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                                                                                Nuevo comienzo

            6 meses atrás

Alice

Me mudé a la ciudad dos semanas antes de entrar a la universidad. Las residencias estaban disponibles un par de días antes de que empezaran las clases, pero gracias a mi condición de becaria, además de que vengo de muy lejos, permitieron que me cambiara antes que todos los estudiantes. Situación dada por las movidas de Lili, la asistente social: La mujer que ha velado desde mi infancia, a que por lo menos, yo tenga una vida digna. Se quedó conmigo incluso después de todos los problemas, después de que cumpliera 18, aunque su área de especialidad era la infantil. Lili una mujer baja, rizos y muchas pecas, es lo más cercano a una verdadera madre que he tenido.

Hubo años difíciles y me atrevería decir que bastantes tormentosos. Trabajé muy duro por salir del mundo oscuro en el que nací. Luché por superar muchas trabas en mi vida y tantas cosas imperdonables. Me esforcé, aunque me costó, por pasar curso a curso y poder por fin salir de la escuela, a los 19, pero salir al fin y al cabo. No sólo eso, logré un beca de excelencia académica en una de las mejores universidades del estado. ¿Qué más podía pedir en este momento?

Sé que lo he logrado todo, casi el noventa y nueve por ciento sola, pero no habría podido lograrlo a cabalidad sin el soporte de Lili y sin el apoyo de Joe. Sin el aporte monetario de Rod, mi hermano, quién se metió al ejército a penas pudo, para poder obtener un buen dinero. Sin embargo, ahora que ya iba vivir lejos y sola, estudiar una carrera que me gusta, gratis debido a mis méritos, considero que es el momento de ser independiente. Y que, aunque Rod y Joe se resistieran a la idea, trabajaré para poder pagarme el alquiler de la residencia. Porque sí, son distribuidas por la misma universidad, hay que pagar por ellas. Yo me conformé con los lindos apartamentos, ambientados con todo en un espacio reducido. Para mí estaba fantástico con tener baño y cocina propia. Claro, hay residencias con solo habitaciones que se deben compartir, otras que tienen compartimientos ambientados como el mío y después están las casas que tienen un costo más alto, las cuales están cerca de la universidad.

Por eso después de llegar busqué trabajo.

Los días aún eran calurosos. Había dejado mis maletas listas la noche anterior, eran tres de tamaño medio. En dos cabía toda mi ropa y en la otra puse mis tres pares de zapatos, botiquín de higiene, ropa interior, secador de pelo y mis pocas piltras de maquillaje. En mi mochila eché lo que iba necesitar para la universidad, un diario donde registro mis sueños (de los que me acuerde), lo esencial como mi billetera, cédula de identidad y algunas pastillas. En realidad mis pertenencias no eran muchas, lo más valioso que me llevaba era una caja de embalaje llena de libros que obtuve a través del tiempo. Lo único que iba a necesitar de mi habitación de la casa en la que vivía con Joe, era mi cama. Aunque en realidad me llevé el colchón, que es de dos plazas.

Por la mañana, me desperté muy temprano debido a la emoción. Lo primero que hice fue mirar por la ventana y como era usual, me encuentro con la vista a la línea del tren, el que pasa tres veces al día, haciendo temblar toda la casa. Mayormente pasan los trenes industriales, que transportan capital de construcción o gas.

Al otro lado, lindando con las vías ferroviarias, detrás de una arboleada hay un sitio donde tiran chatarra. La montaña de basura automovilística es cada año un poco más grande.

Lo bueno es que me perderé de esta espléndida vista. A pesar de eso, hay algo rescatable al vivir en esta zona periférica. No hay mucha iluminación en la calle por las noches, las constelaciones de estrellas se pueden vislumbrar en el cielo con bastante claridad.

EVANESCENCIA © [pausada temporalmente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora