Capítulo 2

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SUMMER

Nos mezclamos entre los uniformes azules que van caminando a prisa por el infinito pasillo que nos lleva a los ascensores. Nunca hemos entrado en ellos, siempre nos han hecho usar las escaleras. Cuando nos acercamos nos damos cuenta de que poco a poco se empiezan a formar filas y los encargados de piso empiezan a dividirnos para entrar a los ascensores por grupos pequeños. Se puede sentir la creciente tensión en el ambiente de algunas personas a nuestro alrededor hablando a toda velocidad y otras que rompen en llanto por alejarse de sus seres queridos, y por la expresión que tiene Seth, me puedo dar cuenta de su preocupación, sus ojos reflejan miedo y un dolor agudo nace en mi pecho al verlo.

Nos detenemos cuando una mujer de edad avanzada, con el cabello plateado recogido en una trenza larga se acerca a nosotros y observa nuestra pequeña y rota familia. Con un suspiro agotado espera unos segundos y abre una carpeta con papeles de identificación de todos.

—¿Cómo te llamas, cariño?.—Le pregunta a Spencer que se esconde tras de mi.

—Spencer.

—Awen.—Contesta Sunny. El mundo parece moverse a toda prisa menos nosotros.

La mujer busca entre sus hojas y encuentra los perfiles que nos tomaron cuando entramos aquí. Sirio parece tan joven en esa foto, parece lleno de paz. Volteo a verlo y solo esta el hombre endurecido en lo que lo han convertido. Desearía verlo ve nuevo como antes, y aunque siempre tuvo que cuidarnos nunca lo vi tan preocupado.

—Por aquí, señor Awen, lo pondremos en esta fila.—Mira a Sirio indicándole una fila.

El pánico crece en mi interior y me inunda cuando Sirio deja un cálido beso en nuestras frentes antes de alejarse sin mirar atrás, lo último que veo de él antes de desaparecer entre las demás personas son las puntas claras en su cabello castaño, características de nuestra familia y el cual siempre me había recordado que somos de la misma familia.

Escucho a lo lejos de mi pensar el llanto de Sunny al ver a nuestro hermano irse y tomo en brazos a Spencer que se aferra a mi asustada. Seth abraza a Sun, y yo a ambos con un brazo, el que parece ser nuestro último abrazo, porque una vez que regresa la mujer del cabello de plata me toma de la muñeca sin hacer fuerza y me aferro una vez más a mis hermanos para besarles la cabeza. No quiero verlos a los ojos, mi cobardía me grita que no lo haga pero no puedo evitarlo, y aunque deseo hacer más tiempo con ellos la mujer vuelve a jalar mi muñeca y es momento de separarme. Beso la mejilla de Spencer y la dejo con cuidado en el suelo para que vaya con los gemelos y le intento sonreír aunque las lagrimas salen de mis ojos.

—No pasa nada, yo te voy a buscar.—Me dice Spencer con increíble inocencia y la abrazo fuerte conteniendo mis emociones.

—No olvides a donde perteneces, chiquilla. Eres una Awen.—Le dice la mujer mirándome compasiva y ambas nos retiramos hacia una fila larga donde empiezo a buscar con la vista a Sirio.

La mujer me da la bendición y le agradezco mientras me limpio las lágrimas con la manga de mi uniforme antes de que ella me suelte y con una dulce sonrisa se retira para incorporarse en la multitud.

Busco con la mirada a Sirio y el estallido del llanto de Sunny me hace mirarla cuando la mujer se lleva a Seth de su lado, veo como el pobrecito aguanta el dolor y trata de calmarla mientras se suelta de su agarre y otras chicas toman a Sunny, es entonces cuando el dolor me invade por completo, y veo a Spencer tomar de la mano a Seth e irse con él, al menos ellos irán juntos. Estoy a punto de correr hacia ella pero mis pies no me dejan y dos desconocidos me toman cada uno de un brazo, el mundo parece darme mil vueltas y es entonces cuando veo a Sirio entre la gente en una fila cercana, y nos mira entristecido. Mis piernas vencen y me dejo tomar por los desconocidos, en completa decepción. Los bordes de mi visión se tornan oscuros y un helado sudor me empapa la frente cuando veo la puerta del ascensor que esta frente a Sirio abrirse, y me sonríe antes de irse junto a una docena de personas.

En ese momento las puertas del ascensor que esta frente a mi se abren y la gente comienza a avanzar con pasos rápidos,

mientras las manos que me sujetan me presionan a avanzar para adentrarme a la caja metálica. Dejo atrás a las demás personas y me giro a mirar por ultima vez aquel edificio en el que vivimos por tantos años.

Las puertas se cierran, estoy dentro junto con un montón de desconocidos que guardan un silencio tan intenso que puedo escuchar mis propios latidos del corazón. Miro hacia arriba y veo la luz blanca de los focos brillar con fuerza hasta cegarme unos segundos. No nos movemos. El elevador no se ha movido, aunque sé que la persona encargada que nos acompaña ya ha presionado el botón para movernos.

De pronto, las luces se apagan y con un ruido metálico el elevador se empieza a mover. Las luces se encienden y todos nos miramos entre nosotros. Cuando el ascensor se detiene, un chico, probablemente de la edad de los gemelos, con cabello castaño casi rizado y unos lindos ojos color grises me toma de la mano, el gesto me toma por sorpresa pero aún así le sonrío de medio lado ya que a juzgar por lo helado de sus manos está muy nervioso.

—En una fila ordenada pasen a la estación. Ahí se les colocará un dispositivo que medirá sus signos vitales, por ninguna razón tienen autorización de desviarse. Si no van apenas salgan de aquí a la estación, no serán considerados para seguir adelante y serán descalificados automáticamente.—Menciona el hombre que presionó el botón del elevador antes de que las puestas de este se abran y deje entrar la fuerte luz del sol.

Soy la más cercana a la salida así que salgo con el chico aún tomado de mi mano y empiezo a caminar adelante donde se encuentra una estación de paredes blancas y ya hay fila de al menos diez personas y dos mujeres están ahí esperándonos.

—Soy Daniel.—Me dice el chico, ya había olvidado que lo llevo de la mano.

—Summer.—Respondo sin dejar de poner atención en lo que pasa adelante.

Un escándalo se escucha cuando un chico rubio y bastante alto levanta el puño y le da fuerte a la parte superior de la mesa de la entrada. Tiene las venas del cuello marcadas y un rojo intenso invade su furioso rostro.

—¿Con quién tengo que hablar para resolverlo? ¡Tiene que ser un error! ¡Soy más fuerte que el resto, merezco estar ahí!—Grita y hace que todos nos movamos un par de pasos hacia atrás. Dos uniformados de negro llegan y toman al chico de los brazos y piernas mientras que él forcejea. Todos estamos impactado mirando lo que pasa, aunque las dos mujeres de la mesa lo ignoran y sueltan un seco "siguiente".

Cuando nos acercamos puedo ver una pantalla que muestra como un pequeño mecanismo con pequeños bracitos, algo así como un pulpo de metal, se amarra en la columna vertebral e inicia un funcionamiento que mide los signos vitales de la persona.

—Siguiente.—Repite la mujer y caigo en cuenta de que sigo yo. Suelto a Daniel y me acerco a la mesa mientras me mira con cara de perro amargado pidiéndome:— Nombre y código humano.

—Summer Awen, número 80170.—Respondo mientras la mujer le da vueltas a las páginas de una carpeta.

—Pasaste, entra por esta puerta con tu blusa arriba y tu brazo derecho extendido.— Dice con ojos de pistola y suelta otro:—Siguiente.

Entro en la estación levantando mi blusa debajo de mi pecho y extiendo mi brazo derecho. Una mujer de aspecto mucho más suave está esperándome dentro parada detrás de una mesa mecánica con el cabello anaranjado recogido en un moño alto.

—Buen día, preciosa.—Dice amablemente y verla tan feliz me hace sonreír inconscientemente.— ¡Felicitaciones! Ya estás dentro ¿viste las pantallas de afuera?.— Espera mi respuesta y yo asiento en silencio.— Vamos a ponerte uno igual ¿te parece?. Puedo asegurarte que solo sentirás un pinchazo muy leve, acércate.

Carajo, ¿por qué razón las que lucen más lindas son las peores?.

Doy un suspiro asintiendo mientras que ella se pasa tras de mi y se agacha a mi altura con una jeringuilla en la mano.

—Confía en mi, solo respira profundo.— Me aconseja mientras extiende con los dedos la piel en mi espalda baja y entierra la helada aguja lentamente haciendo que cierre los ojos con fuerza. No le deseo este dolor ni al peor de mis enemigos, ¿cómo lo estarán llevando mis hermanos?.

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