Capítulo 5: El Afecto no es Sanguíneo

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Los gallos indican la llegada de un nuevo día. Mi cuerpo niega perezoso, pero sin importarme abro mis ojos. Algo es diferente, Viago no está a mi lado, debe estar abajo en la cocina, con la abuela.

Me toma un rato más despegarme de las cómodas sabanas, pero lo logro entre forcejeos y arranques de voluntad. Aún de pie la pereza tiene influencia en mí. Solo camino como me acosté, descalzo, pantalón corto y camisa de tirantes. Es más cómodo de esta forma, he estado vistiendo lo mismo por 3 años ya que es práctico, tanto por la movilidad como el calor.

Bajo las escaleras.- Bueno días a las dos.- La abuela responde con una seña de "buenos días" mientras cocina el desayuno.

-¿Donde esta Viago?- No la vi al bajar y tampoco me respondió cuando saludé, ella es muy cortes como para no devolver un saludo.

-Se fue más temprano esta mañana, cariño.- No desvía los ojos de la cocina ni de los ingredientes.

-Abuela, hoy llegará el barco.- Solo llega una vez por mes, es un barco carguero, pero el capitán se permite trasportar pasajeros.

-Así que te vas hoy, bueno cuando te vayas dile a ese mocoso de Strauss que eres mi nieto y todo irá bien.- Por lo que sé, la abuela conoce al capitán del barco desde que eran jóvenes.

-Sí, pero antes...-

-Iras con Viago para decirle cierto, ya lo sé.- Completa mi oración, es como si los ancianos vieran el futuro, tal vez es eso de la magia que mencionó Viago.-Antes de eso tienes que comer y alistar tus cosas.-

Termino tan rápido como puedo y subo corriendo para decidir qué voy a llevar. Primero que nada me ducho, el calentarla con leña es mejor que el frio del lago. Me visto, realmente no fue un gran cambio, es lo mismo e antes pero con botas y pantalón corto verde, la camiseta sigue siendo blanca. El cinturón de cuero junto a las fundas de los cuchillos van equipadas a cada lado de mi cintura. Dos en el cinturón para acceso rápido y uno pequeño al costado de la pantorrilla, Viago dijo que ese es para emergencias.

Realmente nunca he tenido muchas cosas, además del cambio de ropa, algo de comida y dinero que he ahorrado.

-Ahora que lo pienso tampoco tengo donde llevar estas cosas.- Solo quedo parado mientras siento lo distraído que soy, lo peor es que estas cosas pasan a menudo.

-Ten, es lo que necesitas.- Un bolso de viaje cae a mi cama, es la abuela quien lo lanzó.- Es algo viejo, pero te servirá.-

-Gracias, pero... nunca había visto esto en la casa.- He vivido aquí toda mi vida y jamás llegue a ver este bolso.

-Es de tu padre, lo guardo como recuerdo pero solo acumula polvo, es mejor darle un uso.- Sonríe y desaparece de la puerta.

-¿Algo heredado he?- Realmente no siento algo como apego a esto, es ridículo sentir algo por alguien a quien no conociste, pero la abuela me lo dio así que lo cuidaré.

Reúno las mudas de ropa y la comida para dejarlas en el bolso, el dinero irá conmigo. Lo cargo en el hombro y salgo corriendo para ir a informarle a Viago. Por el camino me despido de algunos clientes y las trabajadoras.

Es temprano por la mañana, aún no es medio día y puedo correr por las calles con menos probabilidad de chocar con alguien. Algunos mercaderes saludan desde los puestos y yo les devuelvo el gesto con una sonrisa mientras voy cuesta arriba.

Recorro algunos callejones y acorto por el bosque para llegar más rápido con Viago. Salgo de entre la maleza y llego al pórtico de la casa. He recorrido la mirada de Fiuli corriendo pero no me siento cansado.

Ávila: Cazadores de liverdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora