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Mía.

Comencé a sentir un color intenso por todo mi cuerpo y sobre todo en mi cabeza “¿qué mierda había pasado?” pensé.

Abrí mis ojos y solo vi oscuridad, me había vendado, de pronto divisé que estaba atada de pies, manos y torso a una silla, no quise gritar puesto que el podría estar cerca.
Además del dolor en mi cabeza otro dolor muy fuerte apareció, en mi entrepierna “¿acaso había abusado de mi?” “¿qué hice para merecer esto?”¿quién es este monstruo?” fueron muchas de las preguntas que vinieron a mi cabeza la cual comencé a mover como loca sin importar el dolor para poder quitar la venda de mis ojos.

Lo había conseguido, logré quitar la ceguera de mis ojos, pensé en si era buena idea abrirlos o no pero opté por hacerlo, quería saber dónde demonios estaba o si podía escapar de alguna manera pero lo único que había en aquél cuarto era plena oscuridad y por el olor me parecía que era un lugar sin ventilación y completamente cerrado.

Comencé a escuchar pasos sobre la parte de arriba lo que indicaba que el vendría hasta a mi para hacerme no sé qué cosas. Abrió la puerta del lugar y encendió la luz, simplemente no lo podía creer, aquél hombre dulce, guapo y con porte con el que me fui ese día de la cafetería no estaba más, su rostro estaba lleno de odio, deseo y lujuria, sus ojos expresaban sed de asesinar y esa persona a la que le haría daño sería a mi.

— Por favor déjame ir prometo que no diré nada a nadie, incluso no acudiré a la policía pero por favor no me hagas daño. —Supliqué entre lágrimas, el suspiró.

—Esto es un cliché, ¿por qué todas tienen que decir lo mismo? -dijo acercándose a mi.

—¿Por qué a mi? ¿qué hice? ¿quién eres en realidad? Estas enfermo, por favor, déjame ir -dije apunto de estallar en llanto.

—“¿Por qué a mi?” “¿qué hice?” vamos, pregunta otra cosa que no haya escuchado de las asquerosas bocas de las otras -dijo irritado.

—¿Otras? ¿quiénes otras? Maldita sea dime algo, por favor ya -dije gritando y con desesperación en mi tono.

—Fue una lástima que no hayas disfrutado lo de esta mañana, yo sí lo hice y fue maravilloso -dijo acariciando mi mentón.

—¡Suéltame! ¿qué me hiciste? -dije llorando.

—Lo que todo hombre y toda mujer hacen cuando se tienen afecto ¿alguna idea? -dijo riendo cínicamente.

—¿Entonces lo hiciste? ¿abusaste de mi maldito asqueroso? Porque yo no te tengo afecto te tengo asco, eres repugnante -dije sacudiendo la silla.

—Más te vale que me trates con respeto porque si no te irá muy mal -dijo soltándome una bofetada.

—¡YA POR FAVOR! Maldita sea, ya -dije llorando y tratando de sobar mi mejilla con mi hombro.

—¿Quieres que pare ya? Lástima, esto apenas comienza. Para los siguientes juegos no habrá pastilla, ni drogas que te duerman para que evites el dolor que te haré sentir y que yo disfrutaré -dijo susurrándome al oído y con una risilla enferma.

—¿Qu..qué dices? -dije tartamudeando.

Se alejó de mi y se dirigió a un estante que estaba en el cuarto y en cuanto lo abrió caí en la cuenta de que en realidad estaba enfermo, tenía un sin fin de armas, sogas e instrumentos que se veía que podían causar mucho dolor

—¿Qué tal si comienzo a sacar cada uno de tu perfectos dientes? ¿o si despego cada una de las uñas de tus dedos? -dijo alzando una ceja.

—¡AYUDA! ¡POR FAVOR ALGUIEN AYÚDEME! ¡POR FAVOR! ¡ESTOY AQUÍ!

ᴜɴᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ʙᴜᴇɴᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora