Recorremos las calles de la ciudad, Bastian conduce y yo voy en el asiento de copiloto. Su auto es muy hermoso Mercedes Benz negro.
— Estas hermosa — dice el sin apartar la vista del camino — ¿Sabes? Cuando te invite a salir por un momento pensé que me rechazarías.
— ¿Porque? — pregunté y me di el placer de observarlo de perfil, tenia esa parte tan atractiva que a cualquier chica le encanta, una mandíbula muy bien definida que te daban ganas de dibujarle un camino de besos.
— Porque después que dejaste de llegar al metro creí que yo era la última persona a la que querrías ver.
— Al principio estaba confundida, quiero decir, las tarjetas, el mensaje, encontrarte en esa casa... a ti te gustan los misterios ¿no? — dije sonriendo — pero después de unos días mi confusión paso de ser eso a tristeza por no saber algo de ti y no verte... — me callé de golpe, ¿le acababa de decir indirectamente que lo había extrañado?
Creo que él notó que me puse nerviosa porque por un momento apartó su vista del camino y me miró.
— Bonita forma de decir que me echabas de menos.
Iba a contestar cuando el dijo
— Llegamos.
El lugar era un restaurante que estaba situado en la zona de Lincoln Park, Pasta Bolw hace una pastas riquísimas hechas por cocineros italianos. Es bastante acogedor su personal y aunque la noche era concurrida el lugar siempre es agradable y accesible.
— Tenía mucho de no venir por aquí — dije entrando al local.
— Yo nunca había venido, hasta ahora pero investigue un poco y al parecer es muy bueno.
Cuando nos sentamos indudablemente pedí una pasta y Bastian unos Raviolis de Langosta.
— ¿Hace cuánto que no venias? — pregunta Bastian una vez que el mesero se fue.
— Solía venir con papá aquí. — es todo lo que digo.
— ¿Y porque ya no vienen? — sigue preguntando.
— Papá murió hace un año en una accidente de coche — digo y tomó un poco de agua del vaso que hay sobre la mesa, de pronto he sentido mi garganta seca.
— Venecia, no lo sabía,no era mi intención — respondió, claramente arrepentido de haber preguntado.
— Tranquilo, estoy aprendiendo a vivir con ello. Pero cuéntame de ti ¿que te gusta hacer? ¿cuantos años tienes? ¿tienes hermanos? ¿de donde eres?
— ¿Te han dicho que haces muchas preguntas? — dijo riendo.
— Un par de veces — respondo encogiendome de hombros y riendo a la vez.
El dobla os brazos sobre la mesa, se inclina un poco y me mira fijamente.
— Me gusta la fotografía, soy amantes de eso, para mi no ha nada mejor que captar una persona, un lugar, un momento en su mayor esplendor. Eso respondo tu primera pregunta, soy fotógrafo aunque en estos momentos no estoy trabajando en ninguna agencia.
— ¿Y la segunda?
— No me dejas terminar — dice sonriendo mientras yo me sonrojo — tengo 21 años, vengo de Inglaterra pero nací aquí en Chicago, cuando vivía allá solía andar conmigo una cámara todo el tiempo pero cuando vine aquí la deje, ahora me hace una enorme falta.
— ¿Y porque no compras una cámara nueva? — pregunte cómo si fuera la cosa más sencilla del mundo, y lo era.
— Porque si lo hago mi galería de fotos sólo serían de ti — dijo sin titubear — ¿alguna vez te han tomado una foto dormida o distraída?
— No, nunca ¿porque?
— Porque una fotografía en la que no estas posando es la mas pura, esa es la esencia de una buena fotografía, cuando estas distraída, consumida en tus pensamientos eres tu misma.
No sabia que decir y que bueno que justo en ese momento llegó la comida, mi Pollo Farfalle estaba delicioso y había olvidado lo increíblemente exquisita que es la salsa de crema de la casa. Los Raviolis de Langosta de Bastian también se veían muy bien.
— ¿Cómo nació ese amor por la fotografía? — pregunté mientras sentía la explosión de sabores en mi paladar.
— Desde pequeño, cuando tenía 6 años mi madre me regaló una cámara — dijo mientras bebía de su copa de vino blanco — la mayoría de las fotos que tomaba eran paisajes, soy hijo único no tengo hermanos a quien fotografiar así que le tomaba fotos a todo lo que veía.
En ese momento recordé el cuadro con la hermosa imagen de una mujer que vi en la casa donde encontré a Bastian.
— ¿Puedo hacerte otra pregunta? — dije dejando de comer.
— Ya la estas haciendo.
Sonreí, me acomode en mi asiento — ¿puedo hacerte otra pregunta aparte de esta?
— Claro.
— El día en que nos vimos en aquella casa vi un cuadro con una hermosa mujer ¿ella es tu madre?
— Si — fue su única respuesta.
- ¿Y donde esta ella ahora?
Por el silencio que hubo supe que toque un tema sensible, en ese momento el mesero llegó para desvanecer un poco la tensión que se había creado de un momento a otro.
- ¿Se les ofrece algo más?
- No, sólo la cuenta - dijo Bastian dándole su tarjeta de crédito al mesero que luego se marchó.
- ¿Nos vamos? - esta vez me hablaba a mí.
- Si - respondí.
Al salir el mesero le entregó la tarjeta a Bastian él firmó el ticket y nos fuimos. En el auto el silencio era ensordecedor pero al fin llegamos a casa.
- Gracias por la cena - estaba a punto de bajar del auto cuando me detuvo por el brazo.
- La historia de mi familia es algo que te contare otro día - aún en la poca luz que había dentro del auto sus preciosos ojos verdes me perdían - te veo mañana.
Asentí y me baje.
Cuando entré a la casa mi madre me pregunto cómo me había ido yo obviamente le respondí que bien.
- Bastian es un chico agradable, deberías de invitarlo mañana a cenar.
- Si, lo haré.
Subí a mi habitación con Happy siguiendome, me desvesti para ponerme algo más cómodo y luego me acosté, mientras acariciaba a mi perro empecé a pensar de que se trataría el pasado de la familia de Bastian para que haya cambiado tanto su humor.
Eso es algo que sólo con el tiempo me daría cuenta.
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En las Vías del Tren
Подростковая литератураCrush. Una palabra, algo que todos tenemos aunque a veces no lo digamos. Crush, esa persona en la cual pensamos todos los días porque sin razón aparente, nos acelera el corazón con solo escuchar su nombre. Venecia. Si conocieras una chica con ese...