I Resplandor

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"Los he asesinado a todos" Pienso, parado a varios metros de distancia de la portería del equipo contrario. El balón termina de rodar a centímetros del portero que yace inconsciente en el césped. Los jugadores, las porristas, el público... mi pecho sube y baja, atrapando el aliento que había usado para reclamar la victoria del juego. Unas personas comienzan a levantarse, a mi lado, Edward Norton, mi compañero de equipo recobra la consciencia. Me apresuro a ayudarlo.

—¿Te encuentras...?

—¡Aléjate! —gritó Edward arrastrándose hacia atrás por el césped. Nunca olvidaré esa mirada. Ahora todo el mundo lo sabe.

Soy uno de ellos.

Atravieso el campo de fútbol corriendo más rápido que en cualquier partido. Mi silueta recorre el lugar, agradezco que mi maldición hiciera explotar todo foco en el lugar. No me verán. No quiero ser visto. Tom, siempre me dijo que abrazara esta parte de mí... Pero mi "poder" jamás se expresó de esa forma antes. Jamás lastimé a nadie hasta hoy.

Hasta entonces me había librado de esa prisión para "súper dotados". En la que se encontraba Tom por el simple hecho de querer encontrar un camino de vuelta a casa... volando. ¿Cómo se enteraba el gobierno de ello?

Pateo mi cama lastimando mi pie. Todo el esfuerzo de mis padres por mantenerme en secreto... Era cuestión de tiempo para que un oficial llegara a hacer preguntas. Febrero 15 de nuevo.

Suena el timbre mientras estoy tumbado en la cama con la cara sumida en su almohada, me levanto de un salto hasta la ventana para escuchar. Era el mismo hombre, Alto y rubio que se había llevado a su hermano. Chris...algo, no recuerdo su nombre.

Uno de mis padres llama a la puerta.

—Aland... es un sujeto de la FASP —veo cómo mi padre mantiene un cejo fruncido. Tampoco está de acuerdo con la agencia. Nunca lo estuvo. Ni con esa nueva ley. Tiene esa mirada cuando le disparó a un ladrón que erró al entrar en nuestra casa hace varios años atrás. Ambos sabemos que el sujeto rubio es peligroso, la única diferencia es que mi padre sí se atreve a luchar.

Bajamos las escaleras, mi otro padre habla con el hombre rubio mientras dos sujetos de traje negro se postran en la puerta principal. Siempre ha sido el más centrado de los dos. Pero su tranquilidad no quiere decir que esté contento de volver a ver al visitante.

—Tú debes ser Aland —se levanta con una sonrisa —Supongo que no me recuerdas. La última vez que te vi no pasabas a tu padre, ahora creo que eres incluso más alto que yo y eso no se lo digo a cualquiera.

Sí, es un hombre alto. Pero ningún cumplido puede cambiar el hecho de que sólo quiere arrebatarme de mi hogar, como lo hizo con Tom. Permanezco en silencio.

—¿Por qué han enviado a la FASP? —pregunta mi padre biológico sentado de mala gana en el sillón. Veo la tensión en sus manos.

—Será que planean traer a Tom de vuelta —agrega mi segundo padre, Sebastian, con una falsa sonrisa que cualquiera confundiría con una genuina.

—No, no, Tom se encuentra feliz en el internado. De hecho es uno de nuestros mejores integrantes.

Veo a uno de los hombres de traje. Dudo si sólo ve hacia enfrente. Ambos llevan gafas oscuras. Ni siquiera quiero prestar atención. Todo parece un mal sueño.

—¿Entonces a qué han venido?

Conozco la respuesta, estoy seguro que todos aquí lo sabemos. Sebastian podría engañar a un detector de mentiras.

El rubio saca un teléfono móvil y toca la pantalla varias veces para mostrarnos el vídeo de lo sucedido en mi escuela. Edward me pasa el balón, meto el gol y un flash intenso lo ciega todo. El hombre regresa un poco la grabación. En cámara lenta veo claramente que mi cuerpo se ilumina... aunque no recuerdo que dos rayos salieran de mis manos. Eso es nuevo.

AlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora