Capítulo Cuatro

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Capítulo cuatro

-¡Shea, ven! ¡Tienes que ver esto!-me gritó mi madre desde la sala. Yo salgo corriendo a su encuentro.

-¿Qué pasa, mamá?-le pregunté.

-Mira lo guapo que se ve Shawn, hija.

Lo observé. Estaba en brazos de Simon. Mi pequeño Shawn vestía unos jeans, una camisa blanca y la chaqueta negra de cuero que le había regalado Simon hoy. Mamá tenía razón : se veía increíblemente guapo.

-¡Admiren al poderoso,  guapísimo y  sensual…Shawn Grey! –Simon lo alzó.

Mamá y yo reíamos mientras aplaudíamos.

-¡Qué lindo!

-Enserio es poderoso. Ponerle la chaqueta de cuero ha sido un total reto. Este pequeño hombrecito patea como los mil demonios.

-Ven aquí, cariño.

Lo tomé en brazos.

-¿Le has pegado al tío Simon?

-Si

-¿Por qué?

-Es feo.

Fue muy gracioso ver la cara ofensiva de Simon. Yo no pude evitar reír.

-¿Qué has dicho pequeño?-Simon levantó las manos haciendo movimientos irregulares con los dedos y se iba acercando lentamente a Shawn.

-Eres feo.-repitió él.

-Ahora verás que puede hacer este feo.-comenzó a hacerle cosquillas. El pequeño pecho del niño subía y bajaba al ritmo de las carcajadas. Su boca con pocos dientes de ensanchó formando una sonrisa. Sus ojos marrones permanecían cerrados. Era un encanto.

-Ya, es suficiente. Simon, tu encárgate del patio. Yo estoy preparando el comedor. Los invitados llegarán en cuestión de horas. Mamá, tú quédate con Shawn, por favor.

-Seguro, cariño.-me dijo.

No es que la fiesta sería la gran cosa, vendrían solamente unos amigos y familiares cercanos.  Pero sí esperaba darles una buena impresión. No veía a ninguno de ellos desde hace casi dos años. Nos conocemos desde siempre, y aún sigo teniendo esa sensación de que no encajo en mi familia. Al menos con ellos no.

El comedor estaba casi listo, sólo faltaba una pared que no tenía adornos. Sin mirar meto la mano dentro de la caja, comencé a tantear despacio, pero no encontré nada. Miro en el interior de la caja de cartón y ya no quedaban guirnaldas.

-¡Simon!-le grité.

-¿Qué pasa?-me respondió del mismo modo.

-Iré al ático. Me he quedado sin adornos.

- De acuerdo. Ve.

-No tardo.

Aunque no pudiera verme,  le dediqué  una sonrisa a medias.

Subí la polvorienta escalera de madera que me llevaba directamente al ático. Allí donde guardábamos todo lo necesario, pero también lo que no utilizábamos por el momento. De pequeña , mi madre me contaba que en sus años, ella utilizaba el ático de su antigua casa como refugio, como un escondite , y que por ese motivo nunca tuvo la necesidad de construir una casita del árbol. Aquel sitio era como su casa de muñecas gigante, solía decirme.

Yo: Y, ¿qué hacías dentro de la casa de muñecas, mami?-le había preguntado una vez.

Ella: Imaginaba que era feliz.-me respondió ella.

Yo: ¿Cómo es ser feliz?

Ella: Bueno, no existe una definición exacta de esa palabra. Cada uno lo siente de una manera diferente: para algunos, volar es ser feliz; para otros, lo es viajar. Feliz es de aquellas pocas palabras a las que tú puedes darle el significado que tú quieras.

Yo: Y, ¿tú que sientes?

Ella: Bueno, pues, cuando soy feliz, siento que no puedo dejar de sonreír.

Yo: Mamá, ¿qué te hace feliz?

Ella: Si aprendes a ver el lado positivo de la vida, pues todo. Todo me hace feliz.

Yo: Yo también soy feliz, mami.

Ella: ¿Cómo lo sabes?

Yo: Porque estoy junto a ti.- y luego, le di un abrazo.

Abrí una de las cajas que estaban apiladas en un rincón. Esta no tenía adornos, tenía recuerdos.  Había algo en medio de entre todas las cosas que contenía la caja: un sobre. Debatí unos segundos en mi mente si debía abrirlo o no. Finalmente lo abrí. Una frase. Una sola. Una única frase que en pocos segundos hizo que el fantasma de la nostalgia hiciera su presencia en la habitación.

Aquel día había vuelto tardísimo de trabajar. Los buses y los trenes habían sido clausurados por una huelga que la gente del centro de Nueva York estaba organizando. Tampoco estaban disponibles los taxis porque las calles estaban llenas de autos formando largas filas. Por la tanto, la única manera de llegar a casa era caminando.

Dos cuartos de hora más tarde, los zapatos con taco estaban matándome. Recuerdo haberme hecho una nota mental ese día : “Consultar el tráfico en Internet antes de ir a trabajar.”. Para cuando llegué a casa ya estaba anocheciendo.  Saqué las llaves del bolso.  Levanté la vista y en los escalones que estaban frente a la puerta se hallaba un sobre. Debería haber estado ahí desde hace horas porque detrás tenía una caja en forma de corazón que lo habría sostenido, y luego el viento debió tirarlo. Lo tomé en mis manos y lo abrí. Dentro de aquel sobre había un papel blanco que decía:

                                            “Me gustas, más de lo que deberías”

Y de sólo recordarlo, sonreí.

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Holaaa preciosurass. Perdonen  por tardar tanto en subirlo, es que esta semana comencé las clases y , ya saben, tenía que preparar todo. Y además no tenía tanto tiempo para escribir como en vacaciones. 

Quiero que respondan:

a) ¿Te gusta Simon? ¿Por qué? ¿Cuál es tu frase de él favorita hasta el momento?

b) ¿Qué te parece la historia hasta el momento? ¿La recomendarías?

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Twitter: @mama_wattpad

Las amoo, tengan paciencia porfis, trataré de subir el cap que sigue lo más pronto posible :D

Mamá SolteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora