Injusto

196 37 12
                                    



Las nubes cubrían gran parte del cielo moviéndose rápidamente guiadas por el viento, el mismo viento que revolvía el cabello colgado de la niña que se encontraba sentada en las ramas de un árbol escondiéndose, como era la costumbre, de su tutora.

Viktoria llevaba varias horas descansando en el árbol del jardín de su amado hogar.
Aquel día debía practicar como servir adecuadamente una taza de té, algo en lo que ella misma se calificaba como torpe. 

Tan solo era té, ¿qué importancia tendría el cómo era servido? Lo habían intentado miles de veces a insistencia de Lilia, pero realmente le importaba un comino, sus hermanas eran capaces de realizar la acción millones de veces mejor que ella y a pesar de ello la encargada de servirlo siempre seria Tatiana, porque no existía duquesa más elegante que ella.

La niña de 6 años suspiro frustrada.
Aunque siempre lo intentara resultaba ser más torpe que sus hermanas a la hora de mostrar sus virtudes; era verdad que la mejoría se notaba en su caminar y a la hora de hacer las reverencias, al caminar en las calles junto a su familia, el mantenerse quieta en los momentos justos y hablar cuando solo se le cedía la palabra.
Pero siempre resultaba un debate interno, un debate entre lo que debía hacer y en lo que deseaba hacer.

-Viktoria, es hora de que bajes de allí

Genial, la encontraron

-Déjame en paz Anastasia.

-Mamá se encuentra en el jardín del lado contrario, no tardara en encontrarte y si no quieres que descubra tu escondite es mejor que bajes.

Lo pensó varios segundos antes de tirarse desde las ramas frondosas más bajas del árbol.
Existía solo una cosa en la que era mejor que cualquiera de sus hermanas, en su habilidad física. Viktoria era capaz de trepar árboles, correr, saltar y realizar cualquier actividad física con un mejor rendimiento que todas sus hermanas juntas.
Sin embargo, era algo que estaba sumamente prohíbo, puesto que una señorita, sobretodo hija del Zar, no debía comportarse como un niño fuera de control.
Ella debía ser limpia, grácil y elegante.

Esas eran palabras de su padre.

Al tocar de nuevo el suelo se acomodó el vestido sacudiendo cualquier rastro del árbol que fuera a delatarla.
Anastasia era la única que conocía su escondite.
No era como si ella le hubiera contado a su hermana, Anastasia fue quien lo descubrió por si sola luego de seguirla a hurtadillas; así que siempre le avisaba cuando alguien podría estar cerca y descubrirla.

- ¿Por dónde nos vamos?

Anastasia mantenía el secreto con una simple condición: que Viktoria no volviera a usar sus vestidos sin su permiso.

Caminaron por el jardín rodeando el palacio del lado contrario al que se debía encontrar la Zarina, la más pequeña seguía los pasos de su hermana, debían entrar al castillo sin que fueran descubiertas.

-Ven, si nos apresuraremos podremos llegar con Lilia antes que mamá vuelva a entrar a la casa. Tan solo debemos pasar por la cocina, caminar hasta alcanzar el salón principal y rápidamente subir por las escaleras –Viktoria se detuvo de golpe al escuchar las palabras de la mayor - ¿Qué sucede Viktoria?

-Creo que mejor vamos del otro lado...

- ¡Estás loca!, mamá descubrirá que no estamos con Lilia y además de la reprimenda de ella también recibiremos la de mamá. No, Viktoria no, ni siquiera se te ocurra. Estamos cerca de la puerta trasera de la cocina, podemos pasar por allí y todo resuelto. No, Por favor, ¡regresa aquí Viktoria!

El Último Nikiforov (Viktuuri -YoI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora