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EN OTRA PARTE

Antes de que hubiera luz existían ángeles, todo era perfecto hasta que hubo un momento de oscuridad. Lucifer se revelo contra dios y fue expulsado del paraíso, comenzando una guerra obligándolos  a escoger entre el paraíso o el caos .

 ☼

"Érase una vez un diablo moribundo tendido entre la bruma. Y un ángel que se arrodillo junto a él y sonrió." 

JungKook era incapaz de contener la sangre dentro de su cuerpo. Brotaba entre sus dedos y escapaba en chorros calientes, empujada por los latidos de su corazón. No podía detener la hemorragia. Era un herida terrible.

Iba a morir.

A su alrededor, el mundo había perdido sus horizontes. La niebla le impedía ver con claridad donde se encontraba con exactitud, solo divisaba los montículos  de cadáveres desdibujados entre la bruma. Podían ser ángeles o demonios. 

Y mientras JungKook esperaba tendido la llegada de su propia muerte, un sonido a lo lejos rompió el silencio posterior a la batalla. se puso rígido y se presionó con más fuerza la herida. Más tarde, se preguntaría por que había reaccionado de aquella manera. Debería haberse abandonado y morir antes de que llegaran a donde él se encontraba.

El enemigo estaba recorriendo el campo rematando a los heridos. JungKook debería haber acelerado su muerte, dejándose arrastrar por la tranquilidad que acompañaba a la pérdida de sangre, algo parecido a quedarse dormido. El enemigo sería mucho menos considerado.

¿Qué lo empujó a esperar? ¿La esperanza de matar a un ángel más? Pero si era eso, ¿por qué no trataba de arrastrarse para recuperar su espada? Simplemente permaneció allí, apretando su herida, viviendo aquellos escasos minutos adicionales por alguna razón que no comprendía.

Y entonces lo vio.

Al principio no era más que una silueta. Grandes alas  blancas naciendo de su espalda (al contrario de las suyas que eran del color negro más oscuro y uniforme con un brillo azulado), y un aro de luz sobre su cabeza —las características del enemigo—.Una profunda aversión invadió a JungKook, que lo vio detenerse junto a un cadáver y luego junto al siguiente. —¿qué estaba haciendo?, ¿un rito funerario?—.   

Se volvió y deambulo hacía JungKook.

A cada paso su imagen se definía más. Era delgado y tenía las piernas largas  — su delicada figura estaba cubierta  por un pantalón y una camisa  ambos de color blanco y demasiado holgados  —. Sus alas estaban plegadas, y su modo de andar transmitía al mismo tiempo gracilidad y tensión por la potencia reprimida.En una mano portaba un cuchillo en forma de luna creciente; otro igual pendía enfundado sobre su muslo. Con la otra mano sujetaba un largo bastón que no era un arma.Estaba curvado como el cayado de un pastor y llevaba algo plateado —¿un farol?— suspendido de un extremo. 

No, no era un farol. No desprendía luz, sino humo.

Avanzó unos pasos,  y la bruma desveló sus rostros. Se detuvo en seco al percibir que estaba vivo. JungKook se preparó para sentir un grito, una arremetida repentina y más dolor cuando él le clavara el cuchillo, pero el chico no se movió. Durante un largo instante se miraron el uno al otro. Él ladeó la cabeza con un gesto burlón parecido al de un pájaro que no denotaba violencia, sino curiosidad. De sus labios no brotó ningún alarido. Su rostro permaneció serio.  

YuanFen 缘份. KvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora