Capítulo 7

230 14 1
                                    

Lo primero que el cuerpo policial y la ambulancia hizo al llegar a la playa fue acordonar el escenario, tal y como indicaba el protocolo. Trataron de alejar a todos los jóvenes del cuerpo sin vida de Gray. Algunos lo hicieron por voluntad propia, ya que no se veían capaces de pasar un solo minuto más contemplando aquel cadáver azulado. Pero mover a Penny Belckford de allí resultó ser una tarea casi imposible.

—Vamos, debes salir de aquí. No podemos entorpecer más el trabajo de los profesionales —le dijo el sheriff Wakefield con el mayor tacto posible. Penny continuaba negándose a hacerlo—. Tienen que llevarse el cuerpo para averiguar qué es exactamente lo que ha ocurrido. Y también debemos haceros un par de preguntas.

Transcurrieron más de veinte minutos hasta el momento en el que por fin lograron despegar a la joven del difunto. Todos observaron cómo una mujer de mediana edad examinaba a grandes rasgos el cuerpo, ayudándose de una pequeña linterna. Después, lo cubrieron con una sábana y lo metieron dentro de la ambulancia. Penny estaba conmocionada, completamente paralizada. Y era incapaz de poder moverse, gesticular o mantenerse equilibrada sin la ayuda de alguien. Ni siquiera le salían ya las lágrimas. Lo único que deseaba era poder despertarse en la cama, tener a Gray durmiendo a su lado y que todo se hubiera quedado en una simple y horrible pesadilla. Pero los pellizcos que se había estado propinando a sí misma le hicieron estamparse de golpe con la realidad.

—Sólo... quiero irme... a casa —musitó.

Dylan se volvió hacia ella y acarició su rostro con delicadeza.

—Pronto lo haremos.

—¿Te encuentras mejor? ¿Ya puedes respirar bien? ¿Y moverte? —le preguntó ahora Paul, quien no se había separado de su vera en ningún momento. Lo mismo había hecho diez años atrás, pero con Margot, cuando su madre fue asesinada en aquella misma isla.

Penny hizo un signo afirmativo con la cabeza.

—No sé qué demonios ha podido pasar. ¡Gray no fumó de mi hierba! —dijo Darren por lo bajo.

Todos lo fulminaron con la mirada para que se callase. No querían, bajo ningún concepto, que el sheriff se enterase de lo que habían tomado, pero en cierta parte sabían que, tarde o temprano, todo acabaría saliendo a la luz. Siempre sucedía. 

—Ha sido todo por mi culpa —sollozó Penny—. Le dije que necesitábamos un tiempo como pareja... Sabía que eso le afectaría, pero no de esa forma... Empezó a beber, a beber... Debería haberlo frenado... Y ahora está muerto.

—Deja de culparte. Ni siquiera sabemos aún lo que ha pasado, así que dejemos de sobreactuar, ¿vale? Esperaremos a las declaraciones de la policía —le respondió Bell, atacada de nervios.

La joven se echó a llorar de nuevo. Margot la abrazó y acarició su pelo hasta que se calmó. Entonces, tras haber comentado algunos asuntos con los dos agentes que le acompañaban, el sheriff se aproximó a ellos.

—Debo haceros una pregunta antes de dejaros marchar —anunció con seriedad. Todos y cada uno de ellos se tensaron de nuevo ante sus palabras—. ¿Qué habéis ingerido durante la noche? ¿Ha habido consumo de drogas?

Cayó el telón del silencio. Nadie se atrevió a hablar por si las cosas se estropeaban aún más. El sheriff frunció el ceño. Y así aumentaron sus sospechas.

—No teníamos drogas. Simplemente hemos bebido cerveza, vodka y whisky —respondió Frank.

—¿Seguro? —preguntó otra vez. Inmediatamente, todos asintieron con la cabeza—. Se trata de la vida de uno de vuestros amigos. Es importante que digáis la verdad. Con mentiras no vais a llegar a ningún lado. Y tardaremos más tiempo en averiguar lo sucedido.

Moonfall IslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora