5. "Cómo seducir"

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En el transcurso del día, la mente de Yuu vagaba por todas partes. Concentrarse era imposible, no podía sacar a Mikaela de su cabeza. Y no lo decía en un sentido romántico, ya que le hubiera gustado golpear su cabeza contra la pared hasta quedar inconsciente y olvidarse de todo lo sucedido.

Mikaela Shindō, el atlético, el rompe corazones, el que siempre jugaba en el equipo contrario y parecía odiarlo a muerte. Ese mismísimo Mikaela había intentado besarlo, o violarlo; no lo sabía con certidumbre.

Una vez que tocó el timbre, guardó con rapidez sus útiles y salió despavorido hacia el patio delantero. Lo de Mika fue algo de un día, un trabajo práctico, nada más. Como aquel compañero de clase al que le pedías un lápiz prestado y nunca más le volvías a dirigir la palabra. Pasaría lo mismo con Mika, no hablarían más, a menos que sea para insultarse en un partido.

—¿Te escapas de nosotros?

Al oír aquella voz demandante, Yūichirō volteó bruscamente. Allí estaba Shinya con una pelota de fútbol en sus manos y Guren de brazos cruzados, dedicándole una mirada asesina.

—¿Eh? ¿Escaparme? —Soltó Yuu.

—Hoy mismo te lo recordé —habló Guren—, después de la escuela iríamos a jugar un partido, ¿o lo olvidaste?

Yuu miró al cielo un segundo, rebuscando algo en su mente y luego bajó a tierra firme. Hoy se había equivocado miles de veces en la clase de inglés por pensar en el oxigenado y si hoy iba a jugar con sus amigos, jugaría pésimo y todos se percatarían de que algo le pasaba.

No, no podía arriesgarse, él solía ser muy sincero. Si lo invadían a preguntas, les contaría sobre Mikaela y el rumor de su falsa sexualidad se haría cada vez más grande. No quería arruinar su reputación más de lo que estaba.

—¿Saben? No me siento bien. —El ojiverde se palpó la sien—. Todo el día me dolió la cabeza, prefiero descansar.

—Para que rechaces un partido sí debes sentirte mal. —Shinya, preocupado, chequeó si el azabache tenía fiebre al tocar su sien con una mano—. No, no tienes temperatura. Tomá un té y luego acuéstate, ¿sí? Toma una pastilla para el dolor de cabeza, ¡pero sólo una y cada ocho horas! Si te sientes mal, no vayas esta noche.

—Por supuesto, mamá. —El menor rodó los ojos.

Yuu chocó los puños con ellos, haciendo el típico saludo estudiantil y siguió su rumbo a casa. Luego recordó lo que dijo Shinya, "si te sientes mal, no vayas esta noche". Tenía la sensación de que nuevamente había olvidado algo, pero ya era muy tarde para preguntar, ya había perdido de vista a los más grandes.

Sin embargo, la conversación con los del curso superior había logrado lo que más evitaba.
Porque alguien había dicho su nombre. Una voz sumamente irritable, que estaba detrás de él, pisándole los talones al caminar, pero el pelinegro intentaba con todas sus fuerzas no voltearse.

Pero lo hizo, porque la curiosidad había matado al gato, y quizás a su heterosexualidad también.

—¿Qué quieres, Mika?

—A ti.

Yuu ensanchó los ojos ante la sorpresa. Quería huir cuánto antes de allí.

—En serio, ¿qué quieres? —insistió el pelinegro, como si el comentario del rubio no le hubiera afectado en absoluto.

—Ayudarte.

El blondo demostraba tanta seriedad que daba miedo, Yuu dudaba si en realidad lo amaba o si en cualquier momento cometería un homicidio. Cualquiera de las dos opciones causaba un miedo permanente que sólo le provocaba ganas de correr hasta llegar a casa, sin embargo, Mikaela sabía donde vivía él. Era inútil.

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⏰ Última actualización: Mar 18, 2018 ⏰

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