Desde el día que había recibido la llamada, no había podido parar de pensar en ella. Primero había quedado inmersa en un estado de shock. Después, no había dejado de llorar. A penas comía y sentía una gran angustia por dentro. La culpa le acechaba por las noches y no le dejaba dormir. Culpabilidad por haberle abandonado tantos años. Por haberse alejado tanto. Por no haber podido disfrutar de sus últimos días de vida. Casi los mismos sentimientos se habían producido en todos los demás, pero de formas diferentes. Más intensos para algunos, menos para otros. No obstante, para Margot Winters se trataba de algo más.
Cuando el reloj dio las once, al fin terminó de hacer la dichosa maleta. Había metido hasta prendas de ropa que ni ella misma sabía que tenía. De lo que no tenía ninguna duda era de que ni siquiera se las pondría. Pero siempre quedaba ese 'por si acaso' que retintineaba en su cabeza. A pesar de que su taxi estuviese a punto de llegar, aún no estaba segura de si debería aceptar la invitación y confirmar su asistencia. La bien posicionada familia Howard había decidido planificar un digno homenaje y funeral para su hija menor de veintidós años. Todavía no habían superado su pérdida. Si bien era cierto que la tragedia era muy reciente, ellos lo sentían como si hubiera sucedido muchos años atrás, justo en el momento en que aquel conductor borracho y desalmado se la llevó por delante en la madrugada, se dio a la fuga y le hundió en un estado de coma profundo del que jamás logró despertar. Tras el accidente, la esperanza de vida era escasa. Aún así, la familia resistió. Y sí, lo hizo, durante bastantes años. Sin embargo, después de mucho tiempo de meditación y plegarias en vano, finalmente decidieron que la mejor opción para todos era desconectarle. Era realmente duro y angustioso despedirse de ella para siempre, así como olvidarse de las rutinarias visitas al hospital y el pitido constante provocado por sus pulsaciones. Pero todo el mundo, en el fondo, había sabido desde un principio que aquello no llevaría a otro camino más que a la muerte.
Nellie Howard, una adorable, cortés y quizá inocente joven que se había criado en el seno de una adinerada y sobreprotectora familia australiana, había sido la primera persona con la que Margot había descubierto el verdadero significado de la palabra amistad. Se habían criado juntas casi sin despegarse, como dos siamesas desde su nacimiento, en una pequeña isla al norte de Sydney, más bien conocida como Moonfall Island. Habían atravesado de la mano todas las etapas de sus vidas. Y compartido innumerables momentos, pensamientos, experiencias... Su vínculo era muy sólido. Ambas estaban totalmente convencidas de que estarían juntas hasta el final de sus días. Y en cierto modo, así había sido. Aunque no de la manera que ninguna hubiera imaginado.
Margot detestaba ser tan indecisa y darle tantas vueltas a las cosas. No se encontraba emocionalmente preparada para salir de casa y enfrentarse a la muerte de quien fue, por muchos años, su mejor amiga. Pero a la misma vez, sentía que tampoco podía fallarle en aquel momento. Simplemente no podía no estar presente en su funeral. Era la única oportunidad que se le otorgaría de darle un adiós definitivo. No obstante, aquello implicaba muchas cosas más. Significaba, también, volver a ver a todos sus antiguos amigos. Desde el accidente de Nellie, todo había cambiado entre ellos bruscamente. Al finalizar la secundaria, cada uno había tomado caminos completamente diferentes: la universidad, nuevos trabajos, mudanzas, emigración... Se habían ido separando cada vez más, poco a poco, hasta llegar al punto de ni siquiera saber nada los unos de los otros o recordar los cumpleaños. Así que entonces, cuatro años después, era normal no estar segura de si el ambiente sería incómodo. O de si las cosas volverían a fluir como antes entre ellos. O de si aquel horrible pasado les acecharía y les volvería a robar el sueño de nuevo.
Nadie sabía todavía en qué lugar se celebraba el funeral. La familia Howard había entrado en muy pocos detalles. Lo que sí estaba claro era que se trataría de algo muy grande. Como siempre, los Howard estaban acostumbrados a hacer las cosas de aquella manera. Era una especie de sorpresa, como a Nellie bien le hubiera gustado, afirmaba su madre. Adoraba poner mucho misterio y empeño a las cosas que le apasionaban. Las sorpresas eran la cosa que más amaba en el mundo. Por eso, la única información de la que los jóvenes eran conocedores era que todos debían acudir al puerto de Sydney aquel viernes a las doce de la mañana. Y si era posible y se sentían con ganas, que trajeran un discurso preparado con ellos y... ¡El discurso! Margot se golpeó mentalmente. Se le había olvidado por completo. Era un auténtico desastre.
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Moonfall Island
Mystère / ThrillerDespués de cuatro años separados y un rumbo de vida totalmente distinto, un grupo de amigos recibe la trágica noticia de que su antigua amiga Nellie Howard ha fallecido. Devastados y nostálgicos, viajan hasta Moonfall Island, la pequeña isla en la q...