Capitulo 3

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Capítulo 3

Luego de que termina el himno, somos custodiados por los agentes de la paz. Y ellos nos acompañan hasta la puerta principal del Edificio de Justicia. Es obvio que algunos tributos han de haber intentado liberarse de Los Juegos del Hambre, por eso tanta seguridad hacia nosotros, seguro en otros distritos ha pasado eso, pero hasta ahora no he sabido de casos de fuga aquí en el doce. Una vez dentro, nos conducen a cada uno a una sala distinta, es un hermoso lugar muy bien decorado, con alfombras gruesas de pelo, sofá y sillones muy cómodos. Así que me siento para comprobar, y si esos sillones realmente son cómodos. Y pensar que dentro de unos minutos, me iré. Es conocido que a los tributos les da tiempo para despedirse de sus seres queridos. Y ahora, se supone que vendrán mi familia y amigos, no sé si mi madre vendrá, ¿se ablandará después de esto? No lo creo. Y ahí está mi madre entra junto con mis hermanos, simplemente me miran mi madre con una mirada calculadora sobre mi viéndome de arriba hacia abajo como si no me conociera  comienza a hablar, está claro que no me dará ni un abrazo. Nunca lo ha hecho esta situación menos la convencerá  de hacerlo. Además no está obligada a dármelo.

--Ahora, sé que nuestro distrito tendrá un ganador.—dice mirándome fríamente. Lo mismo hacen mis hermanos y salen. No pude evitar sentirme mal. Mi propia madre no le importó, y me dio a entender que yo moriría ahí, ni unas palabras de despedida me dijo. No pude evitar, sentirme miserable, y sólo ella lo logra. Ahora sé que estoy solo. Unos minutos más tarde entra mi padre, él me mira triste y me dice—Peeta, tienes que ser fuerte, puede que la suerte este de tu lado y vuelvas, no sé qué es lo que te dijo tu madre. Pero, recuerda yo siempre confiare en que puedas vencer, eres un gran chico, no mereces morir ahí.—y las palabras salieron de su boca—te quiero hijo— abrazando me, mi papá  nunca antes me lo había dicho. Y me hizo sentir mejor, saber que no estaba sólo y que alguien confiaba en que yo ganará pero pensar eso era como  si fuera a llover en pleno desierto. Lo único que le pude decir a mi padre fue—yo también te quiero—no puedo creer que tal vez sean las últimas palabras, que le diga pero creo que fueron las correctas.

Un agente de la paz nos dijo que ya era tiempo suficiente, lo que me hizo dar cuenta que estaba más cerca de mi muerte. Después entraron seis compañeros del colegio para despedirse, yo los mire con tristeza tal vez nunca vuelva a conversar con ellos.  Estaba algo triste y mis amigos lo notaron pero dijeron unas palabras las cuales me hicieron sentir peor, sólo pude abrazarlos a cada uno de ellos y agradecerles que vinieran, significa mucho su visita y se los hice saber las lágrimas fueron inevitables. Y poco a poco se fueron marchando. Y en lo que ellos se alejaban yo sentía que estaba más lejos de lo que era mi hogar, el distrito doce. Nunca olvidare a mis amigos que he tenido, los que hacían que olvidara mis problemas en casa. Aquellas tardes en las que podía observar a Katniss ir a casa ella me daba esperanza y tranquilidad, en que algún día todo cambiaría. Todo podría ser mejor. Pero ahora después de la cosecha sé que lo único que puedo hacer es protegerla, Katniss tiene que sobrevivir. Ella tiene una familia, sería trágico que alguien tan querido, desapareciera así de la tierra, ella vivirá y yo me encargaré de eso.

Yo seguía llorando sin parar recordando mi primer visita, no puedo creer aunque mi madre sea tan despiadada, soy su hijo que ahora va al matadero y ni siquiera me dio ánimos para sentir me mejor lo único que hizo fue en recordarme que yo no sería capaz de lograr ganar los juegos. Me dirigieron a la estación del tren que por cierto estaba muy cerca de Edificio de Justicia, nos llevaron en coche, y note que había muchas cámaras, todo estaba rodeado de la prensa, sin perder detalle de nada. Yo aún tenía los ojos rojos de tanto llorar, y no me importaba que me vieran. Me verán morir así que verme así ya no es nada. Nos detenemos un momento en la puerta del tren, mientras las cámaras intentan tener algo distinto de nosotros, poco después nos dejan entrar al vagón y me siento aliviado de que las puertas se cierren.

Los Juegos del Hambre narrados por Peeta MellarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora