Capítulo IV

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- Gracias por traerme a casa- dijo Vir evitando la mirada de Jim- Jace ha discutido con Kida otra vez, así que estará en su habitación con la música a tope y sin ganas de hablar con nadie.

- No importa- dijo sin apagar el motor, hubo un silencio incómodo.

- Y lo que ha pasado... o lo que ha estado apunto de pasar...- empezó a insinuar Vir.

- No digas que no ha sido nada, porque no me vuelves a ver- dijo Jim sin dejar de mirar al frente.

- No iba a decir eso- dijo Vir tocándole el brazo- solo dame tiempo para hablar con Boyce, además a mis padres tampoco les hará gracia, es otro duro palo para el gran juez Regan y su mujer- dijo intentando quitarle tensión a la situación.

- Tendré paciencia- dijo Jim acercándose a ella- pero necesito un último beso- dijo poniendo su mano en la mejilla- el último hasta que tú me pidas el siguiente- ambos se acercaron dándose un beso.

- Adiós- dijo Vir antes de darle un beso rápido sobre los labios y salir del coche sonriente, iba directa hacia el portal saludando al guarda de seguridad.

- No cierres la puerta- dijo su padre detrás de ella, aquellas palabras sobraron para borrarle la sonrisa de una.

- ¿ Quien era ese chico? el coche no era el de Boyce- dijo su padre llamando al ascensor- estabas muy cariñosa con él- su cara era casi inquisitiva.

- Un compañero de clase- contestó Vir nerviosa.

- Ayer estabas tan bien con Boyce y hoy me encuentro con esto...- su padre lanzaba las bombas directas, pero ella ya estaba acostumbrada.

- Papa, Boyce y yo hace mucho que no estamos bien- dijo entrando en el ascensor y dándole al botón- ayer era la primera vez que quedábamos en meses, tan solo está centrado en el deporte y en sus amigos, Jace sabe más de él que yo misma- contestó frustrada.

- ¿ Entonces lo has dejado para irte con uno de esos que piensan en que el arte les va a dar de comer?- dijo su padre poniendo casi cara de asco- hija mía, cada día me sorprendes más.

- Fin de la conversación- dijo Vir controlando sus ganas de partirle la cara.

- Esto me pasa por no enviarte a una buena universidad, ahora te piensas que todos son como tú, pero no todos tienen la suerte de tener una familia que los mantenga cuando deciden tirar su vida por la borda- dijo su padre saliendo del ascensor- si vas a dedicarte a no hacer nada dando saltitos de aquí a allí no pierdas la única forma que tienes de tener una buena vida y déjate de niñitos imbéciles.

Vir no contestó, no podía, la rabia le recorría el cuerpo, cuando entró a casa soltó su bolsa con las cosas del entrenamiento y subió directa a la habitación de Jace, necesitaba gritar a los cuatro vientos lo mucho que odiaba estar allí, y él era el único que por lo menos la apoyaba, aunque realmente daba la razón a sus padres. Por lo menos él la escuchaba.

Sin llamar a la puerta entró de golpe, y la cerró al instante al ver que no estaba solo, habría arreglado las cosas con Kida sin necesidad de intervención. Pero no le cuadraba, la chica aquella era más rubia que Kida, pero no pensaba abrir la puerta para comprobarlo. Se apartó de la puerta al escuchar acercarse pasos, la puerta se abrió y salió una chica despeinada con los zapatos en la mano.

- Hola Vir- dijo con una sonrisa, Jace la miraba desde el marco de su habitación sin camiseta.

- Adiós Natalie- dijo mirándola con la mayor cara de asco mezclada con odio que había en la puerta. Cuando se dio la vuelta, no sin antes mandarle un beso a Jace. Vir empujó a su hermano dentro de la habitación- ¡¿ Qué cojones acaba de pasa?! ¡ Eres imbécil!

Y de repente ÉlWhere stories live. Discover now