y quiso mirarlo una última vez a los ojos.

Azul.

Los ojos de Demian eran azules. ¿Cómo no pudo notarlo antes? Esa estúpida máscara seguía impidiéndole ver el rostro de su pequeño secreto, pero no importaba, realmente no le molestaba. No cuando aquellos fríos ojos le brindaban una calidez que emanaba desde el interior de Rubí. No cuando él le regaló una sonrisa llena de confianza y tranquilidad.

Entonces Rubí se sintió culpable. Muy culpable.

Sus ojos comenzaron a lagrimearles, joder, fue inevitable. Él moriría a manos del Joyero y ella no podría hacer nada para evitarlo. Ella sólo era un objeto de colección, los objetos no tienen vida, los objetos no sienten, no objetos no piensan. Entonces, ¿entonces por qué Demian podía hacerle sentir tantas cosas? Él moriría. Él iba a morir. 

— Señorita, abra la puerta. —Demandó el guardia.

Rubí se llevó una mano a la boca para silenciar sus sollozos, saladas lágrimas caían de sus ojos. Insistentes, persistentes. Rubí no pudo sostener por más tiempo la cálida mirada de Demian, y apoyó su frente en el pecho de él.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2017 ⏰

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