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"Un Perdón, un beso, una mentira, tienen el mismo peso. La diferencia está en el grado de amor, de odio o rencor que lo dedicas"

Cada día, cada mañana antes que ella llegara le dejaba un pedazo de papel con un hola. Todos los dias los votaba, ya me estaba quedando sin cuaderno, pero la verdad ya no me importaba, quería que me perdonara.

Le pedí a mi mamá que me ayudara. Quizás necesitaba ayuda de una mujer.

Lo único que me dijo fue:

—Hijo, detalles

—Pero si lo hago...

—Hijo, debe ser de
verdad un detalle

Pasó el día y estaba listo. Entré a el instituto, entré al comedor y empecé a preparar todo. Cuando ya estaba fuera de mi clase vi por la ventanilla, estaba nervioso.

la vi a ella y entré. No me importó nada más.

—Profesora, aquí hay una chica que no merece su clase– dije, llamando la atención de todos, menos la de ella.— ella no me está observando, pues es sorda-muda, como ya se sabe.– noté como ella levantaba su mirada y se tornaba de asombro— Ella merece mas que eso.

Sabía que no me oía, en ese momento de climax entraron unas chicas, las porristas con un cartel.

MERECES MÁS QUE UN PERDÓN, MERECES MAS QUE SIMON, MERECES VIVIR DE VERDAD.

Todos aplaudían, ella comenzó a llorar, fui hasta su puesto, nuestro puesto y me saqué el chaleco tenía una polera con una frase.

¿Me acompañas para vivir? Vivir de verdad.

Se levantó y me abrazó, ese abrazo fue distinto que el primero, este, solo daba calor.

La profe aplaudió y habló.

—Que lindo todo, pero estamos en clases, así que vivan después de la jornada escolar, por favor.

Se lo escribí y nos sentamos.

Estabamos de vuelta. Estaba completo...

¿Antes de conocerla estaba completo?

El silencio dice más que mil palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora