Capítulo 4

288 17 0
                                    

Margot había pasado su primera noche en la isla en vela. Por más empeño que hubiera puesto en ello, no había podido pegar ojo. Cuando creía que estaba a punto de conseguirlo, aparecían de nuevo aquellas horribles pesadillas e imágenes que le robaban el sueño. No había dejado de pensar en la pelea del bar, en la misteriosa foto que Vaughn había recibido y en todas aquellas extrañas noticias pegadas en su espejo. ¿Por qué todo parecía haberse revolucionado con su llegada? Aunque durante el día intentase no darle mucha importancia, sus pensamientos siempre se precipitaban durante las noches.

A las siete de la mañana, los rayos de sol comenzaron a colarse por la ventana. Lena seguía dormida como un tronco, sin tan siquiera inmutarse por la iluminación. Y Margot, después de haber dado mil vueltas sobre su cama sin éxito, decidió levantarse. Caminó hasta el armario y sacó un pantalón de chándal negro y sus deportivas sin hacer mucho ruido. Después, se lavó la cara y se recogió todo su pelo en una coleta alta y desordenada. No se le ocurría un plan mejor que salir a correr al bosque durante el amanecer. El agotamiento físico era algo que siempre le solía funcionar cuando no podía conciliar el sueño y su cabeza iba a mil por hora. Tal vez la ayudaría a despejarse y a dejar de pensar en cosas tan dañinas aunque fuese por un rato.

Con más energía que nunca, tal y como si hubiese dormido sus ocho horas diarias y se hubiese tomado tres cafés, bajó por las escaleras del hotel. Algunos turistas ya estaban en pie y se dirigían al buffete libre en la planta baja para desayunar. Su estómago rugió cuando sintió un fuerte y agradable olor a huevo revuelto y tortitas. Pero al instante se recordó a sí misma lo mal que le sentaba la comida por las mañanas. Pasó de largo y se dispuso a salir por la puerta principal, cuando de pronto, se chocó con la señora Howard.

—Buenos días, Gwendolyn.

—Oh, Margot, hola. Todavía es muy pronto. ¿Va todo bien? ¿Por qué no duermes un poco más?

—Sí, tranquila. Es sólo que me gusta sentirme productiva por las mañanas —le mintió. No quiere preocuparle—. Voy a ir a correr al bosque un rato.

—Genial. ¡Hace tantos años que no dispongo de ese tiempo para mí misma...! Mira, justo ahora estoy demasiado estresada con los preparativos para el velatorio. Quiero que salga todo perfecto y esté listo para antes de las diez. Traerán el cuerpo de Nellie sobre las nueve y media. Pero mis ayudantes se han retrasado un poco.

—Podría dejar esto para más tarde y ayudarte si lo necesitas.

—No, no, pero te lo agradezco. Eres un encanto —Gwendolyn le mostró una tierna sonrisa. Le recordaba demasiado a Nellie en la forma de actuar—. Ten cuidado por ahí fuera.

Margot le devolvió la sonrisa y echó a correr. Ya había amanecido y la isla estaba totalmente iluminada y despejada, así que, sin miedo, volvió a tomar el mismo atajo que la noche anterior y se adentró en las profundidades del bosque. Todo se veía muy diferente con luz. Ahora sentía mucha más paz, tranquilidad y seguridad. Respiró el aire puro de la isla, ese que tanto añoraba y que se diferenciaba tanto del de la ciudad. En Sydney las cosas eran muy distintas. Allí a penas se escuchaban a los pájaros piar de buena mañana. Ni se podía caminar relajadamente, siendo acariciada por los helechos, apartada de la civilización, sólo rodeada de pura naturaleza.

Mientras trotaba, esquivando las ramas y las rocas que se interponían en su camino, Margot sentía como si se estuviera teletransportando al pasado. Se vio a sí misma corriendo por los mismos lugares junto a Nellie y riendo a carcajadas. Margot la conducía hasta el río y saltaban las grandes rocas una a una para cruzar al otro lado. Primero lo hacía ella; después, Nellie la seguía con más desconfianza. Continuaban corriendo por una explanada y era entonces cuando llegaban a las ruinas. Acto seguido, se subían al punto más alto que encontraban y esperaban a que el sol se escondiese. O apareciese. Y entre más risas, Nellie se desvanecía y volvía a convertirse sólo en una memoria.

Moonfall IslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora