Crónica de una muerte anunciada

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Nunca sabré si lo sabía o me hice el loco
de la manera más cuerda que sé:
cogiendo las lágrimas por dónde arden
y escuchando los presagios de mi muerte
que cantaban los profetas.

Nunca comprenderé si tu mirada era espíritu
o carne queriendo comer más carne.

Aunque agachara la cabeza con vergüenza,
aunque te besara tus labios,
o aunque te mirara de esa manera mía
que sonreías, dejándome ciego
ante tu sonrisa.
Aún con todo esto yo sabía que moriría
por culpa de tus manos,
por culpa de tus labios,
por tu culpa.

Me pinché con las espinas que no se veían
porque me quedé embobado mirando la belleza de la rosa.
Me mordiste tan profundo que perforaste mi piel
y brotaron estrellas de sangre chillando:

"Lo siento mucho."

Memorias MelancólicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora