Nadie le había dirigido la palabra en dos días, rayos. Se sentía raro, muy, demasiado raro. Por lo menos conversaba con Marcus por mensajes cuando no estaba en sus días, pero aunque sea un intercambio de tres palabras con algún compañero porque se le había caído el lápiz no le vendría mal.
Rubén concluyó, saliendo de clases de biología con su mochila sobre el enchaquetado hombro, que había dos tipos de invisibilidad social: la que te es impuesta por los demás de tu edad y la otra por la que te dejas consumir tú mismo. Estaba caminando por los pasillos igual que meses atrás, antes de las vacaciones de verano, de tomar un bronceado y que lo mordiera un cangrejo por estar haciendo castillos de arena cerca de su hogar dulce hogar (Invasión a la Propiedad Privada de Crustáceos, lo llamó Rookie), solo que ahora lo miraban sin importarles estar en alguna conversación con otra persona. Su atención recaía en su espalda, porque era el nuevo centro de las superficiales noticias de Remonth, aun cuando antes de cambiar su ropa y actitud era un número más en la lista.
No entendía a la juventud.
Sus pensamientos fueron noqueados por un choque de codos, libros y hojas cayendo y una voz ronca y femenina que no se dirigía hacia él desde hace mucho, mucho tiempo.
—¡Oh, lo siento, de verdad! Qué torpe, ¿te lastimé? Disculpa en serio —habló con tono avergonzado y a toda velocidad Jenna Parker, con Rubén ya agachado comenzando a recoger las cosas. Su respiración se agitó, parecía que alguien había hecho una práctica de nudos en su garganta y en sus pensamientos solo estaba su cabello en un moño de bailarina y su voz tronando al frente y a centímetros de él—. De verdad, lo siento, Zack, no es necesario que me ayudes, no quiero molestarte y...
No pudo escuchar más. Recordaba su nombre, lo recordaba a él. Después de tantos saludos ignorados, tantas llamada no atendidas e invitaciones a cumpleaños que nunca llegaron... Jenna recordaba su nombre, recordaba que ella usaba su segundo nombre solo porque era la única a quien se lo había confesado cuando eran niños. Sintió que su cerebro no podía activar sus cuerdas vocales para preguntarle, gritarle qué había pasado después de ese verano en que por primera vez quedaron en diferentes salones... mas no pudo.
—Aquí tienes, ten más cuidado, podrías lastimarte a ti o a alguien —masculló con las palabras disparadas de sus secos labios y subiendo en cantidad mínima la mirada, dejando lo que alcanzó a recoger sobre lo demás que cargaba ella en sus manos y atinando una última pizca de indignación y sorpresa en los ojos avellana de Jenna.
Se levantó y, dejando un camino de miradas y preguntas y chismes detrás, fue hacia el laboratorio a su siguiente clase, con el mismo paso que Liz le había enseñado.
Después de haber sonado el timbre y entrado al salón con su bata y lentes, Rubén no sabía que en lo que menos estaban concentrados los estudiantes era en el interesante planteamiento del profesor de qué reacciones químicas había en la mente humana ante el peligro. Para nada, los rumores corrían pasados de mensaje en mensaje, voz en voz.
—¿Escuchaste? Zackaria rechazó a Jenna hoy en la mañana.
—No tiene interés ni en la presidenta del consejo, qué imbécil.
—¿Por qué crees que sea así, un chico malo?
Rubén la única razón que podría tener para "ser malo" era que su hámster había muerto en unas dramáticas circunstancias, pero bueno.
Unas horas más tarde entró por la puerta del garaje a su casa con una maraña de sentimientos aflorando; la idea de que las rosas blancas que siempre quiso darle a Jenna, sabiendo que eran sus favoritas, se estaban tiñendo de una rabia que nunca había notado dentro de sí. ¿Por qué ella se había alejado? ¿Por qué lo dejaba como un muñeco del que te aburriste por tantos años, y con saber que de nuevo estaba de moda ya lo querías? ¿Era él un muñeco? ¿Era...?
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Chico no tan Malo.
Novela JuvenilDesde que tiene uso de razón Rubén ha estado enamorado de Jenna, su ex-mejor amiga de la infancia, y este año está decidido a conquistarla. ¿El problema? A Jenna le encantan las novelas juveniles basura y, por lo tanto, los badboys. Síp, esos chicos...