—Oh, joven Adelard ¿no fue usted quien comió la manzana? —dijo el caballero que se encontraba en el marco de la puerta.
—Quien eres tu! —grito Celedonio quien estaba auxiliando a Aurelio.
—Bueno no importa.
—A que se refiere? —dije desconcertado por la situación.
—Conozco a alguien que tiene el antídoto. Confío que vendrá conmigo sin objetar.
Adelard junto con Celedonio, Nicasia y Aurelio siguieron al caballero a una gran casa cerca del lugar, donde se encontraban un grupo de más caballeros con el escudo del reino donde había crecido Adelard, era obvio que la princesa se encontraba dentro. Separaron a Celedonio, Nicasia y Aurelio de Adelard ya que el debía entrar a una gran habitación por si solo.
—Hmm, así que tu eres Adelard, tienes unos hermosos ojos —dijo la princesa que se encontraba sentada en una silla frente mio.
—Perdóneme su majestad pero, que es lo que quiere de mi? —dije con un claro disgusto en mi tono de voz.
—Educado, me gusta, puuues como decirlo...quiero que seas mi esclavo.
—Que?!
—Eres sordo acaso? quiero que seas mi esclavo, que me acompañes a todos lados y que hagas todo lo que yo diga, el solo hecho de tener a alguien con semejantes ojos como los tuyos haciendo ese tipo de cosas me hace sentir... poderosa.
Esta princesa esta loca, como es posible que piense de esa manera, aun es una niña, tengo que encontrar la forma de conseguir el antídoto sin tener que aceptar ninguna de las cosas que me esta pidiendo.
—Pero claro, si te niegas, aparte de que dejare morir a tu amigo, te sacare los ojos y los usaré como parte de mi joyería, así que...¿que decides?
"Sabes? Él rojo es él color del destino así que si ahora te trae problemas puede que suceda algo bueno cuando menos te lo esperes". La persona...que me dijo esas palabras...supongo que no tengo otra opción.
—Princesa Elizabeth, haga conmigo lo que desee.
—Alto! Espera! —se escuchaba tras la puerta.
—Eh?
—Me opongo!!! —grito Aurelio al abrir la puerta de una patada.
— Aurelio?! —dije sorprendido por aquel aparición.
—Bastardo! —dijo el caballero que protegía la puerta, él y Aurelio comenzaron una pelea de espadas en medio de la habitación, la cual Aurelio gano dejando golpeado en el piso al caballero, tras de él estaban Celedonio y Nicasia con dos caballeros más tirados en el piso.
—Aurelio, que hay con tu cuerpo?
—Descuida, he ganado inmunidad a los venenos aprobándolos por si alguna vez algo así sucedía.
—Pero...
—Ya veo así que eres tu quien termino envenenado, que desafortunado incidente, yo solo quería inmovilizar a Adelard para traerlo hacia aquí. —dijo la princesa que se levanto de su asiento para empezar a caminar por la habitación.
—Así que fuiste tu quien envió las manzanas.
—Cuida tus palabras muchacho! Somos de posiciones sociales muy distintas! —en su tono de voz se podía notar que estaba molesta.
—Disculpe su majestad, primera princesa del país del norte, Elizabeth de Gales.
—Eh?
—Esto en si ya es molesto así que permitame presentarme—muestra su espada y la princesa mira el escudo de cobre que esta en ella.
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Historias Desordenadas
CasualeEn este libro te presentare varios relatos de muchos géneros.