Me quemé con hogueras de extraños los cuales; una vez llamé amigos.
Me mojé con tormentas ajenas a mí pero que hice tan mias cuando, para ellas; ni siquiera estaba en el epicentro.Salté, una y otra vez al vacío; solo para experimentar la adrenalina de la caída
sin saber mi final.
Emprendí el vuelo sin recibir ninguna clase;
pues la libertad está en uno mismo y no en las cadenas que te impone la sociedad.Y grité, o sí; grité.
Para oír mi interior y silenciar todo lo demás; así comprendí que la quemadura, el empaparme y la caída (siempre a favor de la gravedad y la sociedad) no era nada comparado;
Con mis ganas de impulsarme.