Cerré los ojos tratando de ignorar lo que estaba pasando, la forma en que su pene se embestía contra mi cuerpo una y otra vez era casi imposible de ignorar, su respiración acelerada cerca de mi cuello y el sudor que escurría era algo que no podía aceptar. -Tranquila, es solo otro sucio cerdo que necesita de ti-. Repetía en mi mente ya que no podía decirlo por el enorme nudo que tenía en la garganta.
Solté unos cuantos gemidos por el dolor que sentía. -Por favor, me duele-. Dije sollozando un poco tratando de que se detuviera. -¡Me duele!-. Comencé a decir más alto intentando reaccionar.
-Sigue gimiendo, sucia prostituta-. Escuche desde lo profundo de su voz llegando casi al orgasmo. Fue entonces cuando mis lágrimas inundaron mis ojos y pocos minutos después terminó.
Tome mi ropa del suelo poniéndomela lo más rápido que podía. -Llaves, cigarros, celular-. Contaba cada una de mis pertenencias tratando de no olvidar nada. -Mi paga-. Dije con una voz seca que raspaba mi garganta sin siquiera voltear a verlo. Recogí el billete del suelo donde me señaló que lo tomara, puse mi chaqueta encima de mis hombros y salí colgando mi bolso de mi antebrazo.Hacia frío en la avenida, encendí un cigarrillo para distraerme un poco y lograr pensar de una forma tranquila, al principio parecía increíble como todos me miraban como si conocieran mis pecados, como si fuera algo que jamás habían visto antes, que no debería de existir. Todo dejo de importarme ya, mi dignidad era algo que parecía inexistente, o al menos para mí lo era.
Llegando a casa tome mis llaves y me decidí a entrar. -¿Cómo nos fue hoy?-. Escuche con voz dulce a mi compañera de cuarto, Madison. Sin decir una palabra deje en la mesa lo que me habían pagado, me senté en una de las sillas del comedor y encendí mi tercer cigarro de ese día. -Con que vienes de malas.. ¿huh?..-. Seguía hablando mientras yo me concentraba en olvidar por lo que había pasado. -No entiendo porque siempre vuelves con esa actitud, deberías de acostumbrarte, es a lo que nos dedicamos y no hay nada que podamos hacer-. Dijo contando cada uno de los billetes que traje conmigo. -¡Pero a qué precio!-. Mencioné un poco alterada al escucharla hablar. -Odio esto, odio vestirme de una forma tan vulgar, que utilicen mi cuerpo para satisfacer sus necesidades como las sucias bestias que son. -Dije aspirando una vez más a mi cigarro, su sabor me calmaba y me hacía pensar en otra cosa. -Mientras tú sigues quejándote de tu miserable vida yo iré a pagar lo que debemos de renta, tal vez pase a comprar unas cosas.. ¿Necesitas algo?-. Pronunciaba caminando a su habitación y de regreso, guardando el dinero en su cartera y esperando mi respuesta antes de salir. -No..-. Dije aplastando el cigarro contra la mesa. -Como quieras princesa-.
Poco después de relajarme entre a bañarme, me sentía sucia, como solía serlo siempre.. Mi mente no me dejaba en paz, solo podía pensar en lo mal que lo estaba pasando, sentía una impotencia increíble al pensar en las palabras de Madison, la forma en que "no podía hacer nada para cambiar mi realidad", al repetirlo entre susurros mi piel se erizaba y mi pecho dolía. ¿En qué momento mi vida se había vuelto de esa manera?¿Por qué no pensé en esto antes de salir de casa?. Me recargué en la pared de la regadera, cerrado los ojos, dejando que cada gota limpiara mi cuerpo y cayera al suelo, llevándose todo lo malo. No podía seguir así, en la noche debía concentrarme como siempre, no podía fallar, no de nuevo.
Pasaron las horas y aún Madison no volvía, si no comenzaba a arreglarme llegaría tarde al club, comencé a cambiarme, poniéndome mis aretes dorados y mis tacones altos, puse mi gabardina encima, para evitar tener ningún contacto en la calle, solté mi cabello y una vez más, me adentré en las calles de la ciudad. Después de caminar unas cuantas cuadras, llegué a mi destino, toqué desde la entrada trasera, para poder presentarme y no pasar por toda la bola de idiotas que ya se encontraban dentro. -Hola princesa, pasa-. Dijo Laura con su labial rosa preferido, y una enorme sonrisa en su rostro. Haciendo un gesto de saludo, bese su mejilla adentrándome en los camerinos, al entrar era todo tal y como siempre, cada una de mis compañeras preparándose para el show, utilizando distintos tipos de lencería, maquillaje y peinados para el gusto de cada hombre. Colgué mi bolso cerca de la puerta y tomando el traje que me correspondía, comencé a alistarme para bailar. -Te ves muy cansada-. Escuche desde mi espalda, conocía esa voz, la preferida del público, con una voz tan falsa como sus pechos. -¿Acaso te pregunte?-. Respondí enfadada ante sus comentarios sarcásticos. -Mhm..- Soltó un ligero sonido irónico de entre sus labios. -¿Alguien tuvo un mal día?-. Continuó hablando con unos ojos penetrantes que se reflejaban en el espejo. -Si dices una palabra más te romperé la nariz, y esperemos que ahora Matthew no me detenga para te salve-. Terminé la conversación aclarando mi garganta y terminando unos detalles de mi delineado. Al oír mi respuesta lo mejor que pudo hacer fue irse de inmediato, molesta porque sabía que no podría jugar conmigo por su propio bien.
Así eran las cosas, nadie se metía conmigo a menos que quisiera terminar lastimada. Era claro el odio que todas me tenían, o al menos la mayoría de ellas, algunas por enojo y otras por rencor tras meterse conmigo en un pasado, yo no me andaba con juegos. Y eso fue claro desde el primer día que llegue aquí. El día en que conocí el que sería el infierno del resto de mi vida.
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Sad Girl
RomanceMe lave la cara una vez más esperando que todo fuera parte de un sueño -Ya pasó todo, ya no estás ahí-. Me repetía una y otra vez en mi mente tratando de calmarme. Las gotas de agua escurrían por mi rostro mientras mi corazón seguía acelerado. Aquel...