Tú que creías ser la estrella de mi universo, tú que pensabas que mi vida se basaba en un solo nombre, el tuyo.
Tú que pensaste que el amor se basaba en el egoísmo barato, tú que me infravaloraste, que creías que era un polvo seguro, que apostaste sin ver el riesgo de una inversión que ni siquiera estudiaste a fondo.
Tú que creías que ibas a volar por mi cielo, al final no calculaste la ostia que te ibas a pegar.
Tú que con tu mirada creías que me ibas a hipnotizar, y al final mis ojos sólo te transmitieron ese miedo de no conseguir lo que creías hecho.
Tú que creías ser el profesor que me iba a enseñar la asignatura de amar y al final te fuiste a septiembre siendo un alumno que no consiguió aprender la lección que yo tal sutilmente te fui enseñando.
Tú que pensabas que la chulería me acabaría enamorando, y al final tu chulería fue lo que me hizo huir.
Tú que pensabas que tenías todo al alcance de tu mano, al final por no asegurarte no te quedaste ni con un porción de lo que soñabas.
Tú que hablabas de superación, lo único que superaste fue el complejo que tenías de don Juan.
Tú que buscabas en mí un juguete del que presumir, al final fui el juguete que nunca quisiste enseñar porque acabó jugando contigo.
Tú que querías tanto y no supiste valorar los pequeños detalles.
Porque por lo menos aprendiste que los pequeños detalles es lo que consigue llegar a la felicidad y yo por pequeños detalles te los entregué todos.
Tú que ansiabas la libertad buscándola en mis labios y al final estás ahí, en el espejo mordiéndote el labio, conteniendo esa rabia.
Porque te voy a decir una cosa, quien vive con rabia nunca podrá amar de forma plena.
Tú que querías enseñarme sobre el amor y al final acabaste dando las mejores lecciones de cómo odiar.
Tú que insistías en mis perdones y en mis lo sientos... bueno, hoy te doy las gracias por enseñarme a no decirlos ni una vez más.
Tú que querías pisarme la autoestima y luego me decías te quiero.
Tú que buscabas en una cartera el precio de un amor que no se puede comprar y menos mendigar.
Tú que creías que lo superficial era lo que te iba a dar esa felicidad, al final eso ni siquiera te importó, porque en verdad lo que te mató por dentro es aquello que no se puede decir con palabras.
Tú que presumías con tus amigotes de que no te ibas a enamorar nunca más, al final fallaste la apuesta.
Tú que presumías de ser valiente, ahora mira a los ojos y admite al mundo que el amor te acaba de ganar la partida.
Tú que creías que con unos músculos me podías impresionar, sólo conseguiste alejarme.
Tú... que me enseñaste algo y nunca te lo podre agradecer y es que gracias a ti pude quererme de verdad y no como una utopía. Gracias de verdad.

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Siete vidas
Roman pour AdolescentsAntes era un diptongo pero luego decidí rebelarme y me convertí en hiato. El tiempo es un farsante, pero las personas quizás más. Escribo para no pegar un tiro a toda la sociedad que vive engañada con sus certezas, y una cosa os digo, la única cert...