T E R C E R C A P Í T U L O

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T e r c e r  C a p í t u l o

Corría desenfrenadamente por el espacioso y poco iluminado corredor de la mansión Kavannaught, sólo oyendo el bombeo de su corazón. Saca la llave de su bolsillo y con cuidado abre la puerta de la Exhibición, se oculta allí y entonces, contiene el aliento. Lo consiguió, las nuevas gemas han sido exitosamente rechazadas.

— ¡Búsquenlo! ¡No pudo haber ido muy lejos! —Gritó a lo lejos un guardia.

—Señor, no hay rastro del sujeto.

— ¡Es imposible! ¡Sigan buscando, no pudo haber llegado muy lejos!

—Señor...

— ¡Ahora!

El grueso sonido de pasos acercándose a la puerta, hizo que la chica contuviera el aliento. De pronto comenzaron a tironearla desde afuera con mucho ímpetu y finalmente se venció.

—Cerrado —reportó un guardia —, tal como lo dejé. — Un gruñido fue toda la respuesta que obtuvo.

—Bien, revisemos el primer nivel, tal vez encontremos algo allí.

Cuando los numerosos pasos se alejaron, y el sonido de partida del ascensor sonó, la chica respiró aliviada y sólo entonces se asomó al corredor. Las tenues luces hacían lucirlo interminable y algo aterrador. Entonces sonó. El celular escondido en su bolsillo exigía ser contestado.

— ¿Lo hiciste? —Una áspera voz preguntó.

—Está hecho.

Un largo silencio se apoderó de la línea.

— ¿Dónde estás?

—En la Exhibición.

—Sal de ahí, ¡ahora! —Demandó —. Ya viene.

La chica palideció y atinó a tomar las escaleras, suerte que tuviera acceso a ellas. Llegó rápidamente al segundo nivel, pero al abrir la puerta de entrada al pasillo, y antes de poder siquiera ocultarse, allí, saliendo de la habitación de una de las Gemas, se encontraba Frank, el jefe de seguridad. Palideció dos tonos más si era posible, en su desesperación de no ser hallada, se adentró en la primera habitación contigua a la que estaba el ascensor. Se deslizó veloz y cerró las puertas frente a ella.

—Dame una muy buena razón para no llamar a los guardias.

La chica pegó un respingo y volteó hacia la femenina, pero autoritaria voz a sus espaldas, y se topó con la firme mirada de Esmeralda. Una de las Gemas. Su corazón acelerado no paraba de recordarle las tres reglas:

—Si quieres hacer esto, deberás obedecer tres reglas —le dedicó una autoritaria mirada —: primero, nadie debe saber para quién trabajas. Segundo, nadie debe saber lo que hacemos. Y tercero —puntualizó —, nadie debe ver tu rostro. A la primera falla, estás fuera.

— ¡Está abierta! —El grito proveniente del pasillo, perteneciente a uno de los guardias, trajo de vuelta a la chica. — ¡Señor, las puertas de seguridad están abiertas!

— ¿Todas?

—No señor, sólo las del tercer y segundo nivel.

— ¡Mierda! ¡Está aquí! —El grito casi de victoria le heló la sangre a la chica —. ¡El maldito está en este piso! ¡Revisen pieza por pieza! ¡Ahora!

—Cuando vean que no estás allí — Esmeralda comenzó —, en ninguna de esas habitaciones, vendrán a mi cuarto. Y si mal no recuerdo, este piso cuenta con trece piezas, lo que en resumidas cuentas, un par de guardias tardarían a lo mucho, 5 minutos en revisar. —Hizo una pausa, entonces continuó —, Tienes 5 minutos para explicarme quién eres y qué es lo que buscas —. Se cruzó de brazos y la miró atentamente en busca de respuestas.

Amar en Rojo [#MareaDAwards2017] [#PGolden2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora