capitulo #1

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Caminaba rápido, estaba en camino a la iglesia, como todos los domingos.... No me molestaba la iglesia, pero nunca he soportado los domingos...

Llevaba zapatos de piso negro y un vestido; como usualmente me visto para la iglesia; ese día se sentía particular mente diferente, sin notarlo comencé a caminar más rápido cuando escuché a alguien detrás de mí.

-señorita, se le ha caído esto- paré en seco y giré sobre mis talones, era un tipo alto, ojos verdes, cabello castaño, extendió su brazo para ofrecerme una cartera rosa con detalles dorados.

-oh, muchas gracias, lo siento

-no te preocupes,- abrió la puerta para que pasara y fue cuando lo noté, llevaba un bastón, y se notaba la dificultad para caminar; no podía flexionar la rodilla.

-bueno; vas a preguntarme que pasó al menos?- levanté mi cabeza y lo encontré mirándome fijo a los ojos... demonios.

-lo siento.- entré y encontré una banca vacía; me senté e intente ignorar su penetrante mirada clavada en mi mientras recorría toda la iglesia.

La misa comenzó.

En toda la misa no pude pensar en otra cosa; lo encontraba mirándome en algunas ocasiones, no pude evitar notar que se sentó junto a algunas personas que al igual que el, llevaban ropa blanca.

La hora de dar la paz llegó, como de costumbre comencé a dar la paz a las personas de la banca del frente y la banca de los de atrás, cuando tomé la mano de la última viejita, ella me apretó fuertemente, haciendo que mis ojos fueran directamente a los suyos.

-¿cuándo fue la última vez que comiste?- me preguntó seria y sin soltar mi mano. Yo sonreí, sabía que hablaba de mi extrema delgadez, pero como hago habitualmente, mentí para no dar explicaciones

-hoy mismo he comido un pollo, sándwich de mantequilla de maní, y fruta en el desayuno; sin contar los tres dulces de mantequilla que ha dejado el padre en la banca para los niños.- terminé de explicar y seguí sonriendo; apreté fuerte su mano para que me dejara ir, cuando...

-La paz del señor este con usted.- ambas volteamos asustadas, era el, el tipo con el que me había cruzado antes de entrar. Le ofreció la mano a la viejita y ella le dio la mano izquierda, porque aún tenía la mía atrapada. Intenté no mirarlos pero era imposible. El extendió su mano en mi dirección, la viejita liberó mi mano y atrapé la mano de el con la mía,

-la paz del señor- le dije con media sonrisa, giré sobre mis talones y fijé mi mirada de nuevo al altar; intentando normalizar mi respiración, estaba casi jadeando.

-Sabía que mi abuela diría algo muy incómodo; vine a intentar evitarlo; ¿Llegué tarde?- me preguntó, se había pasado justo a mi banca, claro la de su abuelita estaba ya completamente llena.

-justo a tiempo- dije sonriendo pero sin mirarlo, noté como miraba atentamente mi sonrisa, me puse nerviosa y la hice desaparecer en segundos. Nos sentamos y el estaba muy cerca de mi, no era algo que me molestara pero había más espacio en la banca, probablemente pensaran que veníamos juntos.... hmm; no me molesta en lo absoluto.

El momento de la eucaristía llego, me levante y casi sin notarlo; lo esperé, pero el no se levantó, esbozó media sonrisa y negó con la cabeza, entonces abuelita me tomó fuertemente del brazo

-¿me ayudas hija? Harry ya no puede ni con el mismo.- me reí un poco y lo vi a los ojos, de nuevo, el ya estaba mirándome

Así que Harry hmm, algo en el me hace sentir nostálgica, como si hubiera olvidado algo

LIMERENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora