El Tiempo

9 2 2
                                    

Hace días, días que no me he tomado la libertad de contar, he sido traído a este lugar tan extraño y a la vez acogedor.

Sentado desde esta esquina tengo total libertad de observar a todo el lugar, desde aquella mesa dos señoras hablando de sus nietos que no las visitado hace más de un año, y ya no tienen esperanza que sus hijos regresen por ellas.

Un viejo con andadera habla sobre lo frío de su sopa, y la manera tan indigna de terminar después de haber servido al país en la guerra.

Aquel grupo que se dedica a ver programas de televisión anticuados y carentes de gracia alguna sentados en un gran sofá.

Una chica hablando por teléfono mientras con tono alto dice que detesta estar lidiando con personas prácticamente muertas, su novio según parece réplica que busque otro trabajo a lo cual ella sólo atiende a decir que no ha tenido otra oportunidad en meses.

Sólo escucho diálogos día tras día, sobre como dieron todo por sus familias y terminaron aquí. Darlo todo por su país y terminar con comida fría y pan duro.
Veo gente que hizo todo lo que pudo y término pagando un precio que no es justo por nada del mundo.

Cada vez que me preguntan no puedo responder, acabó de nacer y veo gente que esta a punto de morir.

No se si algún día hice algo por alguien, o cual es mi motivo de estar aquí, pero cada día me siento mejor.

Entre música anticuada, tardes de pláticas agobiantes y malos tratos han pasado algunos años de lo más aburrido y desagradable. Ellos pierden su memoria yo cada día la recuperó.  Qusiera ayudarlos, pero de nuevo veo que cada quien puede ayudarse a si mismo únicamente.

Que la eternidad los acompañe, una mañana puedo salir caminando de aquí sin ayuda de ningun bastón en busca de algo más.

El RetrocesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora