-C7- VIERNES

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 El viernes había colegio, como cualquier otro viernes, sólo que no era un viernes cualquiera.

Papá me llevó al pueblo, que ya era un cambio, porque normalmente tomo el bus del colegio como ya les dije.

Papá había pasado la mayor parte de la noche llamando a toda la gente que Reenie conocía Para averiguar si ella estaba con ellos. Mamá ya había llamado a todas partes y nadie quedó muy contento al ser interrumpido o despertado una segunda vez.

Incluso había llamado a Elaine en Sydney, pero obviamente ella tampoco sabía nada.

Nadie sabía nada absolutamente nada.

Se suponía que yo debía estar durmiendo mientras él llamaba a toda la gente, y supongo que dormité un poco, porque la noche no me pareció tan larga. Pero me parecía haber estado despierta toda la noche, oyendo los murmullos de Papá en la cocina, y cuando colgaba y descolgaba el teléfono.

Papá llamó a Mamá a primera hora de la mañana para ver si Reenie había aparecido. Mamá ya había llamado al apartamento y Reenie no estaba allá. También había llamado otra vez a Johnnie, y él había dicho que no, que no había sabido de Reenie y que estaba a punto de llamar a Mamá para ver si tenía alguna noticia.

Así que Mamá llamó otra vez al hospital y luego a la policía otra vez, pero la policía no podía hacer nada hasta que pasara más tiempo desde la desaparición.

Y después Mamá llamó a Papá, mientras estábamos sentados a la mesa de la cocina, comiéndonos la avena que Papá prepara en el microondas todas las mañanas, antes de comerse su huevo tibio y después de su tostada. Había estado haciendo todo en orden, con más cuidado esta mañana, como si el hecho de que el desayuno estuviera bien y bajo control hiciera que todo lo demás también.

-Phyl, ¿Tienes alguna noticia? -preguntó Papá. Mamá le dijo algo, y por su cara pude ver que no había ninguna.

-He estado pensando... -dijo él, y después puso la mano sobre el auricular-. Ve a buscar tu maleta del colegio, Sofía.

-Pero el bus todavía no...

-Hoy te llevo yo -dijo papá, y volvió al teléfono. Para cuando volví a la cocina, Papá y Mamá habían acordado pasar el día buscando a Reenie.

El camino al colegio era largo. Normalmente me encanta; a pesar de que es la misma ruta un día tras otro, siempre cambia... por ejemplo, si alguien ha arado un terreno y según lo que hayan sembrado en él, o si alguien mezcló los toros con las vacas, o si álamos de Shallow crossing ya están amarilleando...

Pero esa mañana sentí que deberíamos ir hablando, aunque no había nada qué decir. O, más bien, había demasiado para decir, demasiadas cosas terribles que podían ser verdad, pero ninguno de los dos quería pronunciarlas en caso de que eso las convirtiera en realidad.

Papá se orilló junto a la acera, un poco más adelante de la entrada de los buses, aunque era demasiado temprano para los buses. Unas cuantas palomas vagaban por el colegio, y parecían más interesadas por lo que sucedía allí de lo que pudiera estar cualquiera.

-Papá, por favor déjame ayudar -dije. Había perdido el mismo antes de irnos de la casa, y sabía que iba a recibir la misma respuesta. Pero sentí que tenía que pedirlo en todo caso.

Papá negó con la cabeza.

-Tú Mamá y yo podernos ocuparnos del asunto -dijo. Me pareció gracioso oírlo hablar de ellos dos haciendo algo juntos.

-A lo mejor la policía...

-La policía no va a hacer nada hasta que pasen 48 horas, y quién sabe lo que la gente pueda haber olvidado para entonces.

-Papá, me vas a decir apenas sepas algo, ¿Cierto?

-Claro, Sofía. Tan pronto como sepamos algo. Vamos, bájate. Te recojo más tarde donde tú mamá, ¿Está bien?

-Está bien, Papá -dije. Le di un beso en la mejilla, porque parecía que lo necesitaba, aunque hacía años que no le daba un beso de despedida antes de irme al colegio.

Después lo vi a través de los pimientos de los lados de la calle a medida que se alejaba.

El colegio fue difícil.

No pude dejar de imaginarme a Papá y a Mamá preguntándole a todo el pueblo por Reenie: todas las tiendas, el hospital, la compañía. También iban a ir hasta Lefton Creek, un pueblo más al norte del nuestro y a preguntar en la estación de gasolina y las tiendas allá. Si Reenie no estaba en el pueblo, tenía que haber ido a alguna parte y alguien tenía que haberla visto partir.

O tal vez alguien la había llevado a alguna parte, y eso era lo que no queríamos pensar todavía...

Yo había pensado que en el colegio todos sabrían, pero nadie se había enterado, a pesar de las llamadas de Papá y Mamá a todo el mundo. Por lo menos ninguno de mis amigos. Supongo que ninguno de mis amigos pertenece a las mismas familias que los amigos de Reenie.

No mencioné nada sobre la desaparición de Reniee. Osea, es difícil traer a colación algo así. Pero a la hora del almuerzo mi amiga Di me preguntó qué me pasaba, así que le conté.

Pensé que se iba a aterrar, pero simplemente se pasó la cola de caballo a un lado del cuello al otro, como hace cuando está pensando, y luego dijo:

-Apuesto a que sólo se fue un par de días. Que se fue a Sydney o algo así.

-¡Pero le hubiera dicho a alguien!

-A lo mejor lo hizo y esa persona se ha olvidado de dar la razón -dijo Di con sensatez-. Tiene que ser algo así. Ella sólo trabaja en el café los fines de semana ¿O no?

-No. Trabaja los lunes y los viernes también. Se supone que debería estar allá hoy.

-A lo mejor se le olvidó. O tal vez Sylvia le dio el día libre desde la semana pasada yya lo olvidó. Tú sabes cómo es ella.

Asentí.

-Ves, ahí está la cosa. Te apuesto que mañana está de vuelta a su trabajo

-Pero Mamá dijo...

Me contuve. Tal vez Mamá estaba exagerando con todo esto, y nos estaba infectando con su dramatismo. Como la vez en que estaba segura de que yo tenía apendicitis y que me tenía que quedar en el hospital toda la noche, aunque el médico había dicho que no era más que un virus que había pescado en el colegio. Hasta Papá se había estado comiendo las uñas en ese entonces, y todo por nada. Y otra vez... 

A lo mejor Mamá estaba armando alboroto por una bobada y Papá había caído en el asunto, y yo...

-Seguramente hay un montón de explicaciones -dijo Di con sentido práctico. Pero también un poquito a la defensiva, como si yo estuviera tratando de ser el centro de atención sin tener una buena razón.

-Sí, seguro -dije.

Y durante un rato en esa tarde me sentí como si realmente NO hubiera nada de qué preocuparse.

A lo mejor Reenie si había vuelto al apartamento, cuando Myra estaba durmiendo, y había dejado una nota que luego se había perdido. A lo mejor hasta le había dicho algo a Myra, pero ella estaba medio dormida o se había olvidado.

Seguramente había una buena explicación que no se nos había ocurrido, pero que nos parecería tremendamente obvia cuando Reenie volviera a casa.

La campana sonó y salimos corriendo de vuelta al colegio.



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