Capítulo 6.

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—No vayas tan rápido Iván —Le dijo Dimitria a su amigo que iba a varios pasos delante de ella.

—Vas demasiado lento, mientas más rápido volvamos, más rápido podrás resolver los problemas con tu madre — Respondió el chico sonriente

—Eso ya lo sé, pero si vamos rápido no podré pensar bien en qué le voy a decir... Además —Su voz se hacía más fina mientras se aferraba más a Iván —Tengo miedo

—Lo siento, caminaré a tu ritmo— Se disculpó el joven —Te he dicho que no temas, estaré a tú lado ¿Sí? Trata de estar calmada— Dimitria trabajaba para estar tranquila, pues iba al lado de Iván, sus preocupaciones se empezaron a convertir en pequeñas al escuchar los consejos y experiencias de su parte, él asombrosamente, irradiaba una especie de aura de hermano mayor, alguien quien estaba dispuesto a proteger al mundo entero de Dimitria, ella no se podría sentir más cálida y en calma.

Llegaron al restaurant y los padres de ambos estaban afuera esperándolos junto a una patrulla policial.

Él primero en ver a su hija fue Pavel y no pudo contenerse — ¿¡Estás bien mi preciosa princesa?! —Se acercó torpemente hasta donde estaban los dos jóvenes y empezó a besar la coronilla de Dimitria —Mi pequeña flor de manzanilla, estas tan fría, te fuiste corriendo y olvidaste todo aquí —Le dijo su padre preocupado, ahogandola en un abrazo que no la dejaba respirar, en el abrazo, ella pudo darse cuenta de lo frío que estaba él también

¿Cuánto tiempo la habrá estado esperando bajo la espesa nieve?

Sus brazos temblaban y su cabello, cubierto por el sombrero que su esposa le dijo que no usara estaba cubierto de magia blanca.

—Estoy bien papá, ¿Dónde está... mamá? —Preguntó curiosa Dimitria que no encontraba a su mamá en las afueras del restaurant, pero pronto la vio cuando ésta salió del local; Su peinado se había desecho completamente, dejando caer su melena color miel sobre sus hombros, se había quitado el maquillaje, todavía tenía restos de este en la cara y sus ojos se veían hinchados de tanto llorar, la chica, que nunca había visto a su madre en esas fachas estaba sorprendida y desecha, pues, sabía que ella era la única causante de que se viera así. Sintió su corazón estrujarse de pena y melancolía

¿Mira lo triste que he hecho a mis padres?... Se lamentaba internamente. Después de todo el enojo, toda la ira, le quedaba una tristeza palpable y fría.

—... ¿Ma.. Mami?— Llamó Dimitria, pero su voz no salió clara por el llanto inoportuno y era opacada por un tono de vergüenza y arrepentimiento, sin embargo eso no detuvo el sexto sentido de madre que tenía Dasha y levanto la cabeza, buscando a aquella niña de antaño que la llamaba con tanto amor "mami" y ahí la vio. Desesperada, corrió hacía Dimitria y la abrazó.

La castaña tenía muchos años que no abrazaba a su madre, se sentía extraño, la sensación del amor maternal que Dasha escondía de ella, ¿Por qué esconde este sentimiento hacia mi?... se preguntó ella. El frío empezó a desaparecer del cuerpo y del corazón de la niña, no había abrazo tan cálido como el de una madre preocupada al encontrar a su hermoso retoño. En su abrazo se fundían los sentimientos de pena, tristeza, arrepentimiento... Y llegaba una ola de amor, compresión y calidez que ninguna de ellas pudo haber dicho con palabras. Los ojos de Dimitria se llenaron de nuevo con lágrimas tan claras como el hielo y Dasha se alejó de ella mirándole.

—Lo siento, actúe mal, me disculpo —Fue una respuesta corta y sencilla, pero Dimitria entendió que ese era un gran paso para su madre, llena de reglas y disciplina extrema, había bajado la cabeza y se había disculpado con ella —¿Me puedes disculpar, Dimitria, hija mía? —Su voz era implorosa y helada.

Volando sobre hielo (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora