CAPITULO 7

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El chico nuevo

La alarma sonó como por décima vez, así que avente el celular en una esquina de la habitación. Seguramente me arrepentiré de ello. Haber tenido resaca todo un fin de semana me servía como experiencia para no volver a tomar. Bueno, no por el momento. Y no solamente era resaca, era resaca mesclada con la humillación. ¿En qué carajos estaba pensando en enviarle ese mensaje a Andrew­? Ahora tenía que arreglar esta situación, y no solo eso. Asesinar a Andrew y deshacerme de su celular, Si, creo que eso funcionaria.

-¡Bell, levántate, se te va a hacer tarde!-Escuche decir a mamá desde la cocina. Claro que mi madre no se daba por enterada de nuestro descontrol en casa de América.

Me levante enseguida, ordene un poco mi habitación y tome una sudadera y unos jeans ajustados con mis converse blancos. Tome una larga ducha y me vestí. Mire mi reflejo en el espejo. Me veía como la mierda. Mi cabello estaba más alborotado de lo normal así que aplique un poco de laca para darle forma y me aplique un poco de brillo labial, aunque seguía viéndome fatal.

A la mierda con todos.

Tome mi mochila y me dirigí hacia la cocina, tome una manzana y le di un beso en la mejilla a mamá. Encendí el auto y me coloque mis lentes de sol, y conecte mi celular al reproductor del auto, y le di play a Bad and Boujee.

Si, a la mierda con todos.

Llegue al instituto con 5 minutos de anticipación, así que tenía que correr si quería llegar a tiempo a mi clase de español. Llegue al salón de clase y avente la puerta azotándola contra la pared asiendo que todo el salón de clases voltearan sus cabezas como aquella mujer en el exorcista. Ubique a las chicas en el fondo del salón y tome lugar con ellas. Al verlas a simple vista tienen un aspecto como si fuesen salido de la casa de terror ¡Fue horrible, fue horrible! Tomo asiento a lado de Cecilia, viéndolas a todas casi babeando.

-Hola trastornadas ¿Qué tal de resaca? –con una sonrisa pícara en el rostro pregunto

-Bell, no quiero hablar de eso, no lo recuerdes –Responde Cecilia sobándose la frente con su mano

-Es en serio chicas, solo a ustedes se les ocurre venir a clases en ese estado, ¿Tan descontrolado estuvo todo? –sacando sus libros de su bolso, pregunta Kim ingenuamente. Por suerte ni Kim y Sofía no estuvieron en la escena más macabra ocasionada por nosotras.

-¡Ni te imaginas Kim! Me siento como la mierda, no comí nada el fin semana chicas, un dolor de cabeza extremo como si una banda de rock tocara sin parar. Pero ahora es bueno reírse de esto ¿No? –recostada en el pupitre casi durmiéndose dice Estem

-Cállate Estem, como tú no tuviste a tu padre jodiendo como la mierda, era un dolor en mi trasero. Estuve a punto de mandarlo al carajo, pero recordé que es quien me da dinero para venir al instituto y se me paso. –retocándose su discreto maquillaje menciona América.

Seguíamos conversando y recordando lo que paso el inolvidable viernes que impresionablemente sacamos nuestra –chicas locas- dentro, es divertido recordarlo ahora. A pesar de la locura y literalmente el desenfreno, la pasamos bien todas.

Nuestro profesor de español entro con su maletín en mano y se ubicó en su escritorio, todas recobramos nuestra compostura, todos en realidad. La puerta se volvió a abrir y un chico entro. Era alto y de piel pálida, llevaba su cabello castaño hacia un lado y su mochila colgaba de su hombro robusto. Nuestro profesor le tendió un horario escolar, se colocó junto a él y llamo la atención a toda la clase.

-Jóvenes, él es su nuevo compañero. Finn Nelson.

Finn desvió su mirada hacia nosotros, y, ¡Que mirada! Sus ojos eran de una tonalidad gris, y para causarle más drama al asunto mostro una media sonrisa.

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